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En el Día de la Mujer

Tere Padrón
Jueves 07 de Marzo de 2013
 

El 8 de marzo se conmemora en el Día Internacional de la Mujer. En muchas partes el mundo, habrá toda clase de festejos. Desde protestas y marchas a favor de los derechos de las mujeres hasta carnavales y desfiles en donde las mujeres “emancipadas” habrán de dar rienda suelta a sus derechos y a sus libertades exhibiéndose medio en cueros ante la mirada expectante del mundo.

Sin embargo, en casi tres cuartas partes el planeta, (incluyendo México), las mujeres vivirán un día más de trabajo esclavizador, de humillaciones, de violencia por parte de sus compañeros sentimentales, de falta de oportunidades y de desigualdad social.

En los países más afortunados, las mujeres festejarán su día entre “amigas”, coreando consignas anti machistas, haciendo alarde de su belleza, de su libertad y de su independencia masculina. También será ocasión propicia para lucir y exhibir sus “armas”, las que someten a los hombres a su dominio, es decir, su cuerpo, sus atavíos, sus accesorios y, en fin, todo eso que, según ellas, las hace más “femeninas”. Todo esto se hará bajo la premisa de que “las mujeres somos más chingonas que los hombres”, sin percatarnos de que, justamente, estamos pecando de lo mismo que siempre hemos criticado de los hombres, de machismo. Las mujeres, para ganarnos el respeto y la admiración delos hombres, deberíamos empezar por respetarnos

y gustarnos y querernos a nosotros mismas tal y como somos y de considerar nuestra feminidad no como un arma, sino como un complemento de lo masculino. Como la parte que equilibra la balanza entre hombre y mujer.

En el judaísmo, hay un acontecimiento que se asocia a las mujeres y que muchas organizaciones civiles y congregaciones religiosas judías, han determinado como la “fiesta femenina” por excelencia. Es Rosh Chodesh (ראש חודש), o “la cabeza del mes”. El calendario judío, a diferencia del nuestro, es lunar. Es decir, los días inician no a la medianoche, sino al atardecer, justo a la salida de la luna. Según la tradición (y no sólo el judaísmo sino varias religiones orientales), la luna se ha asociado siempre a la mujer. Una de las explicaciones más aceptadas es que el ciclo menstrual femenino coincide con el ciclo lunar. De hecho, la palabra hebrea para vientre “rejem” (רחם), contiene las mismas letras que la palabra hebrea para cabeza de los meses “jodeshim” (רשי חדשים). Otro lugar en donde se asocia a la mujer con la luna en el judaísmo es en el Zohar, el libro que es la autoridad en cuestiones de misticismo. En el Zohar, se habla de la Shekiná ( שקינה ), que es la Presencia Divina, que los místicos asocian a la parte femenina de Dios. Sólo cuando el mundo sea redimido de sus pecados, la shekiná se unirá a su aspecto masculino y la luna brillará más intensamente que nunca. La luna nueva, entonces, como símbolo de renovación, de creación de vida, está íntimamente relacionada con la fertilidad femenina.

Pero la leyenda más aceptada dentro del judaísmo de por qué se asocia Rosh Jodesh a las mujeres, la hallamos en el libro de Éxodo. Cuando Moisés libera al pueblo hebreo de la esclavitud egipcia, sube al Sinaí para recibir os diez mandamientos de Dios. Al ver que tardaba mucho en volver, los hebreos le piden a Aarón, el sacerdote, hermano de Moisés, que les fabrique un “dios” que marche delante de ellos y los guíe a través del desierto. Construyen un becerro de oro y piden a las mujeres sus alhajas para tal efecto. Ellas se oponen a participar en tal blasfemia y se niegan a entregar sus joyas para construir dioses falsos. Las mujeres judías tienen una conexión especial a Rosh Jodesh y por consiguiente se abstienen del trabajo extra en ese día. Esta conexión especial se explica en un antiguo libro llamado Pirkei de Rabi Eliezer (capítulo 45): “Cuando los hombres Israelitas quisieron usar los aretes de oro de sus esposas para el Becerro de Oro, las mujeres no estuvieron de acuerdo. Dijeron: ‘¿Ustedes quieren nuestras joyas para traer

desgracia y abominación? No los escucharemos! ‘ “Di-s las recompensó en este mundo celebrando Rosh Jodesh y concediéndoles méritos en el mundo por venir, donde ellas se renovarán como el nuevo mes.”

Cualquiera de las tres explicaciones anteriores nos sirven para darnos cuenta dela importancia que para el judaísmo tiene el aspecto femenino de la vida, en general. Por eso es que Dios dijo en el libro del Génesis: “No es bueno que el hombre esté solo” y creo a la mujer. Por eso es que hay luna y hay sol; hay noche y hay día; hay frío y hay calor; hay agua y hay fuego. La dualidad dela divinidad, está presente en muchas otras culturas, tradiciones y religiones. Cualquiera que sea nuestra concepción del mundo, no debemos olvidar que la igualdad entre ambos sexos debe estar fundada en el complemento, en la fusión de ambos, hombre y mujer, para crear, para compartir, para crecer juntos, para completar ese doble aspecto de nuestra condición en donde no debería sobresalir uno más que el otro; no debería destacar uno opacando al otro; no debería distinguirse uno en detrimento del otro, sino al contrario, deberían ambos ocupar el mismo sitio privilegiado en nuestra vida, pues sólo así podremos fundar una sociedad justa, igualitaria y democrática en donde hombres y mujeres no hagan énfasis en su machismo o su feminismo, en la superioridad de unos o de otros, sino que busquen el lugar de encuentro entre ambos. Sólo así, aceptando que somos absolutamente indispensables la una para el otro, podremos tener motivos para festejar a las mujeres, no sólo el 8 de marzo, sino cada día del año.

Teresa de Jesús Padrón Benavides

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