Consenso científico, desacuerdo político y transición
Se acabó el debate. Ya nadie puede negar que el mundo sea más caliente y que ello se deba a la actividad industrial capitalista. O podrá hacerlo pero sin evidencia a su favor. Incluso el Papa Francisco, en su Encíclica Laudato Si,0 reconoce que “hay un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático”. Y “numerosos estudios científicos señalan que la mayor parte del calentamiento global de las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos sobre todo a causa de la actividad humana”.
Divulgada el 18 de junio, la carta papal define el clima como “un bien común, de todos y para todos. A nivel global, es un sistema complejo relacionado con muchas condiciones esenciales para la vida humana”, luego, el clima no debe ser objeto de lucro ni blanco de la depredación y la avaricia.
En el documento que ha sido denominado “la Carta Magna de la ecología”, el pontífice critica el afán de lucro del modelo económico dominante que ha convertido al mundo en “un montón de porquería”, y redefine el significado del mandamiento «no matarás» al subrayar que “un veinte por ciento de la población mundial consume recursos en tal medida que roba a las naciones pobres y a las futuras generaciones lo que necesitan para sobrevivir”.
Es insostenible el actual nivel de consumo de los países opulentos y de los sectores más ricos de las sociedades, afirma Francisco, “donde el hábito de gastar y tirar alcanza niveles inauditos.” El planeta está exhausto y no ha sido resuelto el problema de la pobreza.
El Papa enfatiza la necesidad de transformar los estilos de vida, de producción y de consumo, para resolver la crisis del clima. La encíclica es un llamado urgente a limpiar nuestra casa común —el único hogar de la humanidad—, resguardándola tanto de los gases de efecto invernadero como de las causas estructurales que someten a la mayor parte de la raza humana a condiciones de vida infames.
El consenso científico admite que vivimos con casi un grado centígrado más de temperatura global debido al incremento de los GEI en la atmósfera, resultado de la quema de carbón, petróleo y gas natural desde el inicio de la era industrial.
El efecto invernadero natural que hizo posible un clima favorable para el desarrollo de la vida en el planeta ha sido alterado por la incorporación de enormes cantidades de carbono en el ambiente, consecuencia de la combustión de hidrocarburos extraídos del subsuelo que ha provocado un desequilibrio en el ciclo del carbono. El aire contiene más bióxido de carbono (CO2) y es más caliente que en el siglo XVIII y que en los últimos 800 mil años.
De hecho, el año pasado fue el más caluroso del que se tenga registro1. La temperatura media en la superficie de la Tierra fue 0.69 grados superior a la media del siglo XX, cuatro centésimas de grado más que el pico anterior observado en 2010. La temperatura ha subido 0.8 grados desde 1880, cuando inició el registro histórico. La mayor parte del calentamiento se ha dado en los últimos 30 años, y 9 de los 10 años más calurosos de la historia han ocurrido en lo que va de este siglo.
Si ocho décimas de grado en la columna de mercurio parece poco, en los hechos sus consecuencias son devastadoras. Huracanes más destructivos, exceso de lluvias en algunos lugares y sequías extremas, en otros; proliferación de incendios, derretimiento de glaciares en los polos y en las montañas, acidificación de los océanos y elevación del nivel del mar, son algunos de los fenómenos que están afectando ya la vida de millones de personas, principalmente de la población más pobre en todos los países del mundo.
Pero si bien el debate se acabó, no ha sido igual con las campañas de negación y desinformación impulsadas por personeros de la derecha, los medios y otros defensores del sistema, incluso por científicos al servicio de las corporaciones petroleras. Como en el caso de las campañas en contra de la teoría de la evolución, la derecha estadunidense pretende suprimir de los libros de texto escolares cualquier referencia a la ciencia del cambio climático.2 El estado de Carolina del Sur ha aprobado una norma en ese sentido. En Kentucky y Virginia Occidental hubo intentos similares pero la protesta popular los contuvo.
Las posiciones reaccionarias han ido desde negar la realidad del calentamiento global, hasta reconocerla pero explicándola sólo en función de causas naturales —nada que ver con la industria petrolera. Se ha llegado a argumentar que la alteración del clima se debe a los ciclos solares, por ejemplo. Hoy sabemos que el Sol no es el problema sino una de las soluciones. Y es posible fundamentar que la crisis climática ha sido generada por el afán de lucro de la economía capitalista y sus ropajes, como el extractivismo, la prevalencia del mercado y la concepción de la naturaleza como un conjunto de bienes susceptibles de ser convertidos en mercancía.
Ahora se sabe también que el calentamiento global continuará durante el presente siglo en todos los escenarios de emisiones previsibles. Muchas de las consecuencias del cambio climático perdurarán durante siglos, incluso si en este momento se detuvieran por completo las emisiones contaminantes. El 2009, en Copenhague, los gobiernos de los países acordaron limitar las emisiones para evitar que el calentamiento rebase los dos grados centígrados hacia la mitad del siglo. El incumplimiento de acuerdos y la falta de compromiso de los gobiernos de las naciones más contaminantes han convertido esa meta en poco menos que una utopía.
Si se rebasa la frontera de los dos grados hacia 2050, los huracanes y otros eventos extremos serán más intensos y frecuentes. Katrina será un programa de la barra infantil. La ola de calor que en 2003 causó decenas de miles de muertos en Europa será nuestro pan de cada día. El océano continuará calentándose, acidificándose y elevando su nivel. Comunidades, ciudades y culturas se las llevará el mar. Muchas especies se extinguirán y caerá la producción de maíz, trigo y arroz en zonas tropicales y templadas, causando hambre en poblaciones enteras. Áreas rurales y urbanas enfrentarán mayores conflictos por el suministro de agua y aumentará el desplazamiento forzado de personas. El peor escenario sería un calentamiento seis grados superior a finales de siglo. Ello implicaría no sólo desastres y eventos climáticos atípicos sino que transformaría por completo el modo de funcionar del clima de la Tierra. En el pasado, seis grados menos significaron la Edad de Hielo. Seis grados más, provocarían cambios dramáticos que volverían irreconocible el mundo tal como ha sido en los últimos 15 mil años.