“Defendamos la esperanza”, propone el eslogan de la Red de Derechos para Todos”. Propuesta oportuna para compartir mi experiencia de participación activa en Cajeme 2020 y las reflexiones posteriores a la luz de otras experiencias de construcción de ciudadanía.
De sobra está confirmado que las experiencias ciudadanas; sean movimientos, organizaciones; sean espontáneas o programáticas, si los vemos de manera aislada tenemos que aceptar que son efímeros y aparentemente de dudosos resultados.
En cambio si los vemos como eslabones, podemos confirmar que en su trayectoria forman una cadena; o si los vemos como nudos, entretejen una red y en este caso ese continuo si tiene un resultado indiscutible: fortalece a la ciudadanía.
En un contexto de descontento ciudadano ante la democracia; ante los partidos, los gobiernos, los servicios de salud, el sistema educativo, los servicios financieros, la violencia, la corrupción y la impunidad, las televisoras y hasta con el futbol; son necesarios los espacios ciudadanos, al menos para compartir el descontento ciudadano. Una especie de grupo de autoayuda de “ciudadanos anónimos” o de “indignados anónimos”. Tan solo esto ya le da validez y sentido a una agrupación ciudadana.
Cajeme 2020 fue más que un grupo de autoayuda de “ciudadanos anónimos” frente al descontento. Fue un proyecto de construcción ciudadana de futruo.
Cajeme 2020 fue un ejercicio ciudadano de proyectar el futuro del municipio, la evaluación que hoy se presenta recoge sus logros, en las distintas líneas estratégicas.
Los teóricos dicen que la gobernanza consiste en incorporar a los actores estratégicos de la sociedad a la planeación del territorio y desarrollo económico, social y cultural de sus habitantes; a la toma de la decisiones públicas; a la vigilancia del ejercicio democrático del poder y a la evaluación del impacto de las políticas públicas. Y dicen también que lo anterior fortalece la gobernabilidad. Y si esto es así, Cajeme 2020 ha sido una experiencia de gobernabilidad en gobernanza.
Es cierto que su último periodo de vida latente es casi igual al de vida activa; pero no por ello menos productivo, porque nos presenta hoy una recuperación de su trayectoria, que deja clara la visión de futuro que ciudadanos construyeron para el municipio y para si mismos y la concreción de avances en proyectos específicos. Lo cual trazó un punto de partida para la orientación y monitoreo del desarrollo municipal hasta el año 2020. Proyección que nos compromete, al menos por curiosidad, a estar pendientes de la carta de navegación trazada.
Para quienes han hecho posible esta evaluación y para quienes participen en el proceso de socialización no sé qué les diga sobre el futuro propio de Cajeme 2020. Personalmente, a distancia de la experiencia particular y del proceso de evaluación, pero activo en otras experiencias de fortalecimiento ciudadano, puedo decir que en la medida que aumenta el descontento ciudadano, más necesarios se hacen espacios propios, aunque sean ocasionales, intermitentes e informales, como las reuniones de “traje”, para continuar el diálogo entre ciudadanos sobre problemas ciudadanos. Un diálogo ciudadano que inició Cajeme 2020, sobre problemas propios y futuros posibles. Un diálogo que solo nosotros podemos continuar, porque es sobre nosotros mismos, sobre nuestros problemas y nuestro futuro. Un diálogo en el que nadie nos puede sustituir porque nosotros somos los que construimos antecedentes comunes y proyectamos un futuro a lograr.
Cajeme 2020 significó esperanza ciudadana. Defendamos la esperanza. Y encontremos el modo leve de engarzar este eslabón en una cadena de fortalecimiento ciudadano.
Con la certeza de que la vida buena que soñamos los ciudadanos , solo nosotros, los ciudadanos, la construiremos.
Con esperanza y solidaridad ciudadana, Rafael Lucero Ortiz.
