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Por Demian Duarte
Es irrefutable que cada región del estado, o del país tiene una vocación productiva definida, y que en muchos casos esa es su mejor oportunidad de lograr un desarrollo a favor de sus habitantes.
Sin embargo también es bastante claro que la posibilidad de diversificar y modernizar la economía de cada región, es algo que aporta mucho en el proceso y permite un mayor desarrollo económico, lo que termina tarde o temprano por plantear una perspectiva de mayor crecimiento en la economía de las familias.
Me referiré a dos casos en especifico en nuestro estado, que muestran los fuertes contrastes que una u otra decisión terminan por dar y que se refieren por supuesto a asumir un cambio de paradigma, o bien a mantenerse estáticos y sin buscar nuevos modelos a pesar de saber que el que se ha seguido pueda mantener a una región estancada o incluso en el atraso.
Hermosillo hace ya casi 30 años definió su perfil y pasó de ser una economía agropecuaria a ser una industrial, foco del sector automotriz, de la industria minera (por la actividad comercial que eso engloba en la capital), además de una ciudad enfocada al comercio y los servicios; todo ello sin abandonar su vocación inicial, lo que ha dado por resultado una fuerte expansión económica, un crecimiento urbano y de infraestructura y un aumento en su población.
No es ningún misterio que a Hermosillo se ha trasladado gente de todo el estado en busca de estudios, trabajo y un lugar dónde vivir. Es común que esto ocurra cuando se presenta un centro urbano en auge y expansión.
Por supuesto es de esperarse en los próximos años una expansión aún mayor a partir de la disponibilidad de agua y de la ampliación de la oferta de gas natural a partir de la presencia del “gasoducto noroeste”, que podrá ampliarse a Hermosillo, luego de que la firma Ienova decidió que el trazo del mismo se acercará a la capital a una distancia de 30 kilómetros.
Si usted sabe leer las señales, estos dos factores, más el aumento en la presencia del sector de autopartes y la industria aeroespacial, además de la construcción de un nuevo parque industrial, le darán un nuevo empuje a la capital de Sonora.
El otro caso es Cajeme, que se ha mantenido enfocado al modelo de desarrollo de agronegocios, en especial el cultivo de miles y miles de hectáreas de trigo, y en donde a pesar de disponer de abundante tierra cultivable y recursos hidráulicos, no se ha dado el paso para cambiar los patrones de cultivo.
Mucho menos se ha dado el paso para modernizar el aparato productivo y permitir el desarrollo comercial pleno de la ciudad, que no ha logrado crecer tampoco en la oferta de servicios y muy tímidamente lo ha hecho en el plano comercial.
Tampoco la industria ha tenido un gran desarrollo hasta hoy, más allá de las empresas que tradicionalmente han trabajado en Cajeme.
Esto ha detenido el desarrollo, ha frenado el crecimiento de Ciudad Obregón y ha propiciado que al contrario de lo que ocurre con la capital, la población no crezca y que de hecho se presente una constante ola emigrante hacia la capital del estado y otros lugares, pues la gente busca y quiere oportunidades, que por desgracia no encuentran en su tierra.
La cuestión es fácil de explicar, en Cajeme el ingreso per capital ronda los 7 mil 800 dólares al año, mientras que en Hermosillo está alrededor de 17 mil 500 dólares al año; a nivel Sonora el ingreso es superior a los 11 mil 500 dólares, así que está claro de que en Cajeme en particular ocurre algo que limita el mayor crecimiento de la economía y un mayor bienestar de sus ciudadanos.
La explicación que muchas veces se ha dado al respecto es que son los dueños de los factores de producción, de los terrenos y de los negocios, es decir las familias que por décadas han sido dueños de Ciudad Obregón y el Valle del Yaqui son quienes no quieren el cambio y la modernización y por tanto no permiten que la economía de esa región del estado, se modernice, cambie y florezca, una situación que en lo personal siempre me ha parecido difícil de creer y más de entender, pues equivale a darse un tiro en el pie y después querer correr.
La cuestión es que los negocios no pueden florecer sin capacidad de compra de los consumidores, a menos claro que los consumidores del lugar donde tienes tus negocios no te importen mucho y lo que busques sea mantener un control férreo de tus trabajadores, sus ingresos y busques espantar cualquier factor que pueda presionar tu mercado laboral a la alza.
Esto es explicable si tu objetivo es acumular riqueza comercializando tus productos fuera de la región en que los produces, en una lógica de ser los dueños del pueblo, no permitir su desarrollo y hacerte rico a las costillas de la otra fuerza que interviene en el desarrollo de capital, que es la fuerza de trabajo.
Afortunadamente esa perspectiva podría cambiar a mediano y largo plazo, no porque se cambie la lógica actual de la región de Cajeme y el Valle del Yaqui, que ya está visto seguirá con el cultivo intensivo de trigo y no cambiará a otros cultivos; la cuestión es que está por llegar una nueva era de desarrollo industrial a esa zona.
Ayer el secretario de economía Moisés Gómez Reyna, me adelantaba en Pasión por los Negocios de radio, que pronto se podrá introducir a esa región la industria aeroespacial, en particular en mantenimiento y reparaciones operativas, a partir de la finalización del hangar que se ha construido la zona aledaña al aeropuerto de Cajeme, y que esto permitirá atender aeronaves de gran tamaño.
Este factor, sumado a otras estrategias para impulsar a la industria en Cajeme, pronto impulsarán el crecimiento de la industria y la posibilidad de que los sueldos de los trabajadores de este sector, impulsen al resto al alza, lo que podría propiciar un aumento en el nivel de ingresos de los cajemenses en promedio. Mi duda es si los dueños del pueblo (una vez más) estarán dispuestos a aceptarlo.
Tomado de: Pasión por los Negocios
