Nuevamente sesionó el llamado Observatorio Legislativo en Cajeme y si nos atenemos a lo que allí expusieron los diputados locales del PRI, podemos inferir que se perfila más como un ejercicio de porrismo legislativo, que de rendición de cuentas.
En los hechos fue un acto de porrismo, pero en dos sentidos. Por un lado repitieron el episodio de denunciar las pillerías del gobierno de Guillermo Padrés, para lo cual presentaron las observaciones del ISAF a la Cuenta Pública del 2014.
Mientras que por otro, no escatimaron en lanzar porras a la gobernadora Pavlovich “por su voluntad de beneficiar a Cajeme”, de ahí que ya se proyectan, dentro de su bancada, como cartas fuertes para competir por la curul “que más aplauda”.
No se trata de defender a un prófugo de la opinión pública, como es el exgobernador, pero si los señalamientos vienen de personajes que fueron titulares en la administración de Rogelio Día Brown, el hecho se convierto en un acto de cinismo.
Tanto Emeterio Ochoa, ex secretario de Desarrollo Social y Omar Guillén, ex director municipal del Deporte, en ningún momento se refirieron a las anomalías financieras que realizó el gobierno municipal del que fueron parte. La paja en el ojo ajeno.
Lo peor de todo es que no traen una propuesta en concreto para evitar que se repita lo que hoy cuestionan. En el capítulo 3000 hay una partida para la difusión de la actividad gubernamental en medios de comunicación. Los famosos “convenios”.
Se programaron 44 millones de pesos para ese fin, cifra que se elevó a 279 millones. Esto es, cinco veces más de lo presupuestado, situación que solo puede entenderse por la complicidad en el tráfico de conveniencias entre medios y gobierno.
Pues bien, los miembros de la bancada del PRI no expresaron por el momento un compromiso por reglamentar los contratos para la publicidad gubernamental, que por la forma discrecional en que se aprueban, propician la corrupción.
Y para ser justos, esta práctica no es exclusiva del gobierno estatal anterior ni de algún partido político en específico, pues lo mismo sucede con rojos, azules, amarillos y demás colores, cuando se trata de inflar egos con el erario público.
No es que un gobierno no deba gastar en medios sino que debe hacerlo de forma más eficiente, donde prevalezca el interés púbico. Un principio sería establecer reglas claras para saber a qué empresa se contrata y por qué motivos.
Le pondrán el cascabel al gato los apóstoles de las Panobufandas o se refugiarán en la inercia para ser los nuevos beneficiarios de lo que hoy fustigan?
