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Contra natura: ¿Patología social?

Raúl Héctor Campa García
Martes 15 de Diciembre de 2015
 

En la Novela de la escritora Taylor Cadwell: El Gran León de Dios, que narra la vida de Saulo de Tarso, un implacable perseguidor de los cristianos y su vida llena de contradicciones, antes de convertirse al cristianismo y ser después, uno de los principales apóstoles  (San Pablo); cita la siguiente máxima o proposición de conducta, un consejo de moralidad: DIOS PERDONA SIEMPRE, EL HOMBRE A VECES, PERO LA NATURALEZA NUNCA.

Si bien es cierto, dentro de la individualidad, como tal es el ser humano; un ente único e irrepetible, puede hacer de su breve recorrido en esta vida, lo que bien dice un dicho muy popular: “Cada quien puede hacer de su vida un papalote” (para no decirlo más coloquial) o “quien por su gusto muere, la muerte le sabe a gloria”.

El ser humano durante toda su existencia ha experimentado sobre su propio cuerpo, conductas que lo lleven a buscar su complacencia, a buscar su satisfacción personal, sobre todo la busca del placer en todos los ámbitos de la vida, pero sobre todo en el placer sexual, en una forma, valga la expresión, hedonista (satisfacerse así mismo); pero que cae en una actitud egoísta. Claro que en este aspecto de lo sexual, por lo general busca a otro ser para “complementarse” escondiendo, algunos veces, su fin personal, en una actitud egoísta.

En el plano del amor verdadero de pareja, es aquel que cada uno quiere darse o entregarse para hacer feliz al otro. “Porque te amo, te voy hacer feliz, aunque tú no quieras”.  Buscan hacerse felices mutuamente.

Salvo aberraciones genéticas, los seres humanos se dividen en dos sexos: Femenino y Masculino, y en el desarrollo de la maduración integral del humano, por instinto natural, se complementan; “como la tuerca y el tornillo”, a través de la sexualidad, en donde cada ser, con su sexo, definido por la naturaleza, ejerce aquella, en base al instinto, pero que en los seres humanos está SUPEDITADO AL RAZONMIENTO, que es lo que nos diferencia del instinto animal. Cuando este instinto no se controla por el razonamiento, se puede decir que se entra en el plano patológico y delictivo (las violaciones, estupro, etc).

La sexualidad femenina y masculina, tiene sus peculiaridades bien definidas; desde el punto de vista de la naturaleza, a parte del placer, va también en dirección de la procreación, pero con responsabilidad. Eso se observa hasta en los animales, pero reitero, en ser humano debe estar supeditada a la razón.

Cuando dos seres humanos del mismo Sexo, se atraen, ejercen una sexualidad contra natura, y buscan posiblemente ese hedonismo; ese placer personal.

Cada órgano, cada sistema o cada tejido en el ser humano, tiene una función fisiológica específica. Pero en función de los órganos genitales de cada sexo, están hechos para una función complementaria. Dentro del amor sublime de los seres humanos, la genitalidad es solo parte de esa complementación, no es esa genitalidad exclusiva del verdadero amor, este va inclusive más allá, un amor en todos los aspectos, donde cada uno busca la felicidad del otro. Y claro el amor trasciende en una Paternidad o (para no herir susceptibilidades) maternidad responsable. Digamos en un plan estricto: para que no se extingan los seres humanos. Por naturaleza estamos dirigidos a ese rumbo, preservar nuestra especie humana.

Quizás para algunas minorías, esto lo pueden tomar como discriminatorio, sobre todo aquellas personas con preferencias sexuales hacia su mismo sexo, pero actuar contra natura en cuando a la sexualidad puede tener un precio.

Imaginemos vivir en un mundo donde se cambien las reglas de la naturaleza y para controlar la población, se vaya en contra de lo natural y solo se acepten el “apareamiento” de los sexos iguales. Pronto en este mundo imaginario, la extinción del ser humano sería inminente. Control del crecimiento de la población tratando de modificar la genética del ser humano, a través de la influencia del medio ambiente. (quizás lo que saben, lo nombrarían “control epigenético¨).

Quizás muchas abuelas y abuelos, como un servidor, damos gracias a la “naturaleza humana” a Dios, que a través de nuestros hijos nos tienen en esta maravillosa dimensión de la “abuelancia”.
Citando al ilustre escritor y periodista, Armando Fuentes Aguirre, CATON, comparto con él esta simpática expresión. “De haber sabido cuando se quieren a los nietos, primero hubiera tenido nietos y después hijos”.

Gracias a mi complemento y yo su complemento: mi esposa, hoy gozo de ese privilegio natural de ser abuelo.

#PARACAMBIARYOMEINCLUYO.
Les saludo con mis mejores deseos.
Dr. Raúl Héctor Campa García.
raulhcampag@hotmail.com

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