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SIDA Flagelo de la promiscuidad

Raúl Héctor Campa García
Jueves 20 de Septiembre de 2018
 

Las enfermedades Infecciosas de Transmisión sexual (ITS), han existido desde que existe la humanidad, una de las más antiguas que se conocieron, fue la Sífilis; que el médico, poeta, astrónomo italiano, Girolamo Fracastoro, del siglo XV, considerado el primer epidemiólogo, describió los síntomas en un poema, en recuerdo a un campesino- pastor, que presentó la enfermedad: Syphilus.

Enfermedad “casi” olvidada en la actualidad, en comparación de hace 20 años atrás, lo mismo que la Gonorrea, gracias al auge de los antibióticos y tal vez al consumo desmedido de los mismos no son tan frecuentes como antes. Pero todavía se presentan. Dando paso a otras, como la enfermedad por el Virus del Papiloma Humano (VPH) y el gran incremento de la incidencia de sida, desde su descubrimiento en la década de los 80´ cuando se descubrió el virus de la inmunodeficiencia humana, que transmite el SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia ADQUIRIDA), con una mayor prevalencia entre los jóvenes de 15 a 30 años. Formando actualmente estas últimas enfermedades, parte del “costal” de todas las ITS, que azotan a la humanidad. 

El sida, como todas las ITS, se ha convertido en un flagelo mundial, aumentando no solo la morbilidad, sino la mortalidad de una gran parte de la población, donde los tratamientos actuales, generan un enorme gasto en su tratamiento, tanto en recursos de las Instituciones de Salud públicas, como privadas. Según estadísticas del CENSIDA (Comisión Nacional para la Prevención y Control del VIH y el sida), la prevalencia se ha estacionado de 3 enfermos por cada mil personas entre los 15 y 49 años de edad. De 1983 al 2017, se tienen registrados 260 mil 815 personas infectadas, de estas aproximadamente solo la mitad tienen accesos a tratamiento con retrovirales, a pesar de los esfuerzos gubernamentales y de asociaciones privadas, en nuestro País. Se calcula, según CENSIDA, que se presentan 12 mil nuevas infecciones de VIH al año. Por lo que la posibilidad de contagio en la sociedad y más en nuestros jóvenes y personas promiscuas, sigue latente, a pesar de las campañas de “educación sexual”, que, al igual que la prevención de los embarazos en adolescentes, han sido un fracaso, ya que tanto las ITS como los embarazos en menores, entre los 12 y 19 años, han aumentado. Y seguirán, si persisten las políticas erróneas de “educación sexual”, aunada a la “ideología de género”. (Respecto a esto último, hago referencia a los que los académicos de la lengua española fundamentan. EL SER HUMANO NO TIENE GENERO, TIENE SEXO, por naturaleza así se nace, con todas la peculiaridad anatómicas y psicofisiológicas del ser, Femenino o masculino).

 

Hace 10 años, un gran amigo, Infectólogo Pediatra, me mando un documento escrito – en 19 diapositivas- por un periodista español, Luís María Ansón, Miembro de la Real Academia Española titulado: La Iglesia y el Sida, el cual rescato y lo comparto íntegra y literalmente, con todo respeto.

 

La Iglesia y el Sida:

Allí donde hay un hospital dedicado al sida, lo mismo en África que en Iberoamérica, también en Europa, son monjas y curas católicos los que están a pie de la cama para atender a los enfermos. He recorrido en trabajo profesional más de cien países. En las leproserías de todo el mundo, en los asilos de ancianos terminales, en los hospitales para enfermos infecciosos, sólo se encuentra uno con misioneras y misioneros católicos. Esa es la escueta verdad. Nunca me he tropezado en esos lugares con un comunista militante, con uno de esos manifestantes que vociferan contra la iglesia. Los misioneros y misioneras permanecen al margen de las pancartas y los sermones políticos. Derraman su amor sobre los leprosos, sidosos, los enfermos terminales, los ancianos sin techo, los desfavorecidos y desamparados. Aún más, todos los profesionales del periodismo sabemos que cuando estalla una tragedia del tipo que sea en el tercer mundo, encontraremos información certera en la misionera o misioneros españoles, que ejercen su ministerio en los lugares más miserables. Nunca fallan, esa es la realidad.

