Glafira Osorio Clark
Humboldt organizó la reglamentación oficial de la enseñanza pública para lograr una renovación “espiritual” del Estado (“espiritual” en el sano sentido de elevar el espíritu nacionalista).
Contrariando la postura que existía en toda Europa, de brindar a los alumnos conocimientos útiles y prácticos, opuso al principio pragmático, uno humanístico basado siempre en Rousseau: la formación del hombre debe preceder a la del ciudadano y constituir su base.
Con este precepto entendemos que no habría en México narcotráfico, altos niveles de crímenes delictivos, deserción escolar o delitos de cuello blanco.
Humboldt explicaba: “Es indudable que no todo el mundo podrá recorrer hasta el fin el camino de la cultura general, si sus facultades, sus inclinaciones o sus recursos no se lo permiten: pero en todo caso, cada uno llevará a su vida profesional una formación general básica, sea cual fuere el momento de la fase en que abandone esa ruta”.
¿Podemos decir que en México, en el momento en que abandone la escuela un joven, está preparado para enfrentar exitosamente la vida? No. En seis años apenas se aprenden las operaciones matemáticas básicas y mal se aprende a leer sin conservar siquiera el hábito. Estamos fallando tanto en el desarrollo de las habilidades, como en el poder incentivar en los alumnos, el deseo de aprender.
De la nueva organización de Humboldt surgió la escuela elemental, orientada a formar al alumno en la adquisición de valores humanísticos que lo hicieran un individuo de bien. Se entiende entonces, la importancia de brindar educación cívica desde los primeros años de primaria y hasta la preparatoria con las materias de Lógica, Ética y Estética, Además de Etimologías Grecolatinas que han desechado la mayor parte de las escuelas privadas por no encontrar quien brinde la materia, mientras los egresados de Letras Clásicas de la UNAM no encuentran trabajo.
Humboldt creó la escuela secundaria, el “Gymnasium” alemán, para seguir teniendo en cuenta al individuo sobre todo lo demás –materias, habilidades- permitiendo que cada alumno se consagrara por entero a sus intereses.
Aplicó el mismo principio a la Universidad, entendiéndola como centro de la cultura humana. Se alejó de las escuelas especializadas y la ideó como un eje de cultura general. ´”La vieja Facultas artium dejó de funcionar como facultad subalterna y simple preparación de las otras tres facultades profesionales superiores; se transformó en la facultad central que impregnaba a todas las otras con su levadura. La Universidad de Berlín fundada en 1810 por Humboldt es un modelo a ese respecto. La especulación filosófica y el método filosófico-histórico dio en ella el tono a las otras facultades. Libró a los estudios del espíritu puramente pragmático, poniéndolos al servicio de la “idea del saber”, porque lo fundamental era que el verdadero saber descubre el verdadero sentido de la vida y forma así la acción y el carácter.
Pestalozzi y Rousseau se enfrentaron, como Humboldt, a la disyuntiva de si los conocimientos utilitarios debían ser opacados por la formación humanística. La discusión continúa.
