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Maravillosa Ciudad de México

Héctor Raúl Campa García
Domingo 31 de Enero de 2016
 

CIUDAD DE MEXICO
Dr. Raúl Héctor Campa García. 28 de Enero 2016.
Hace unos cuantos días la Capital del País, que todos los mexicanos conocemos con el nombre de Distrito Federal, cambio oficialmente a Ciudad de México.

Una de las cuatro ciudades más pobladas del mundo, con más de 20 millones de habitantes. A pesar de la descentralización de actividades hacía algunas principales capitales de los Estados que conforman nuestro país; la Ciudad de México sigue siendo el centro más importante de las actividades de la vida nacional e internacional: acciones políticas, financieras, de grandes centros comerciales, centrales de abastos, cuna de prestigiadas Instituciones, antiguas y modernizadas Universidades, tanto oficiales como privadas, centros de investigaciones en diversas áreas; lugar donde cotidianamente se cultiva la ciencia, cultura y las artes en todas sus manifestaciones, artistas del cine, la televisión, teatro de todos los géneros, empresas editoriales, excelentes Instituciones de salud de prestigio nacional e internacional. Sería interminables enumerar desde las más modestas actividades hasta las más sofisticadas, como en cualquiera de las grandes ciudades del mundo.

Cuna de grandes instituciones y de residencia de grandes hombres y mujeres que han pasado y siguen pasando y haciendo la historia de nuestro país; bien o mal ponderados.

Ciudad donde se asientan los Colegios, Asociaciones y Academias Nacionales de diversas Profesiones y que desde ahí se diseminaron en los años 50 al resto del país, sobre todo en el área médica. En relación a esta área; en la Gran Tenochtitlan, los conquistadores construyeron el primer hospital (Hospital de Jesús que inició labores en 1524 y que persiste hasta la fecha), para curar a sus huestes invasoras. Con el  tiempo se crearon centros de beneficencia atendidas por los primeros frailes evangelizadores para  el cuidado no solo de enfermos, dar protección a indigentes y de niños expósitos y atención al resto de la población humilde, sobre todo a los indígenas (Ley de Indias).

En cuanto a la atención médica, ya desde la época de la conquista y de la colonia eran evidentes los centros de atención “clasista”, unos exclusivos para ricos y otros para pobres. No fue hasta en 1943 con la conformación de la seguridad social en 1942, se planearon grandes centros de Atención como el INSTITUTO MEXICANO DEL SEGURO SOCIAL (IMSS), que inició actividades en 1943 y por esa época nacieron otros tres grandes Institutos de salud para la atención, docencia e investigación de gran prestigio Internacional desde entonces. INSTITUTO NACIONAL DE NUTRICION (actualmente Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición), INSTITUTO NACIONAL DE CARDIOLOGIA Y EL HOSPITAL INFANTIL DE MÉXICO. Estos tres últimos llevan los nombres de los que fueron sus primeros directores (Dr. Salvador Zubirán, Dr. Ignacio Chávez y Dr. Federico Gómez Santos). Cada uno de estos institutos con su fascinante historia. Tema de artículos profundos de gente docta.

En estos Institutos, quizás igual que otros, de estructuras gigantes bien cuidadas, con áreas internas limpias, con jardines bien conservados, se observa un movimiento muy dinámico del personal de salud, gran afluencia de enfermos acuden para atención ambulatoria o ser  hospitalizados; no solo de la misma ciudad, sino de otras partes el país. Personal adscrito, becarios; Residentes de Medicina, enfermería y alumnos de diversas  universidades que cuentan con facultad de Medicina; se respira un aire de ciencia, de profesionistas entregados a la asistencia, docencia y muchos de ellos a la
 investigación.

Pero el contraste: en frente de estas Unidades Hospitalarias, en la otra acera de la calle y en la periferia de estas, se palpa también, lo chusco, hileras de puestos de vendedores ambulantes, de pomadas milagrosas, anuncios de curanderos, de charlatanes que curan enfermedades difíciles, calcetines para diabéticos, rodilleras, hasta material de curación, vendas, cinta adhesivas, cubre bocas, y un sinfín de etcéteras para “mejorar” la salud; “baratas, baratas”. Hasta una persona extranjera de aspecto Sajón, desaliñada, ofreciendo lectura de las cartas, de las palmas de la manos y  diagnóstico por “técnica” de medicina china a solo 20 pesos. Las hileras de puestos de comida no faltan, casi abarcan todo lo largo de las banquetas.

