La sola consulta privada en cualquiera de las especialidades en la Ciudad de México está entre los $1,500.00 a $2,000.00, como mínimo, y si se agrega un procedimiento o estudió en el mismo consultorio, por ejemplo; en la consulta de un ginecólogo un ultrasonido; con el cardiólogo un electrocardiograma o un electroencefalograma en el caso de un neurólogo, aumenta considerablemente el costo, mucho más que el doble de la “simple” consulta, independientemente de otros estudios y el costo de la receta de fármacos de patente.
Quizás algunos especialistas en otros lugares de la misma Ciudad, cobren un poco menos o igual que en la provincia. En la “minimizada provincia” el costo de una consulta varía entre 500 a 1000 pesos.
Un internamiento en alguno de los hospitales de prestigio, como el Hospital Ángeles o Médica Sur, no está al alcance de “un simple mortal clase mediero” por los altos costos, a menos que cuente con seguro de gastos médicos mayores y pueda cubrir el costo del deducible. Pero no hay duda de la calidad de los servicios y la “comodidad de un cuarto de un hotel de cuatro o cinco estrellas” - me consta-. Me consta también de la calidad de los servicios de los grandes hospitales de especialidades oficiales, como los que otorgan los Centros Médicos del IMSS, ISSSTE, HOSPITAL CENTRAL MILITAR, etc. y más de los grandes Institutos de Salud que están en la Ciudad de México, como: el Instituto Nacional de Cardiología, Dr. Ignacio Chávez; el Instituto Nacional de Pediatría (INP); Hospital Infantil de México, Dr. Federico Gómez Santos; Instituto de Cancerología, El Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER); el INSTITUTO NACIONAL DE CIENCIAS MÉDICAS Y DE LA NUTRICIÓN, SALVADOR ZUBIRAN (INCMNSZ, antes Instituto Nacional de Nutrición); entre otros, donde junto con la asistencia y la docencia médica continua, la investigación en las áreas de la salud es una mística constante.
Estos últimos mencionados y otros prestigiados Institutos Nacionales, donde se brinda atención especializada, se sostienen con recursos federales, recursos brindados por sociedades filantrópicas y particulares altruistas, a parte de recursos propios a través de cuotas de recuperación pagadas por los pacientes de todos los niveles socio-económicos que acuden a ellos, desde los más humildes hasta los más pudientes. Aplicando cobros por atención y de los servicios paraclínicos, de acuerdo al estudio socio-económico que se realiza a cada paciente en particular. El problema común de estas instituciones del sector salud oficial, es la gran demanda de pacientes, que en ocasiones la atención se puede retardar. Pero la calidad no se pierde tanto. Estos grandes centros e Institutos, son un ejemplo a nivel nacional y en el extranjero. En ellos se han formado y se están formando (residentes) especialistas de toda América Latina. Lo que sí es una realidad, es que tanto las instituciones privadas de prestigió, como las recomendables y grandes Instituciones oficiales, gozan de ese reconocimiento nacional y del extranjero. Hasta aquí este breve panorama. Voy al “anecdotario”.
Tuve que cambiar mi residencia a la Ciudad de México, no sé por cuanto tiempo; por motivo de salud de mí esposa, para continuar un tratamiento (súper) especializado, que muy bien lo inició en el IMSS de Ciudad Obregón. Por eso externo nuestro agradecimiento a la Dra. María del Carmen Corona Lechuga, excelente gastroenteróloga y a muchos excelentes compañeros médicos de Ciudad Obregón y Guadalajara ( en lo privado), que durante 12 años han participado en su atención y sobre todo al Hospital de Especialidades No 1 y a la UMAE, a todo el personal IMSS, Institución que nos apoya con algunos medicamentos (por ser derechohabiente ya jubilado con poco más de 30 años laborados, 22 de ellos como Subdirector Médico). Desafortunadamente el IMSS no está realizando un procedimiento de alta especialidad que mi esposa necesita; por lo que decidimos acudir por cuenta propia y por recomendación de un queridísimo amigo: el Dr. Alejandro Gómez Alcalá, quien nos informó de la amplia experiencia en trasplantes que tiene el INCMNSZ, en Latinoamérica; eso nos llevó a tomar la decisión de su atención en este excelente Instituto, donde la calidad de su personal es donde se fundamenta su prestigio.
Pero antes de ingresarla como paciente de esta gran Institución Nacional, porque su patología amerita ser paciente del mismo, estuvimos en uno de los prestigiados Hospitales privados (Médica Sur).
