Glafira Osorio Clark
Se cree que el problema de los rechazados en las universidades públicas es debido a la falta de espacios públicos. La autoridad, por su parte, señala que la situación de los estudiantes rechazados se debe a su falta de habilidades para aprobar el examen.
La verdad es que, contando con ambas versiones, se puede dar resolución a un problema que genera gran parte de la pobreza en México con el proyecto de aulas virtuales.
¿Cuáles son las expectativas de que el sistema de educación no presencial atraiga la atención de la sociedad? En la UNAM, Corusera recibió 21 mil estudiantes en su curso Online, Pensamiento Científico. Hubo profesionistas, técnicos, artistas, personas sin título, estudiantes de secundaria, de universidad, de diversas carreras, de todo el mundo, etc. Las expectativas, sencillamente, se salieron de su cauce.
James F. Carlin, presidente de la Junta de estudios Superiores de Massachussets, dice que “nos guste o no, el sistema universitario va a ser desmoronado y vuelto a montar de forma diferente. ¿Por qué va a cambiar todo menos la enseñanza universitaria?”.
Los administradores estadunidenses coinciden en que dentro de 30 años, los campus universitarios serán reliquias.
No hay que esperar tanto. De aquí a un año, México podía haber cambiado ya su sistema universitario si pide a las universidades públicas y privadas, incluir al menos una carrera en modalidad no presencial, y un número determinado de becas para quienes demuestren no poder pagar una colegiatura privada.
El principal obstáculo que habrá que vencer es la resistencia de los que dirán: es que cualquiera puede usurpar al estudiante virtual. Se ha comprobado que quienes cursan este tipo de estudios, están más involucrados con su aprendizaje y suelen ser más autogestivos que los estudiantes del sistema tradicional. Se trata pues, de un estigma.
Las carreras no presenciales son la respuesta al problema de espacio, y al problema de una educación rígida que sólo atiende a la inteligencia lingüística y matemática, pues abre posibilidades de interacción a aquellas personas (que diagnosticadas irresponsablemente como hiperactivas), necesitan del movimiento de su cuerpo para aprender. Por otro lado, originan una educación permanente, una educación para toda la vida, tal como la imaginaban Ilich y Thoreau, de puertas abiertas, sin costo y dirigida a la revolución humana del conocimiento y del saber.
Otra ventaja de la educación no presencial, es que brinda una real alternativa a la economía petrolizada. Los países que no cuentan con este recurso invierten en la instrucción de sus ciudadanos.
Quizá deberíamos omitir ese apego extra nacionalista al crudo, y volver los ojos a un reto más enriquecedor para el engrandecimiento de México: ell fomento a la educación no presencial.