Ciudad de México; ciudad de grandes contrastes; desde la opulencia glamurosa, hasta la hiriente miseria; ambas se palpan, se ven al “vagabundear” por sus calles. Zonas de elegantes casas, edificios, hoteles y consorcios empresariales,  Malls, etc. semejantes a la de las grandes ciudades del mundo. Caminar por sus calles, por ejemplo, se percibe como si estuvieran en un barrio elegante de París, Londres o Nueva York, por nombrar algunas.

Ciudad que a pesar de estar a la par de las modernas, con lujosos centros culturales y cafés lleno de gente Snobs, intelectuales, gente de clase alta y media, y algunos igualados. Pero también se ve la economía informal, los vendedores de banquetas, los lavacoches, franeleros, el pordiosero, el teporocho, el sanador, los cilindreros (u organilleros), el vendedor de tacos de canasta, tortas de tamal, tlacoyos, memelas, huaraches, tacos de suadero,  pancita, tripas, de nana de buche, de nenepil, los ayudantes de los choferes, los chalanes quienes anuncian las rutas o recogen la “morralla” el costo del pasaje de los  camiones urbanos, los marimberos (no los que tocan la marimba), que se roban la marmaja que el chafirete pone un tablero nombrada “marimba”;  los vendedores de baratijas varias, dulces, etc, que suben al metro y camiones. ¡ah… pero si todos con su celular o tablet!.

Todavía se escuchan en algunas colonias los pregoneros, los vendedores con el carrito de camotes. Las vendedoras de quesadillas, atoles, champurrado, Ponche con o sin piquete, todavía hechos y calentados en anafre, aunque ya casi mayoría usa el cilindro de gas por un lado.

Los clásicos merolicos, los payasos de los parques y plazuelas, en el Hemiciclo a Juárez, alrededor de bellas Artes. Los puestos en las banquetas, de libros de segunda mano, donde encuentras buenas obras de la literatura mundial y latinoamericana.

Garibaldi y sus mariachis, el teatro Blanquita, el California Dancing Club (el Califas), etc. Las tradicionales Colonias y sus plazuelas: Coyoacán con ilustres moradores y museos, Roma, Condesa, Narvarte, Nápoles, Iztapalapa una de las más antiguas, El Pedregal, Tacuba, Tacubaya. Las bravas colonias: Guerrero, Tepito o la Bondojito, el inolvidable Tlatelolco y su noche trágica, etc. Todas llenas de historias y leyendas que se rememoran por sus gentes y guías de turistas.

Las fila de feligreses en peregrinación a la Basílica de Guadalupe, algunos con vestidos típicos del lugar de origen, portando el estandarte con la imagen de la Virgen y ejecutando danzas autóctonas. Cumpliendo mandas caminando de rodillas un gran trayecto hasta llegar al Altar de la Patrona de México. El fervor religioso, muy arraigado todavía en la población mexicana, se observa como una constante en la Ciudad de México, con sus iglesias llenas de parroquianos.

Existen todavía, las clásicas pulquerías de barrio, con sus pulques naturales y curados con diferentes sustancias, con el hedor del producto de la fermentación; en el piso de alguna de estas acostumbran cubrirlo con aserrín para ocultar los escupitajos espesos de los asiduos clientes (“baba dry”), y con ella la “prueba del alacrán” para ver la calidad de la bebida “del pueblo”...jodido. Bebida que inspiró la frase aquella: “Aguas de las verdes matas, tú me tumbas, tú me matas, tú me haces andar a gatas”.
Ciudad de los albures y clásicos piropos; como aquel piropo que les dijeron a dos muchachas sonorenses allá por los años sesentas: “Que lindas petacas, para mi largo…viaje”, y otro le contesta; “agarras barco ñeris”, “navego en aguas profundas, carnal”. Así se enfrascan en un largo diálogo alburero o lenguaje en “calo chilango, de los años 40 - 50. Pero eso sí, predomina la amabilidad de los citadinos.

Ciudad que ha inspirado a muchos poetas y compositores, como Chava Flores, Guadalupe Trigo y José Alfredo Jiménez, por citar algunos. La canción de José Alfredo “las ciudades” en una de sus estrofas dice: “…las distancias apartan las ciudades, las ciudades destruyen las costumbres...” Creo que todavía no. Persisten muchas ancestrales costumbres, que forman parte de la cultura de esta gran metrópoli.

#PARACAMBIARYOMEINCLUYO

Dr. Raúl Héctor Campa García

Ciudad de México. 28 de enero 2016 (raulhcampag@hotmail.com)

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