Este es el motivo por el que estamos en esta maravillosa ciudad de grandes contrastes, quizás permaneceremos meses o más del año, si todo sale bien, con el favor de Dios y la ciencia médica.
Pero en este tiempo, en algo tengo que ocuparme, a parte de mi principal preocupación, la de estar muy cerca de mi ser amado. Por lo que he decidido hacer lo “que más o menos se hacer” y he hecho por casi 31 años: a ejercer, aunque sea unas pocas horas diarias mi profesión de médico pediatra, en forma privada. Por lo que me di a la tarea de buscar un modesto consultorio, que estuviera cerca de donde actualmente vivimos y muy cerca de la zona de hospitales (Tlalpan). Afortunadamente en nuestro andar, casi a diario por esta zona y alrededores, encontramos un pequeño y confortable departamento, y también un pequeño consultorio pero bien acondicionado, enfrente de un restaurante (Sanborns), con todos los accesorios necesarios. Este consultorio, me comentó el dueño, lo atendía un médico general, a quien su farmacia le pagaba una iguala. Y que si yo quería trabajaríamos de ese modo. Le dije que no. No quería que me pagara ningún centavo, que me lo rentara y que mi consulta tenía que ser exclusivamente de pediatría.¡Oh sorpresa¡ sabe que doctor, SE LO PRESTO- me dijo- ¿Pero en cuánto va cobrar la consulta? Yo solo lo ocuparía unas 4 Hs., por las tardes de lunes a viernes, y claro que no voy a cobrar como las grandes clínicas, ya que mucha gente no podría pagarlo. Pero dejaremos de base quinientos pesos la consulta y quien no pueda se les cobrara menos, pero no voy a cobrar como las farmacias de don SIMI u otras, mejor les obsequio la consulta- “de a grapas”- Ya que de un lado por donde está la Zona de Hospitales (casi enfrente a un costado está el Hospital General Gea González) acude mucha gente de bajos recursos, pero al otro lado de la gran avenida, esta una colonia donde el nivel socioeconómico es de clase media, media alta…y uno que otro igualado. Pero como dice el dicho dependiendo del sapo es la pedrada, los que puedan pagar que paguen así la consulta, para financiar a los que no, aunque se supone que quien acude a una consulta y más de especialidad, está dispuesto a pagarla. Intentaremos a ver que resulta. “Zaasss sale y vale” -me dijo el amable dueño de la farmacia- ¿Cuánto empezamos? En abril le respondí… Ayer 6 de abril inicié para quitarme un poco lo ocioso.
Primer paciente y único (hubo otros 2 adultos que no consulté solo los oriente…creo).
Adolescente masculino de 15 años de edad, lo acompañan sus padres. Son de condición socio económica clase media baja (se notan aseados y bien vestidos) lo primero que preguntan es el precio de la consulta.
Les informo que la consulta como especialista y en este lugar el costo es de quinientos peso; intuyo indecisión por el cobro. Les pregunto ¿Cuánto quieren pagar, la mitad o ustedes digan?
Respuesta de la madre -el padre al parecer si acepta- pero la mujer manda.
- No, no, andamos buscando otro médico, un médico general.
- ¿De don Simi?- le pregunté y su silencio otorga- Pero vamos a ver; dime joven que problema de salud te aqueja. Desde cuando estas enfermo.
- Tuviste o tienes fiebre de ayer hasta ahora, dolor abdominal, dolor de cabeza, diarrea?
- No, fiebre no, ni dolor, solo diarrea en tres ocasiones.
- ¿Hizo con sangre, moco, con pujos; comió algo en la calle o casa que consideren le haya hecho daño, se le “hincha la panza”? ¿Qué comió ayer? Pregunto a los padres.
- No, sin sangre, no moco, no pujo, no ingirió nada de la calle. En casa comió una sopa de habas y otras cosas, que no creo le hayan hecho daño.
- Bueno para proseguir necesito saber si quieren la consulta y cuanto quieren pagar ¿nada?
- No, pos no doctor, luego hay que comprar la medicina…no mejor no.
- O. K. Pero déjeme revisar al muchacho –explorar- bien desde el punto de vista clínico: buen color de su piel, está hidratado, pulmón normal, el abdomen no doloroso, un poco aumentado los “ruidos intestinales (borborísmos). Nada de alarma al momento.
Les informo a los Padres: Trae una diarrea probablemente por algo que comió y le cayó mal, quizás no necesite medicamentos. Miren compren suero oral denle dieta astringente…si sigue mal aquí estoy. No los puedo obligar a consultar aunque ni les cobre. Así que Suerte y se fueron. No cobré.
