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Contagio del poder

Raúl Héctor Campa García
Jueves 03 de Marzo de 2016
 

La hegemonía del poder ejercida por el PRI durante muchos años, convertida en una oligarquía, manejada en sociedad con la plutocracia, contagió a muchos jóvenes de antaño a incursionar en sus filas, teniendo como fin último en convertirse en el futuro en “hombres de poder”. Algunos lo siguen logrando.

Estar fuera del presupuesto oficialista era “vivir en el error”. Todavía a la fecha así lo piensan muchos que se dedican “a la política”. Ese concepto erróneo de la esencia de la política, le ha abonado al PRI muchos adeptos.

No pertenecer al partido “oficialista”, era ser anarquista (enemigo de Estado, del Statuo Quo impuesto por el PRI), ser izquierdista, radical, intransigente, derechista, o simplemente ser de oposición era un “pecado capital” que el estado castigaba y castiga hasta con muerte. Nadie podía atentar contra la familia “heredera de la Robolución Institucionalizada”. Toda una escuela aleccionadora para esos herederos políticos de Plutarco Elías Calles y sus descendientes; a pesar de las luchas internas del partido, con castigos de ostracismo político a sus miembros y “exilios confortables”  para la “paz” nacional. Esta hegemonía era, es y quieren, que persista La Dictadura Perfecta, camuflada en “democracia”  como la llamó Mario Vargas Llosa en 1990, cuando acusó al PRI de haber utilizado la revolución “y la retórica demagógica” para eternizarse en el poder.

En esa democracia camuflada, el PRI dio mínimos espacios a los Partidos de oposición en los años 70 y 80’ en el congreso, alguna presidencia municipal o un gobierno (Baja California al PAN), el año 2000 y 2006 pierde la Presidencia de la República, pero no dejó totalmente el poder; muchos hijos “pródigos” en los 80 formaron la corriente democrática, como consecuencias de no ser los elegidos para seguir en el poder dentro de sus filas; algunos se fueron a “organizar la izquierda” (a contagiar) y nace el PRD, otros se van (a infectar) al PAN y se vuelven adalides de los partidos a que arribaron, quizás por aquel enojo con su “alma mater” el PRI. Pero su genética los persigue, imposible quitarse el ADN de aquel partido. Ni con cirugía genómica.

Es tanto la tentación del poder, que hasta Felipe Calderón (Panista de cepa), decía: “Todas las noches, cuando me acuesto, lucho contra ese PRIista que llevamos dentro”. Sintió y padeció el contagio del poder.

En la pasada Feria del Libro de la Ciudad de México (de 17 al 29 de febrero de 2016), asistí a la presentación del libro El Mito De La Transición Democrática; del analista político internacional Johh M. Ackerman, estando de comentaristas Elena Poniatowska y Lydia Cacho, por cierto, como comentario al margen, esta última muy aguda y directa en la crítica de la seudo-democracia en México y la culpabilidad del PRI y de todos los partidos contagiados de PRIismo.

Según Paco Ignacio Taibo II, en este libro Ackerman analiza y estudia la historia política contemporánea, sus causas económicas, el laberinto de la dictadura priista y sus fieles aliados “panistas”-las comillas es personal- y perredistas.

Como Nacho, es admirador del Peje, no menciona a MoReNa y su demagogia populista (Bórrenme de su lista).

Ackerman y los comentaristas del libro, expusieron: “hoy somos testigos de la consolidación del sistema corrupto de autoritarismo neoliberal (comparó al actual presidente de México como el Donald Trump mexicano y lo repitió enfáticamente, varias veces en su intervención). La “transición” iniciada a partir del 2000 no fue hacía la democracia sino hacia la infiltración de la lógica priista en todas las fuerzas políticas de supuesta “oposición”. (Incluyendo a MoReNa, esto lo afirma quien esto escribe). El retorno del PRI a Los Pinos en 2012 fue el resultado natural de este proceso – de infiltración- y ha generado un desfondamiento total de la legitimidad de la clase política en el poder. ¿Qué podría resolver los graves problemas actuales? Solo un nuevo movimiento político nacional, participativo y popular”.

Un libro provocador a una rebelión ciudadana y con valentía. Pero como dice el dicho: El poder es cabrón, pero se vuelve más cabrón quien lo ejerce”. Allí está el detalle chato, diría Cantinflas, “ya luego se contagian…no hay que ser”.

Ojo con las candidaturas “independientes”, también pueden sufrir el severo contagio del poder, con infiltración o inoculación del virus priista. Ejemplo un Bronco  (gobernador de Nuevo León) sufrió infección crónica, 35 años. ¿Se le quitaría? NI QUE FUESE GRIPE, está se quita entre 3 y 5 días.

“La influenza Priista” es muy contagiosa; a menos que se haya vacunado todos los años, por 35 años.

El poder contamina. “El poder apesta”. Decía Séneca.


Saludos.

#PARACAMBIARYOMEINCLUYO.

Dr. Raúl Héctor Campa García

Ciudad de México. 3 de marzo de 2016

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