Dos expresiones tímidas en la apasionada lucha electoral
Aunque a estas alturas la contienda electoral ha alcanzado apasionados niveles, se dan cuando menos dos manifestaciones ciudadanas que se expresan con timidez. La primera es la de los artistas y demás creadores de cultura, que siguen el esquema de siempre.
En el seno de los partidos, no de todos, aparece alguien que, motu proprio o en acatamiento de instrucciones de sus dirigentes, llama a reunión a sus amigos cultureros para convencerlos de que su candidato o candidata está tan preocupado por ellos (por los cultureros), que a veces no logra conciliar el sueño.
Estos promotores político-culturales saben que no lograrán atraer a los cultureros para sentarlos a gritar “vivas” en el seno de una asamblea partidista; ni siquiera tienen la seguridad de que votarán por el candidato o candidata del partido. Aspiran, cuando mucho, a controlarlos por la vía de la amistad, o con la esperanza de que habrá manera de trabajar en la administración que viene.
En el peor de los casos, el grupo que logren formar le servirá de adorno al candidato o candidata para dar la idea de que el programa de gobierno no deja de lado la cultura.
En este esquema se localiza también el grupo de creadores de cultura que analizan la situación y condiciones de la cultura de Sonora en este momento, y avizoran soluciones, todo ello al margen de las actividades partidistas. Desde luego, son muchos los cultureros que no se ajustan a ninguna de las posibilidades del esquema y aguardan con indiferencia o con sonrisa de sorna, lo que decidirán en su momento los políticos triunfantes.
Se están dando pasos ya en los dos sentidos principales que se indican. Ojalá no olvide ninguno de los grupos que es muy importante, para echar las bases firmes de un nuevo programa cultural, examinar las fallas y omisiones en que han incurrido los “lo bueno es que ya se van”.
LA OTRA EXPRESIÓN TÍMIDA
La otra tímida manifestación que trasciende a la opinión pública, aunque no por la mera voluntad de la autora, es la que sin muchas ganas expresa la presidenta del Instituto Estatal Electoral, respecto a la retención de su presupuesto en manos del gavilán que agarra y no suelta: el gobernador Padrés.
Recuerdo que en el mes de enero dijo que el mandatario se había puesto al corriente, lo cual no era cierto, aunque ella esperaba que su declaración se volviera verdad de un momento a otro a través de un depósito bancario.
En estos días ha informado que dirigió una carta al gobernador, desde luego en los términos más corteses y sólo con las frases indispensables, para recordarle que no han llegado al IEE 43 millones de pesos de las mesadas que le corresponden. Un reportero de “Entorno” escribió esta semana que el adeudo asciende a 90 millones. Este reportero, como lo han hecho otros, señala con justificada alarma que el retardo en la entrega del presupuesto hace peligrar el proceso electoral en marcha. Al cerebrito de Padrés (que debe tenerlo), no llega esta verdad, y la presidenta del IEE no se atreve a puntualizársela.
Esto se debe no sólo a la delicada cortesía de la presidenta, sino, sobre todo, a la vigilancia de que es objeto por los cuatro consejeros de filiación panista, empleados de Padrés, dispuestos siempre a sacarle los ojos (a la presidenta, no a Padrés).
Ocultarle o birlarle su dinero al IEE equivale a atentar contra la democracia. Padrés sabe muy bien qué es el dinero, pero no estoy seguro de que tenga idea de qué es la democracia.
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