Reflexión:
Mucha gente, de cualquier clase social quiere que todo le salga más barato, sin importar la calidad (aparente) del servicio.
El trabajo médico a veces es poco valorado, no solo a nivel institucional, sucede también en lo privado. El abaratamiento de la consulta médica privada, es un reflejo de varios factores: la pobreza prevalente en el país (más de 50 millones de pobres); la mercadotecnia creciente sustentada en el abaratamiento del costo de la consulta- del trabajo médico- gracias al raquítico favor que nos han hecho a los médicos las farmacias similares y que otros consorcios de farmacias que lo han imitado. Abaratar el trabajo médico y ellos aumentar sus ventas de medicamentos con un margen de ganancia entre el 50 y a veces más del 100%. Y muchos médicos, por necesidad han aceptado y de hecho a la mayoría les va bien, a cambio de un trabajo agotador. Aunque algunos dirán que no. Unos ven 20 consultas para ganar 500 pesos.
Solo menos 10% de la población en México, puede pagar un servicio médico privado de alta especialidad.
Si solo acudieran a estas farmacias gentes de escasos recursos, no habría aparentemente gran problema, los que consultan en esas farmacias son médicos generales y no hay duda en la mayoría de ellos, de su capacidad como tal; conozco varios, como excelentes médicos generales. El problema que gente con buena posición económica acude, también en demanda de estos servicios que ofertan las farmacias, con el consabido acuerdo, de que el médico debe de recetar lo más que se pueda del stock de medicamentos de esas farmacias (allí está su negocio, a costillas, del arduo trabajo del médico) y cobrar para ellos (médicos) la consulta a 25 , 30 o 50 pesos y quizás vean igual cantidad de pacientes por ejemplo, que un médico familiar del IMSS, y que algunos comparan que ese es el costo que la institución les paga a sus médicos. Pero para ganar igual que los médicos del IMSS- pongo de ejemplo al IMSS porque según “don Simi”, ganan más los médicos en sus farmacias que en el IMSS- . Pero los médicos de farmacias, tienen que ver entre 500 a 800 pacientes por mes, sin las prestaciones de ley, que por ejemplo el IMSS nos otorga, como los aguinaldos, vacaciones pagadas, prestamos con interés bajo, jubilación o pensión al cumplir con los años requeridos, etc. Así que no es lo Mismo, aunque si, esos servicios médicos, son más barato, pero no es igual. Los costos de los medicamentos son en relación al costo de adquisición de patentes ya vencidas, pero se duda de la calidad, en cuanto a la cantidad exacta del ingrediente activo de algunos productos “similares”, aunque ésta duda no es igual para los genéricos.
Los productos farmacéuticos y otros insumos hospitalarios de las instituciones de salud oficiales, pasan y deben de pasar por un estricto control de calidad, que según recuerdo- sino me equivoco- antes lo realizaba o lo realiza el Instituto Politécnico Nacional o actualmente la COFEPRIS, no sé.
Pero al final, lo que nos corresponde como médicos de todo esto y que debemos cuestionarnos es: ¿Que tanta satisfacción a nivel privado o en el sector salud oficial le otorgamos al paciente en cuanto a la calidad de la atención, la posibilidad de llegar a un diagnóstico lo más exacto, que repercutirá en un adecuado tratamiento? Debemos tener la honestidad de aceptar hasta donde está nuestra capacidad y remitir a tiempo a un pacientito con un colega sub- especialista (más que sub…súper), que resuelva el problema de salud mejor que nosotros. Enviarlo al nivel de atención que requiera el paciente y saber determinar cuando un paciente puede ser atendido ambulatoriamente y cuando se requiere un tratamiento dentro de un hospital. O sea no hospitalizar, sin un sustento clínico, o si se requiere el internamiento para integrar un diagnóstico y un mejor tratamiento.
A cualquier nivel, la esencia de ser médico, es y será siempre la máxima atribuida a Hipócrates: Primun non nocere. Primero no hacer daño. Es un deber del médico. Y esa es la intención del trabajo médico, a pesar de que toda acción ejercida para el alivio de un paciente…tiene su riesgo, y el médico afronta ese riesgo. Muchos mortales no lo entienden.
#PARACAMBIARYOMEINCLUYO.
Dr. Raúl Héctor Campa García
Ciudad de México. 7 de abril del 2016.
raulhcampag@hotmail.com