José Luis Rodríguez Zapatero (en su época de presidente de España), para dar una lección a la Iglesia Católica, ha decidido obsequiar a África con un millón de preservativos pagados a través de los impuestos con los que sangra a los ciudadanos españoles. ¿A cuántos militantes del PSOE, encabezados por Bibiana Aído, va a enviar para que se instalen por Diez años en los hospitales especializados en sida, para que convivan con los enfermos, les atiendan, les den de comer, les limpien, les acompañen?

El Papa ha instalado en África enferma a muchos millares de monjas y curas, de misioneras y misioneros. Obras son amores. Esa es la diferencia entre los que vociferan y los que derraman cariño y atenciones.

Conocí en enero de 1967, cuando carecía de la celebridad que adquirió posteriormente, a Teresa de Calcuta. Pasé un día con ella visitando sus hangares para enfermos terminales. Escuche con atención lo que me decía. Fue una lección de quién sabía mejor que nadie en qué consisten las tierras duras del hambre, el mundo de los desfavorecidos profundos. Supe que estaba hablando con una santa y así lo escribí.

Pues bien, el cuerno africano, en las ciudades estercoleros de África, en los pueblos escombreras de Asia, en las favelas brasileñas o en las villamiserias peruanas, trabajan para los más pobres, para los más desfavorecidos, millares y millares de Teresitas de Calcuta.

El Papa cree que la mejor forma de combatir el sida en África es la monogamia y la fidelidad. No ha tenido en cuenta lo estupendas que están las negritas y lo difícil que tiene que ser, ante el espectáculo de tanta belleza y atractivo, que los negros politeístas y polígamos practiquen la virtud de la monogamia. Pero ironías aparte, quienes combaten el sida en África, quienes atienden a los enfermos son las misioneras y los misioneros católicos.

Escuché en una tertulia de radio a un simpático homosexual cebarse con el Papa y despotricar contra la Iglesia.

Se me ocurrió aclararle: “Dicen que el sida está especialmente extendido entre los homosexuales, aunque afecte ya a los heterosexuales. Seguro que tú nunca te pondrás enfermo. Pero ten por seguro que, si así fuera, quien te atenderá con amor y dedicación en el hospital será una monja católica”.

Se quedó callado y el simpático gay y los tertulianos se apresuraron a cambiar el tema. 

Luís María Ansón.

(Nota de quien trascribió: También médicos y enfermeras, tienen mucho que ver en la atención y cuidado de estos enfermos, que algunos trabajadores de salud se niegan atender…me consta).

El escritor francés, Dominique Lapierre, en su excelente novela: Más fuerte que el amor, narra el drama de los pacientes con sida, en la década de 1980, cuando se descubrió el Virus del SIDA, por científicos médicos, que, aun distantes coincidieron en sus resultados; Luc Montagnier en Francia y Robert C. Gallo de la Universidad de Maryland (EE. UU). En esa misma novela narra los casos verídicos de los leprosarios en la India y la entrega, al cuidado de los pacientes de la Madre Teresa de Calcuta.

Actualmente se ha hecho mucho para la atención y tratamiento de estos pacientes, pero tal parece que no se avanza en la prevención. Los estilos de vida, la vida alocada y en ocasiones irresponsable, tiene la consecuencia de que las ITS, vayan en aumento. Especialmente en nuestros jóvenes. 

En lugar de andar repartiendo preservativos, sin ton ni son, se debe optar por inculcar en los jóvenes, una sexualidad responsable, también en los adultos y a los padres o futuros padres, una verdadera paternidad responsable. Prevenir sale más barato que curar.

#PARACAMBIARYOMEINCLUYO.

Dr. Raúl Héctor Campa García.

Cd. Obregón, Son.

 

 

 

 

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