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Miércoles 1 de May de 2024
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Watergate y White House. La diferencia

Raúl Héctor Campa García
Sábado 21 de Marzo de 2015
 

Dr. Raúl Héctor Campa García

En el artículo “Allá los premian y aquí los corren” de Leo Zuckermann, publicado el 17 de Marzo en el periódico Excélsior, pone de manifiesto la diferencia, de lo que implica la libertad de expresión en un país de otro.

En uno, a pesar de amenazas represoras, dos periodistas provocan la renuncia del presidente (Richard Nixon) de una superpotencia, cuando descubren actos de corrupción del gobernante en turno (caso Watergate). Zuckermann comenta, que algunos periodistas desearían ser y tener el valor de los reporteros del Washington Post: Carl Bernstein y Bob Woodward, quienes destaparon la cloaca, del caso de espionaje del presidente emanado del Partido Republicano, a la sede del Partido Demócrata en el edificio Watergate. Editan un libro, que se convirtió en Bestseller, se realiza una película del caso y premian a los periodistas.
Cuento.
En un país, en un lugar de este globo terráqueo, dos periodistas y su jefa inmediata, son despedidos de una empresa que los contrató, para que ejercieran su oficio. En ese ejercicio, destapan unas de tantas cloacas de corrupción gubernamental, que al inicio de la investigación la empresa no se manifestó en contra. Poco después con la formación de una plataforma, cuyo objetivo es destapar todos los actos de comportamiento no éticos, corruptos de toda autoridad de ese “lejano país”, se iban a investigar e informar a los pobladores de esa extraña región; poniendo de ejemplo la Construcción de un lujoso y Blanco Castillo (llamado White House); que por supuesto no fue del agrado del Rey de ese país, del  nunca jamás… PASA NADA.

En ese remoto Reino, los Reyes, son dueños (sin serlo) de todos los medios de comunicación y los dan en concesión, a algunos de sus súbditos, para que informen, solo lo que le conviene al poder y al no cumplir con las “especificaciones” dadas, se ordena a quien se le otorgó la concesión y que se convierte en su lacayo, “guillotinar” a esos subordinados plebeyos, como escarmiento y recordatorio a pobladores del reino, de lo que les puede pasar si no cumplen los deseos de su REY.

Algunos empleados de esos concesionarios del Reino, emigran a otro Reino donde no peligre sus vidas y se respete la libertad de expresión, donde la corrupción se paga, algunas veces con el derrocamiento del Rey. Donde gracias a ello, todos viven en paz y en armonía. En un mundo feliz, en donde todo acto deshonesto o que altere el orden, de sus pobladores, según el caso, quien lo cometa, se expulsa del reino o se va al cadalso, para ejecución pública.

Colorín, colorado, este cuento se ha acabado. Cualquier parecido con otro reino, es mera coincidencia. #PARACAMBIARYOMEINCLUYO…pero de REINO.

Saludos.
Dr. Raúl Héctor Campa García.
raulhcampag@hotmail.com

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