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Sábado 27 de Abr de 2024
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En los zapatos del Nuevo Sonora

Aureliano Rincón
Martes 13 de Enero de 2015
 

"Solo le pido a Dios, que lo injusto (despilfarro) no me sea indiferente…":

León Gieco

“Levántate ya van a ser las 7; tienes que ir a la junta de padres”, me apura mi mujer, luego de advertir que atendí al despertador con la misma deferencia con que suelo tomar los llamados a misa.

De bote pronto, la memoria entra en acción; se vuelve inevitable no recordar las notas de Don Gabilondo Soler y su Merienda, que nos anunciaba cada mañana que “las 7 ya van a dar…” y había que “ponerse las pilas”.

Y arropado de una fría madrugada de enero, me dirijo con un afán involuntario a la secundaria donde estudia mi hijo para la entrega de calificaciones y vaya usted a saber qué otros anuncios de ocasión.

Un ejercicio para reflexionar, unas recomendaciones, todo parece marchar como miel sobre hojuelas hasta que llega el tema de los uniformes escolares, esos que los funcionarios del Nuevo Sonora presumen sin tregua.

Pero apenas terminó de decir la maestra que era obligatorio portar dicho uniforme, apenas entregado a principios del año, comenzaron a zumbar las críticas y quejas en el salón de clases, dominado por féminas.

“No sirven, son una porquería”, “Son de plástico”, “Los chamacos no los usan”, se expone entre otros halagos difíciles de cuestionar, pues cómo alegarle a quienes mejor conocen a nuestros chamacos.

“Yo por eso lo traje, para ver qué hacía con los zapatos porque no están ni para regalarse”, exclama una de las madres, quien además cuenta que la talla que le llegó a su hijo no fue la correcta, lo que al parecer fue muy común.

Se multiplican los comentarios y en segundo el salón se convierte en un solo un murmullo, mientras la maestra hace mutis, quizás pensado qué responder o un intento de defender lo evidentemente indefendible.

Pero no. Después de un amplio suspiro, la docente da rienda suelta a su opinión y dice algo como: Todos sabemos el trasfondo del porqué este señor (Padrés) se puso a regalar zapatos; es una clara estrategia para ganar votos.

Y nos confió que: “Varios maestros ya analizamos el material y vimos que no son de calidad. Es más, los alumnos se pusieron a jugar con ellos y los destrozaron, hasta los colgaron en los cables del teléfono y la luz en señal de burla”.

“Está en ustedes en decidir si mandan a sus hijos con esos zapatos, pero es obvio que no los quieren”, agrega la maestra y suelta como colofón: “Si son tan buenos como dicen, pues que también los utilicen los funcionarios y maestros”.

Al salir de la junta, un vecino que también tiene una hija en esa secundaria, me informa que los uniformes ya no se los están entregando a los alumnos, pues se detectó que algunos alumnos hicieron mal uso de las prendas.

Mientras tanto, desde la publicidad gubernamental se presume que un par de zapatos llegará a 528 mil alumnos de educación básica (a estas alturas aún no terminan), para lo cual se gastaron 57 millones de pesos. Cada par de zapatos salió poco más de 100 pesos.

La empresa responsable de producirlos aparece con un domicilio en León, Guanajuato y con RFC: MAY990609QC5, pero al intentar acceder a su página de internet, http://www.mayala.com.mx/, resulta que no aparece nada en la pantalla.

De ese tamaño fue la formalidad de la operación y de ese tamaño el despilfarro del Nuevo Sonora. Y así proponen que siga el cambio, cuanta desfachatez. Es cuanto.

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