Desde la detención de Luis Arístiga López Moreno, el veterinario empleado de Guillermo Padrés, hubo algo que no "cuadraba":
¿Es delito transportar una fuerte cantidad de dinero, 3.5 millones de pesos? Si se pretende sacarlo del país o si el portador es un chantajista o un secuestrador detenido en flagrancia cuando cobra por el rescate, o situaciones similares, sin duda es un delito.
Pero transportar una cantidad como ésa, o más, ¿por qué es delito? La respuesta obvia en este caso sería porque se sospecha que es dinero malhabido.
Sí, dinero malhabido, no de un secuestro ni de un robo, sino por venta de drogas. Al detenido, médico veterinario y sin antecedentes delictivos, se le "encontraron" varias bolsitas de plástico con la droga conocida como "cristal".
Esto no "cuadra", no le vemos lógica. Ningún narcomenudista, como es señalado el veterinario, posee 3 y medio millones de pesos. Los narcomenudistas son la escala más baja del narcotráfico, si acaso ganan un porcentaje menor por la venta y se sabe incluso de algunos a quienes se les paga sólo con las dosis de droga necesarias para mantenerse en pie.
Sólo en una de esas telenovelas hoy de moda, aparecerá un narcomenudista o "tirador" con tanto dinero. En la vida real ese dinero sólo lo manejan los capos y y es lavado a través de transacciones bancarias y comerciales.
Si lo que se pretende, como todos suponemos, es inferir que el dinero pertenece a los hermanos Gullermo y Miguel Padrés y proviene de sus actividades ilícitas, sería esto un paso en falso dentro de la cacería política contra el exgobernador.
Se intenta de diversas formas evidenciar las prácticas corruptas del exgobernador y es muy posible que las haya, pero no tan burdas como las señaladas hasta hoy. A Padrés -como a muchos políticos- se le puede acusar de corrupto, pero no de tonto.
La corrupción en las altas esferas de gobierno no se practica tomando dinero en efectivo del erario, eso ya no se usa. La corrupción, el enriquecimiento ilícito de políticos y funcionarios se da básicamente a través del contratismo, de la creación de empresas registradas con prestanombres, de movimientos bancarios a través de terceros o de utilización de recursos públicos para fines particulares, como la construcción de una presa en un rancho particular o la pavimentación de una calle donde el funcionario tiene terrenos en engorda.
Eso lo saben muy bien los priistas que ahora persiguen al exgobernador, lo saben los panistas que se enriquecieron ilegalmente en la administración padrecista, lo saben los perredistas que husmean para ver qué sacan de este lío. Lo sabe en general la clase política.
Pero detener a un presunto narcomenudista con tres y medio millones de pesos es algo que no cuadra, y puede ser un paso en falso en la perscusión del exgobernador y un punto a favor de éste, que ya no siente lo duro sino lo tupido.
