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Hombre que camina

Tere Padrón B.
Miércoles 02 de Diciembre de 2015
 

Para la libertad, sangro, lucho, pervivo, para la libertad
                                     Antonio Machado


En todas partes, en medio de la indiferencia, de la apatía y del desinterés, existen hombres y mujeres comunes y corrientes que sienten la urgencia de cambiar el mundo para hacerlo un lugar más habitable.

Son personas que a simple vista pasan desapercibidas. No sobresalen por ser ostentosos, por ser elocuentes o por lucir atuendos llamativos. Uno puede topárselos y no saber quiénes son en realidad, pues no se han dedicado a hacer otra cosa que a vivir para los demás, a luchar por causas comunes y a insistir en que la justicia, la paz y la igualdad deben imperar un día entre las personas de todas las condiciones y de todas las ideologías.

En Ciudad Obregón, una ciudad norteña de poco más de 500,000 habitantes, hay un hombre así. Es un hombre joven, de menos de 50 años, delgado, canoso, con unos ojos tristes que contrastan con una sonrisa irresistible y contagiosa. Su rostro semeja el de Leonard Cohen pero en su edad adulta, no cuando joven, tal vez a causa del pelo prematuramente blanco y escaso de este hombre que camina. Es guapo, nuestro hombre y siempre va vestido impecablemente y de tanto aparecer en cualquier lugar en donde haya una causa que defender, de tanto apelar a la autoridad y de exigirle que cumpla su trabajo, los medios y la gente ya lo reconocen.

Pasó del anonimato, de ser un héroe desconocido y de bajo perfil, a ser el rostro más fotografiado por los medios locales y más entrevistado en la radio y la televisión de su ciudad.

Nuestro hombre es de a pie y así recorre las calles de su ciudad a paso ágil y seguro, como quien sabe bien cuál es su cometido, cuál es su consigna: abogar por las causas justas, ayudar a quienes lo requieran, interceder por “el pobre, la viuda y el huérfano”, como ordena la Biblia, aunque este hombre jamás la lea, aunque este hombre lo haga sin profesar una religión o un credo. No, este hombre lo hace porque es su deber, porque es un ciudadano del mundo y como tal, debe actuar en consecuencia. Lo hace porque ama la vida, no sólo su vida, sino La Vida, con mayúsculas, en todas sus formas.

 En un mundo donde impera el egoísmo, donde cada quien ve por su propio interés, donde la cultura del “selfie” se impone a la tradición familiar, a la camaradería y a la amistad real y duradera, Rosendo, “el chendo”, para quienes tenemos la fortuna de ser sus amigos, es tachado de loco, de chiflado. Es un ser “incómodo”, una persona non grata, sobre todo en el ámbito político, en donde él se mueve, pues como abogado, esa es su arena, su campo de batalla, pero, a diferencia de la mayoría de sus colegas, él sí es honesto, él sí defiende a los que nadie defiende porque no tienen dinero ni influencias. Por eso es tachado de loco y por eso lucha en solitario.

Tiene en su haber, entre otros logros, la autoría del artículo 21 bis de la Ley de donación de órganos, que permitió, entre otras cosas, la credencialización de donadores potenciales de órganos y de tejidos y trasplantes en Sonora. Ha participado activamente en la lucha a favor de los niños yaquis, al lado de su esposa Luz,  quien es maestra de niños indígenas que viven en las condiciones más marginales y más adversas, pugnando porque obtengan cirugías gratuitas cuando lo requieren; ha colaborado al lado de la Sra. Luz Esther Salazar en la creación de la Asociación Protectora de Animales de Cajeme, que ahora es una realidad y marcha viento en popa; ha convocado a marchas y protestas en contra de la violencia en el estado y siempre hace escuchar su voz en los medios con propuestas nobles que sean aprobado, como la instalación de bebederos públicos en Cajeme, donde el calor en verano llega a alcanzar hasta los 45 grados. Ha colaborado con el programa de prevención de situaciones de riesgo para la fundación Save the Children en Sonora, y ha dado más de 150 conferencias en torno a la donación y el trasplante de órganos.

Sin embargo, a pesar de todo eso, el chendo sigue siendo desagradable e incómodo para la autoridad y cada vez que los legisladores lo ven aparecer en cabildo, se les retuercen las tripas y por algo será. Quien nada debe, nada teme, reza un conocido refrán popular. Hace unos días, a Rosendo le habían dado un nombramiento como supervisor de un grupo de encuestadores de la SEDATU, (secretaría de desarrollo agrario, territorial y urbano), ya lo habían ratificado en su cargo y se lo habían notificado por escrito pero, a los pocos días, después de que Rosendo sufriera un atropello por parte de la policía afuera de cabildo, y sin motivo alguno y sin falta de por medio, le llaman para decirle que siempre no obtendría el empleo. Existe evidencia de ambas cosas, la ratificación por escrito y la llamada telefónica donde le dicen que siempre no, porque es un activista social y pues, no pueden contratarlo.

Así las cosas en este país donde el defender a los demás sin que medie interés alguno es causa de recisión de contrato laboral. Y a Rosendo, ¿Quién lo defiende? ¿Quién aboga por su causa? ¿Dónde están sus amigos? ¿Quién da la cara y saca la casta por este hombre que camina con paso firme hacia la verdad, pues sabe que sólo la verdad nos hace libres?

El Rosendo no necesita defensa, pues sus obras hablan por sí solas. Pero si un día te topas con él en la calle y hace mucho calor y lo ves caminando apresuradamente con un montón de papeles bajo el brazo a las tres de la tarde en medio de la nada, invítale una Bud Light y llévatelo a tu casa un rato. Eso le basta y le sobra para saber que la vida por la que él lucha a diario, aún vale la pena de ser defendida.


Teresa de Jesús Padrón Benavides

Mexicali, diciembre del 2015

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