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Zalamería política, síndrome electorero

Raúl Héctor Campa García
Viernes 23 de Enero de 2015
 

Zalamero se define como aquella persona que muestra un exceso de cariño o afecto empalagoso; que puede ser real o exageradamente fingido para conseguir tal o cual cosa. En las persona “que padecen este mal,  se nota tanto en el lenguaje hablado como corporal. Este mal en política es cíclico en su incidencia, aparece en épocas de elecciones y persistente en ocasiones.

Síndrome, es un conjunto de signos y síntomas que caracterizan a una enfermedad.

La zalamería en política, tiene su principal signo o componente en expresar exageradamente adulaciones a ciertos personajes encumbrados o que se quieren encumbran en algún puesto político o institucional. El zalamero político, por lo general nunca va solo, es un apego grupal al Jefe o al “señor”a quien se le hace lisonja.

Resaltan las virtudes (que no dudo las tengan), pero se ocultan los defectos, o no se animan, los que adulan, a decirlos porque se verían afectados en sus intenciones de conseguir algo.

Cuando se van acercando las siembras electoreras, los futuros candidatos “cinchos” arman sus grupos afines a sus proyectos y empiezan a rodearse o se les acercan los jilgueros indispensables para formar a su “feligresía”con una estela de zalameros, para exaltar sus méritos, el espíritu de servicio y su compromiso con la población, sobretodo con las personas más necesitadas, más vulnerables.  Se le rinde culto a la personalidad en forma desproporcionada, teniendo al aludido personaje en un pedestal donde se le pueda “adorar” como a  un dios (con minúscula) de la grilla. Nunca se externan  los compromisos, con los que hacen los acuerdos y tienen que pagar los cotos de poder, por los “cochupos cupulares”(a veces copulares, también, dijo el borrachito). Los aduladores, mientras ellos salgan beneficiados, les vale gorro aquellos y estos últimos. Su fin es el“Ya amarré”tal o cual posición.

El Zalamero político, no es consistente en su “lealtad”política. Porque las circunstancias cambian   y así cambian “sus lealtades”. Los que en un tiempo estaban con alguien, ahora están con los que eran sus contrarios. Ejemplos. Algunos zalameros del NO al Novillo, andan como corderitos lisonjeros berreando del otro lado y viceversa o agazapados esperando a ver quien ganará en estas contiendas.

También existe el zalamero mercenario, aquel que recibe paga para adular a personajes políticos de cualquier color.

Quizás todos los que en cuestiones de grilla andamos, cometamos el “pecado zalamerico”.

Pero quien disiente con valentía y no de palabra,  o apoya a algún político con fundamento, con análisis critico... puede ser que esté “absuelto” de ese capital pecado. Ave María Purísima, líbrame de esa tensión y no dejes salir al político ramplón que llevamos dentro. 

O como dijo alguna vez Felipe Calderón “lucho todos las días y emprendo una pelea  con el pequeño dinosaurios priista que llevo dentro”. ¿Les o nos pasará esto? Ojala y ganemos esa batalla.

Les saludo con mi afecto.

Dr. Raúl Héctor Campa García

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