Estudiantes ¿provocadores? del ITSON dan su opinión a Gándara
En una bien escrita crónica publicada en InfoCajeme, Aureliano Rincón (¡saludos, Aureliano!) cuenta lo que vio durante la visita del candidato panista Javier Gándara al ITSON. Protagonista principal fue “un grupo de jóvenes que SE DIJERON ESTUDIANTES pero que SE NEGARON A IDENTIFICARSE”, dice el primer párrafo. Pero resulta que ya en la cuarta línea surge uno que “dio su nombre, José Luis Pérez Miranda, y dijo ser estudiante de Ingeniería Civil”.
Y párrafos adelante uno más: “Emanuel Ochoa Rosas, estudiante de Veterinaria”. Y otra, una cuyo nombre no aparece pero que el mismo reportero reconoce como “estudiante”. Con tres bien identificados creo que es suficiente para afirmar que son estudiantes los jóvenes que se hallaban presentes.
Aunque la verdad es que estos estudiantes no tenían la obligación de identificarse ante nadie, a menos que lo pidiera el Rector o una autoridad judicial. Y resulta absurdo que el reportero informe que una chica que confesó “yo nomás vine a la grilla”, se subió “a un vehículo Hiace, marca Toyota, color plata, placas 727-7JX”. ¿Los datos son para que la persiga la policía o para que los guaruras de Gándara le apedreen el carro?
Los estudiantes guardaron compostura mientras hablaron uno de sus compañeros y el Rector, pero decidieron cambiar el esquema cuando le tocó el turno al candidato y hacerle preguntas. Después diría el candidato que él iba a debatir. Pero ¿se puede debatir con un político al que le preguntan “el destino de las participaciones que el Gobierno del Estado le debe al ITSON” y contesta: “No tengo la información porque no he sido parte del gobierno”?
¿De modo que quiere ser gobernador y va al ITSON, se supone que a debatir sobre los problemas de la institución, y no sabe que el gobierno de Padrés no entrega a la institución el subsidio completo y oculta el destino del dinero que queda a deber? ¿No lee la prensa que ha publicado cifras en declaraciones del Rector? Al fingir ignorancia, defiende al gobernador.
El estudiante, “no muy convencido con la respuesta” dice el cronista (yo diría que nada convencido) le pregunta si, de llegar al gobierno, “repondría los recursos que se le adeudan al Instituto o si habría borrón y cuenta nueva”; el candidato dijo que analizaría entonces el asunto “y si está a mi alcance lo voy a cumplir, y tengan la seguridad que lo que se acuerde, Javier Gándara lo va a cumplir”.
Es odiosa esta manera de Gándara de hablar de sí mismo en tercera persona, como rey, el centro del mundo, el multimillonario que ve a los ciudadanos comunes a gran distancia. Naturalmente, se negó a opinar sobre la presa que sin permiso construyó el gobernador en su rancho. No se puede olvidar que un científico del propio ITSON, el doctor Rodrigo González Enríquez, calculó que ahí retenía el equivalente al 25% del agua que los hermosillenses consumen.
Javier Gándara redondeó el tema con una mentira. Que él había propuesto una desaladora, dijo, pero se inclinó luego por el acueducto porque resultaba más barato llevarse el agua de El Novillo. Y una frase que debe analizar un psicólogo: “YO SOLO ERA UN CLIENTE, agregó”. Le salió lo empresario; debió haber dicho “Yo sólo era un usuario”. Pero ni era usuario ni cliente. Era el presidente municipal de Hermosillo.
Padrés, como candidato, anunció desaladoras para Hermosillo, Guaymas y Empalme, y ni modo que Gándara dijera lo contrario. Pero ambos tenían un plan. El primero no iba a anunciar, como candidato, el acueducto, que lo habría privado de los votos del Valle del Yaqui, y por tanto, de la gubernatura. Pero antes de dos meses puso en marcha el plan, auxiliado por Gándara, quien se ocupó en asustar a los hermosillenses con la reanudación de los tandeos, y en marzo de 2010 pidió que se construyera el acueducto. No lo hizo de manera verbal. Hay un oficio fechado el 16 de marzo de 2010, dirigido al Vocal de la Comisión del Agua, en el que asienta que apoya la operación del acueducto “como se presentó al director general de la Comisión Nacional del Agua en noviembre pasado”, es decir, a los dos meses de gobierno panista (la información completa en mi libro “Asalto a Sonora”)..
Describe muy bien el periodista cómo se fue caldeando el ambiente, al grado de que el candidato “alzó la voz para hacerse escuchar”; gritó, pues, “ya impaciente”. Aparecieron las pancartas (“e insultos”, dice la nota, ¿cuáles?) agregaron consignas de viva voz y se levantaron y se fueron “aproximadamente 30 jóvenes”. En fotos y videos se ven más de 30 sillas desocupadas. Lamentó Gándara que se hubieran retirado “cuando lo correcto era que se quedaran a debatir sus ideas”. Hubiera sido lo más conveniente para él.
¿No entiende, o no le conviene entender, que al dejarlo solo le dieron los estudiantes su opinión?
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