Carlos MONCADA OCHOA
El lunes mostró el gobernador, ante un grupo seleccionado por los funcionarios de cultura (un grupo en el que no me incluyeron, ¡pero al cabo que ni quería ir!) el proyecto para que dos artistas pinten murales en los espacios del palacio municipal que fueron objeto de un gran arguende porque se dijo, y hay quienes lo creen aún, que fueron despintadas algunas áreas.
Fueron Ethel Cooke y Fernando Saldaña los seleccionados para la tarea. No se dijo quién o quiénes los seleccionaron y menos en que se basaron para escogerlos. Puede ser que hayan sido señalados mediante dedazo del gobernador que, como se sabe, es gran conocedor de pintura (¿?)
Ethel y Fernando son pintores de caballete. Ella ha pintado, entiendo, murales en algunas residencias particulares, y de los que se hallan a la vista del público sólo conozco el que está en el exterior del Asilo de Ancianos y el que se mira en el interior del Museo de Culturas Populares. No acaba de gustarme ninguno de los dos.
Saldaña, que es mi pintor de caballete predilecto, nunca ha hecho pintura mural. Ni él ni ella están a la altura de Teresa Morán y de Enrique Estrada, y menos de Héctor Martínez Arteche. Teresa y Enrique hicieron un viaje de varias semanas a Italia en los ochenta, para estudiar a los muralistas clásicos, y Héctor había estado allá mucho antes.
Los nuevos introducirán en el edificio un cuarto y quinto estilo de pintar y ofrecerán una visión más abigarrada de imágenes. Veremos cómo reacciona el ojo de los visitantes.
No dice el boletín qué técnica utilizarán. Tal vez el acrílico porque el fresco es para los grandes, como lo era Arteche. A juzgar por una frase del gobernador, no terminarán el trabajo dentro de esta administración, a la que le faltan seis meses y medio. Arteche pintó una superficie seis o más veces mayor, toda la planta baja, en siete meses y medio. Pero no exigiremos demasiado a Ethel y Fernando.
Deseamos que culminen con éxito su trabajo y que no les queden a deber sus honorarios (en serio, ¿vale?).
¿Así o más claro, consejeros?
Vladimir Gómez, Ana Patricia Briseño, Maribel Salcido y Octavio Grijalva, los cuatro consejeros que actúan y votan bajo las órdenes del gobernador, tomaron lecciones de psicología para fingir indiferencia cuando les están cantando sus verdades. Como que sus miradas se pierden en un punto distante, sólo visible para ellos, y como que no escuchan. Les enseñaron a concentrarse en imaginar la billetiza panista para que las reclamaciones se les resbalen.
El presidente nacional del PRD, Carlos Navarrete, aprovechó el acto del registro del candidato a gobernador, Carlos Navarro López, para decirles que han hecho de las tareas del IEE un ejercicio faccioso (faccioso: perturbador de la paz pública, grupo que actúa con parcialidad) y les restregó en el rostro, ahí, delante de todos, su falta de respeto a la ley. Ellos, los cuatro, fingían demencia. Con que el gobernador esté conforme, que se caiga el mundo, pensaban.
Fue gráfica y expresiva la imagen del candidato Javier Gándara con una carga explosiva en la cintura, y la de la presidenta Guadalupe Taddei con una pesada piedra atada al cuello.
La cuestión es que a los consejeros vendidos no se les puede hablar más claro. Es la última oportunidad para reflexionar, a menos que la concha que han desarrollada se los impida.
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