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BANDERILLAS

Carlos MONCADA OCHOA
Lunes 01 de Junio de 2015
 

¡No, ignorantes, no! ¡No todos los políticos son o han sido ladrones!

  Nunca he tenido un familiar, ni en lejano grado, que se haya dedicado mucho o poco tiempo a la política; pero sí amigos muy estimados, y me duele que barran irresponsablemente con ellos al generalizar que todos los políticos son rateros, pues me consta que ellos no lo han sido.

  Mencionaré a unos cuantos, algunos fallecidos en fecha reciente, que han sido figuras públicas. Si alguien tiene argumentos en contra, pero de veras, argumentos, no que me dé la contra a lo menso y de mala fe, lo leeré y lo escucharé con gusto.

  Comienzo con tres gobernadores de Sonora que ejercieron el poder con rectitud: Faustino Félix Serna, que entró pese a una gran oposición y salió en hombros de la opinión pública; Alejandro Carrillo Marcor, amigo de Lázaro Cárdenas y Vicente Lombardo Toledano, en su juventud; secretario general del Departamento del D. F., diputado federal, senador y gobernador sustituto de 1975 a 1979; el doctor Samuel Ocaña García, que le siguió en el cargo luego de haber sido alcalde de Navojoa y secretario general de gobierno.

   Presidentes municipales: de Hermosillo, Jorge Valdez Muñoz, del PAN, que fue también diputado local; de Cajeme, el citado Félix Serna, dos veces alcalde y diputado federal;  Ángel López Gutiérrez, de 1967 a 1970 y Adalberto Rosas López, de 1979 a 1982, también diputado local cuando era miembro del PAN.

  Mi favorito como ejemplo de honradez no fue gobernador ni presidente municipal, pero sí regidor y tesorero en Cajeme, y tesorero del gobierno del Estado en el gobierno de Faustino Félix. Por tanto, manejó millones y millones de pesos. Al comienzo de aquella administración, en 1967, me ordenaron en “El Sonorense” que entrevistara a todos los funcionarios de primer nivel para que la gente los conociera y me dejaron en libertad para calificar según mi criterio la inteligencia y la experiencia, y también la petulancia y la torpeza de los recién llegados. Para mi desconcierto,Tomás Oroz Gaytán me recibió en su despacho y me invitó un café pero se negó a ser entrevistado y no me dijo un motivo convincente; sólo  “a mí déjame fuera de estas cosas”.

  Yo lo había tratado mucho en mi natal Cajeme, y no tenía ni sombra de duda sobre su rectitud, pero a fuer de reportero escéptico pasé días preguntándome: ¿éste que esconde? Averiguando aquí y allá lo supe.

  Cuando Tomás tomó posesión de la Tesorería estudió la actuación de quienes lo habían antecedido y descubrió que sexenios atrás, cuando la recaudación estaba en muy bajo nivel, se autorizó al tesorero para que cobrara, además de su sueldo, un porcentaje sobre lo recaudado, como estímulo para que redoblara sus esfuerzos y creara procedimientos más eficaces. La recaudación mejoro pero los tesoreros siguientes fingieron demencia y siguieron cobrando la comisión. No robaban legalmente, pues se apoyaban en una disposición, pero robaban desde el punto de vista de la ética.

  Tomás subió a la oficina del gobernador Félix, puso a su vista los documentos necesarios para hacerle entender el asunto, y le pidió que anulara el viejo y convenenciero acuerdo mediante un oficio, un decreto o como fuera lo más apropiado. Faustino Félix le tenía un gran afecto a Tomás Oroz, perseguido por el gobernador Horacio Sobarzo por haber hecho causa común con el Partido Popular, hombre sin vicios, amante del deporte. Debe haberse sentido orgulloso de tener un amigo de aquella dimensión. Su tesorero rechazaba una comisión de unos 11 millones de pesos por año.

  Estoy seguro de que ha habido muchos otros funcionarios políticos honrados, y que los hay en la actualidad. Los que cito son sólo ejemplos. Lo hago para pedir a los lectores de esta columna que, sin renunciar a su escepticismo, se ejerciten en analizar la actuación de quienes van tras el poder en este periodo electoral. Tengan presente el viejo cuento del ladrón que, para evadir a la policía, grita con más fuerza que nadie, señalando un punto a lo lejos “¡Eh, al ladrón!”

carlosomoncada@gmail.com

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