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Esta pregunta nos la hacemos muchísimos mexicanos, cercana ya la fecha para tener la posibilidad de emitir el voto para elegir Diputados Federales y en 17 Entidades Federativas, diputados locales, cabildos municipales y 9 gobernadores.
En mi caso yo contesto: si vale la pena votar, lo que no implica que necesariamente se tenga que votar por alguno o todos los candidatos de los diferentes partidos o candidatos independientes registrados.
Me explico: es probable que la elección que deba hacerse por ejemplo para gobernador o diputado federal, ninguno de los aspirantes satisfaga las expectativas del ciudadano que emitirá su voto, y considera que votar por el menos malo, es irresponsable de su parte, por lo que ante la falta de virtudes de los candidatos, decide anular su voto en alguna elección.
Esto de ninguna manera debe reprochársele al elector, entre otras cosas, porque hizo algo importante, acudir a votar, además razona su voto y considera que ninguno de los candidatos merece su voto, observa que él o los candidatos que rechaza, no tienen una propuesta programática seria, que sus discursos están vacíos de contenidos interesantes, etc.
Pero la actitud de éste votante es resultado de una reflexión a fondo, considera que es necesario darle una lección a la clase política, porque simplemente no tiene clase, que atiende intereses cerrados a la mayoría de la población, etc.,…pero éste elector, será duramente cuestionado, principalmente por los profesionales de la política y “analistas” parásitos de ellos, intentarán impedir hasta donde sea posible que ese “mal ejemplo” se propague.
Los ciudadanos tenemos derecho a votar y obviamente también en algunos casos, a ser electos, el artículo 5 del Código Estatal Electoral señala que “el sufragio expresa la voluntad soberana del pueblo.
Votar en las elecciones constituye un derecho y una obligación del ciudadano, que se ejerce para cumplir la función pública de integrar los órganos del Estado de elección popular.
El voto es universal, libre, secreto, personal y directo. En el Estado de Sonora, las autoridades garantizarán la libertad y secreto del voto.”
Como puede advertirse del artículo transcrito anteriormente, el concepto “votar” tiene un sentido amplio, no se refiere necesariamente a apoyar forzosamente a un determinado candidato o candidata, se refiere “a expresar la voluntad” y obvio, ésta puede ser, anulando de diversas maneras uno o varios votos, porque el acudir a votar, no es una acto mecánico, simplista, es mucho más que eso, implica cuestionar, castigar, disentir, y esa actitud merece respeto, incluso la ley electoral estatal, prevé que ante determinadas situaciones, una elección, puede anularse, (artículo 195 del Código Estatal Electoral) pero hasta el momento, la nulidad del voto por falta de interés o rechazo a los candidatos no es una de ellas, en otros países con marcados avances democráticos, existen disposiciones electorales en éste sentido, que obviamente permiten que el político de carrera, intente ser del agrado del elector, por su propuesta y posición política y en ellas reflejan su interés en la comunidad a la que pertenece y en evitar la nulidad de la elección por falta de interés en los candidatos.
En las democracias avanzadas el voto nulo, activo o pasivo, si cuenta, si trasciende, porque refleja deficiencias, inconsistencias en la aceptación del Estado, en México el Estado es absoluto, para el poder, el ciudadano se usa, es un simple ingrediente para “legitimarse”.
Si el ciudadano evita emitir su voto, se abstiene, es un comportamiento regularmente pasivo, que puede interpretarse como aprobación ficta de lo que hacen los gobernantes, permitiendo su perpetuidad, que no es necesariamente benéfica para la sociedad, pero también puede interpretarse como rechazo generalizado, pero a fin de cuentas, la abstención no brinda certeza de su causa, hay quien dirá que se acepta a la clase gobernante, pero también habrá quien opine que es una muestra de desprecio y rechazo, en cambio el voto nulo, cuando no se origina en el error, es contundente, expresa el rechazo a la oferta política, quiere otros caminos, pero la legislación electoral, deja a ese sector del electorado, indefenso, sin posibilidad de influencia, a pesar de que en ese sector encontramos personas con propuestas valiosísimas, a las que la partidocracia, fiel lacaya de la oligarquía económica, buscará mil maneras de evitar su trascendencia. Hasta cuándo?
Ante la inexistencia legal de la oportunidad del electorado de anular elecciones por el rechazo tácito (abstencionismo, no acudir a votar) o expreso (anular el voto) es la coyuntura para que los principales partidos (PRI, PAN y PRD) con sus votos duros, accedan a los diferentes puestos en disputa, porque con el mínimo de votos que se contabilicen, “las representaciones populares” se conceden por ley, pero la legitimidad natural, indiscutiblemente está en duda, y esa es una situación que la partidocracia no quiere discutir y mucho menor resolver.
A nivel nacional existen grupos de ciudadanos que buscan convencernos de boicotear las elecciones, de no acudir a votar, y la propuesta es interesante, pero…quien gana? Considero dadas las condiciones del electorado nacional, quien ganaría es el enemigo público No. 1 de la democracia en México: el PRI.
Qué hacer? Esto puede tener variantes, si el electorado en gran proporción estuviera informado, politizado, consiente, de inicio, no hubiera necesidad ni de tocar éste tema, estuviéramos en un país democrático, de avanzada, próspero, pero como desafortunadamente no es así, tenemos un electorado silencioso, apático, temeroso, en mi caso haré lo siguiente:
Ningún voto a los partidos grandes, por la evidente complicidad que los une, tratar de evitar que tengan mayoría calificada en el congreso federal y congresos locales, votaré, por los mejores candidatos de los partidos pequeños, entiendo que ellos también quisieran acceder a los privilegios de la “alta política”, pero sería un inicio, un llamado de atención a los grupos de poder, esos miserables que se sienten dueños de México, de su gente, de su futuro, se puede hacer esto, en tanto se materialice otra opción de mayor contundencia, para obtener el avance económico, político y social en favor de las mayorías.
