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¿Qué cosa oscura se esconde en la Casa de Gobierno?
El abogado de Gisela Peraza Villa, la ex trabajadora doméstica de la Casa de Gobierno liberada hace unos días, luego de cuatro años de prisión injustificada, ha dicho a la prensa que el gobernador Padrés y su esposa han solicitado la ampliación de la pena ya compurgada, cuyo efecto sería el regreso de Gisela a la cárcel.
Entendemos, de acuerdo con las breves declaraciones que escuchamos en Larsa Noticias, que no se trata del fallido intento de acusar a la joven de tráfico de drogas, de acuerdo con la comedia que se había montado en la penitenciaría, sino de una apelación pendiente de los Padrés contra la sentencia de cuatro años.
Esta manera de proceder es extraña, para comenzar, por el tiempo transcurrido desde que se hubo dictado la sentencia; luego, por la estupidez política que implica la obstinación en perjudicar a Gisela frente a la opinión pública que después de haber permanecido indiferente casi los cuatro años –con excepción de dos o tres periodistas independientes--, se levantó con impresionante unanimidad contra el intento de incoarle un nuevo juicio.
Sólo hay dos explicaciones posibles. La primera, que los Padrés reaccionan contra el abogado y la propia Gisela que pensaban, o piensan, demandarlos por los daños y perjuicios causados a su víctima; la segunda, que están temerosos de que a través de Gisela y su abogado se conozca el verdadero origen de esta persecución inhumana, y que en dicho origen se encuentra una causa oscura.
Cuál pueda ser esa causa oscura, no nos atrevemos a imaginarlo, pero debe existir para que el matrimonio Padrés, en vez de aligerar el equipaje de rencores, ahora que están a punto de marcharse (“lo bueno es que ya se van”), insisten en retacarlo de odio y de venganzas. Por desgracia siguen con el poder en las manos: bajo sus órdenes se hallan el procurador de justicia y el presidente del Supremo Tribunal de Justicia y los jueces que de éste dependen.
¿No habrá un dignatario eclesiástico que se acerque a los Padrés para hacerlos deponer su inexplicable rencor? ¿No habrá abogado que les haga entender cuán absurda es la obstinación? ¿O tienen que unirse otra vez, como lo hicieron los “malnacidos”, en una resonante protesta los sonorenses para obligarlos a someterse, si no al imperio de la Ley, al menos al de la razón?
EL PAVIMENTO DE HERMOSILLO, ¡QUÉ NEGOCIO!
Dos lluvias destrozaron las calles de Hermosillo. Una hubiera bastado. El pavimento estaba despedazado y sembrado de hoyancos y piedras sueltas.
Cuando Javier Gándara Magaña fue presidente municipal, anunció a todos los rumbos de la ciudad que había pavimentado cinco millones de metros cuadrados. El presidente Alejandro López Caballero presumió de un área parecida, por cierto con fondos federales.
Si la pavimentación de estos dos alcaldes se hubiera conservado, junto con la que venía de administraciones anteriores, a esta hora ya faltaría poco para cubrir la totalidad de las calles de Hermosillo.
Debe ser un gran negocio contratar una compañía para que pavimente las mismas calles cada tres años. Al fin y al cabo, se van con sus “moches” bien ganados, y el que llega a hacerse cargo del problema, a ver cómo le hace.
(Estimados lectores de INFOCAJEME. A partir de mañana, abro con pesar un paréntesis en mis colaboraciones con este medio, por plazo indefinido. Necesito tiempo para desarrollar proyectos más amplios de que daré cuenta con oportunidad. Agradezco a mi amigo Sergio Anaya y a todos los que laboran en este medio, la hospitalidad que me han brindado. Gracias de manera especial a los lectores. CM)
carlosomoncada@gmail.com
NOTA DEL EDITOR: Graccias a ti, Carlos. Es un honor contar con la colaboración de un periodista como tú.
