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4 de Diciembre 2016
Hoy no hubo ángeles que escucharan mi oración, tu cansado cuerpo que de pronto espacio languideció pidió no interceder las influencias celestiales.
Querías partir, rendido ante los molinos de viento contra los que siempre luchaste.
Partiste entre las letras del permanente adiós que anunciaban con bombos de silencio, tu próxima partida.
Te has ido y tal vez me pregunte cual será el destino de tus quijotescos sueños: los trigales, la biblioteca, la unidad deportiva de la Consti y qué del Quehacer Cultural que hoy está de Luto.
Te vas Ramón después del tercer intento oficial, sin despedirte de los que te queremos, dejando en viudez la parte literaria de nuestros sueños y dejando en problema el cómo llenar el enorme espacio que dejará en nuestros corazones tu partida.
Yo si te lloro Ramón en silencio, por que más que maestro, fuiste el hermano mayor que nunca tuve, al que contaba las vicisitudes de mi vana existencia, los estigmas a mi obra, de los hados malos del destino y sus abusos, y siempre tenías una respuesta pronta que consumíamos sonrientes con un ¡que te valga madre, hay que seguir adelante!
¡Adelante mi hermano Ramón, tres puntos coronan tu nombre!, tu obra trascenderá ¡te lo aseguro! Los perros ya no ladran, hacen como que lloran, es que has pasado en carroza imperial por sus senderos, tus laureles los lleva Rocinante que a veces disfrazabas: motoneta.
Yo si te lloro Ramón, te lo dije en nuestra despedida antes que abatieras tus razones y los dolores retaran a la ciencia.
Adiós, hermano mío, “Faro de Luz” no sé qué tanto tiempo pasará para de nuevo estrecharnos en abrazo, si existe Dios, que te tenga en su reino y allá te haga biblioteca o Cine club para buscarte, o si no, nos vemos en cualquier canción, flor o poesía, en el canto de algún pájaro o “Cuando la luna se ponga re-grandota como una pelotota y alumbre el callejón”, o en el tema de amor del Cinema Paradiso.
Adiós Ramón. Es Cuanto.
