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A Padrés lo van a extrañar

Sergio Anaya
Viernes 18 de Septiembre de 2015
 



A Guillermo Padrés Elías sus enemigos políticos querían verlo muerto desde los primeros días de su gobierno estatal. Y esto no es una exageración: Lo querían muerto.

Apenas habían transcurrido las primeras semanas de su administración y sus adversarios -léase el priismo sonorense- ya lo había desahuciado. Hicieron correr el rumor de un presunto cáncer de hígado que tenía al gobernador a punto de colgar los tenis. Y una ausencia de dos o tres días era interpretada como un viaje "a una clínica de Houston donde le van a trasplantar un hígado".

Cuantas veces escuchábamos ese rumor era evidente el tono esperanzador, las ganas de que fuera realidad.

Pero no pasó nada. Padrés siguió como si nada, cimentando su recién estrenado gobierno e incubando proyectos que después se convertirían en su tumba política, como el acueducto Independencia.

Aunque no fue eso lo que mató políticamente a Padrés. Ni los rumores ni sus proyectos, sino la desenfrenada corrupción a la que se entregó su gobierno; desde funcionarios de medio pelo hasta los más encumbrados y él mismo se enviciaron pronto con las mieles del poder y apenas a la mitad del sexenio ya era incontenible e inocultable la podredumbre de la administración panista.

A la corrupcióin se sumó la ineficiencia, la incapacidad política y administrativa que impidió esbozar siquiera una forma diferente de gobernar que contrastara con los regímenes anteriores.

El fracaso de Padrés fue debido a esa mezcla de corrupción, ineficiencia e incapacidad. Como los regímenes de Vicente Fox y Felipe Calderón, el gobierno padrecista no se diferenció de los gobiernos priistas que lo antecedieron.

Sin embargo, los seis años recién concluidos sirvieron al priismo sonorense para erigirse como una "autoridad moral" que fustigaba día tras día la corrupción gubernamental. Sí, los priistas de repente aparecieron como censores morales, asombrados, a punto del soponcio ante la existencia de un gobierno corrupto.!

Por eso el discurso de la gobernadora Claudia Pavlovich en su toma de posesión fue una catarsis para los miles de priistas que aplaudían una y otra vez regocijados por la existencia de un gobierno opositor tan corrupto como los que ellos erigieron antes. Ese domingo en el auditorio de la capital sonorense el priismo se dio un baño de pureza y todavía algunos exclamaban con orgullo "Los panistas salieron más corruptos que nosotros", pues aunque parezca ridículo hay quienes aún piensan que en eso de ser corruptos es igual que estar un poco o más embarazada.

Y bien, Padrés ya no es gobernador, tal vez enfrente o no a la justicia, pero después de un año, cuando ya se agote el discurso antipadrecista, los nuevos gobiernos van a extrañar al panista de Cananea.

¿Qué harán funcionarios de municipios priistas que ante cualquier incapacidad propia se justificaban culpando al gobernador?

¿Qué harán los diputados priistas que se pavoneaban como un poder independiente del Ejecutivo contra el cual dirigían sus enconos y frustraciones?

¿A quién van a criticar los periodistas lisonjeros que un día lamieron la mano de Padrés y ahora son hipercríticos con él, cómo van a presumir de valientes e independientes?

¿Qué hará la propia gobernadora Pavlovich si dentro de dos o tres años sus planes no salen como los ha previsto?

Podrán hacer muchas cosas, inventar pretextos, repartir culpas a otros, pero no invocar al corrupto Padrés para achacarle todos los males de Sonora. La sociedad estará harta del antipadrecismo.

Tendrán que inventarse otro pretexto para justificar sus errores y su corrupción. Padrés ya no les servirá.

Sí, lo van a extrañar.

México no ríe, sólo ignora. ¿Algún parlamentario mexicano ha dicho algo?

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