Los valores, las competencias y los saberes de los alumnos van cambiando con cada generación.
La escuela del futuro –no ya la del nuevo milenio que va quedando atrás- requiere de nuevos conceptos que afianzan al estudio de la ciencia, de los valores emocionales y espirituales (que nada tienen que ver con una religión, sino con la “humanización” de cada individuo en lo particular), y a la adquisición de competencias tecnológicas, se confronta con las escuelas de antaño que no han logrado superar su temporalidad.
En México se esgrime la necesidad de un mayor presupuesto educativo cada vez que solicitamos mejores resultados. Sin embargo, es un hecho de las sociedades modernas, que es más conveniente el aprovechamiento del presupuesto que el crecimiento del mismo. De hecho, muchos de los problemas educativos que enfrenta el país no tienen que ver con la carencia económica, sino con deterioros sociales.
Por ejemplo, en las escuelas primarias, las cooperativas se convirtieron en mini Oxxos infantiles, con todo tipo de golosinas y alimentos de baja nutrición al alcance de los niños. El resultado es una obesidad prematura y diabetes infantil como nunca se había visto en el país. Dentro de la reforma educativa nacional, uno de sus puntos más importantes es la re-educación escolar de cara a la nutrición. No es pues, la falta de dinero la que provocó que miles de menores de edad hoy tengan problemas de salud de adultos, sino una malformación social casi endémica, que nos imagina siendo más felices en tanto más gastamos, especialmente en comida chatarra.
La neoeducación que se implantará en breve en las nuevas generaciones, cuida la ecología, protege el recurso hídrico de nuestras comunidades, respeta la diversidad, convive en armonía, protege los derechos humanos, se interesa por la ciencia y la tecnología, y es apta para generar obra de mano calificada más allá del campo técnico. La pregunta es si los maestros ya están listos para el cambio, o seguirán yendo detrás de la tendencia, justo como se hace hoy, cuando la reforma llega para resolver problemas educativos, no para evitarlos.
