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Denver: La masacre anunciada

Jorge Ramos
Viernes 27 de Julio de 2012
 

Por Jorge Ramos

Ya sabíamos que iba a volver a ocurrir. Solo faltaba saber dónde, cuántos muertos habría esta vez y quién la realizaría. Ocurrió en Aurora, Colorado, con una docena de muertos y decenas de heridos, con un jóven arrestado (James Holmes) con acceso ilimitado a armas de fuego –le encontraron un rifle, una escopeta y dos pistolas- y una nación que, de nuevo, se pregunta ¿por qué pasa esto tan seguido en Estados Unidos?

Todos sabemos la respuesta: porque en Estados Unidos se pueden conseguir rifles y pistolas con muchísima facilidad. Para conseguir ciertas medicinas en la farmacia, necesito una receta del doctor. Para comprar un arma automática, de guerra, basta una identificación y, a veces, ni siquiera eso.

En Estados Unidos no hay la voluntad política para restringir las armas de fuego. Ningún político de importancia se atreve a enfrentarse a la impopular idea de prohibir la posesión, compra y venta de armamento. Y menos en un año electoral.

La lista de masacres no nos ha enseñado ninguna lección. Columbine, 1999, 15 muertos. Virginia Tech, 2007, 33 muertos. Tucson, 2011, 6 muertos y la congresista Gabrielle Gifford seriamente herida. Y ahora Aurora.

Estas masacres se han convertido, casi, en un ritual. Ocurre la matanza, le hacen psicoanálisis al asesino solitario –a quien casi siempre terminan catalogando como “loco” o “desadaptado social”-, hay un funeral público, los políticos dan discursos y nada cambia. Esta vez será exactamente igual. Hasta la siguiente masacre.

A solo unos meses de las elecciones presidenciales ni el presidente Barack Obama ni el candidato Republicano, Mitt Romney, se atreverán a proponer cambios a la segunda enmienda de la constitución. Significaría su segura derrota en noviembre. Dicha enmienda tenía sentido cuando fue instituida en 1791 pero en este 2012 le urgen cambios. Y la primera es prohibir, como antes del 2004, la venta de armas automáticas utilizadas en guerras.

La falta de voluntad política para restringir el uso de armas de fuego se explica porque, a pesar de las masacres, un creciente número de norteamericanos prefiere dejar las cosas como están. Una encuesta de Gallup en 1990 decía que el 78 por ciento de los estadounidenses quería leyes más “estrictas” para el uso de armas. Sin embargo, en el 2010 ese número bajó al 44 por ciento.

Quienes argumentan que hay que mantener el derecho absoluto a portar armas dicen que, precisamente, masacres como la de Aurora demuestran la necesidad de autodefenderse. Pero esto nos lleva al absurdo de pensar que todos los asistentes al cine deben ir armados por si a alguien se le ocurre disparar a la audiencia.

No es casual que la masacre de Aurora haya ocurrido mientras las víctimas veían la función de medianoche de la nueva y violenta película de Batman. La sociedad norteamericana está rodeada y alimentada por la violencia, desde sus dos guerras –en Irak y Afganistán- hasta sus juegos de videos. No es extraño, entonces, que uno de sus miembros reaccione violentamente y, más aún, cuando nadie limita su acceso a armas.

Este tipo de matanzas toca en lo más profundo a quienes vivimos en Estados Unidos. Nos hace sentir muy vulnerables. La realidad es que nos pudo haber pasado a cualquiera.

Cuando me despertaron los primeros tweets y llamadas en la madrugada del viernes, minutos después de la masacre, lo primero que hice fue pensar en mi hijo. El había ido al cine la noche anterior –también a ver la premiere de Batman- y por un instante me alarmé. No, esta matanza no había ocurrido en Miami sino en Aurora. Pero estoy seguro que miles de personas tuvieron un angustioso despertar como el mío. Este tipo de asesinatos masivos son terriblemente frecuentes en Estados Unidos y nadie está a salvo.

Lo más frustrante es que todos sabemos por qué ocurren estas masacres y que no se hará nada imporante al respecto. Los norteamericanos -con esa constante sospecha a la autoridad y al gobierno- prefieren la falsa idea de seguridad que da el defenderse con sus propias armas en lugar de imponer leyes que nos permitan a todos vivir más seguros. Este tipo de masacres no ocurre en Japón o en países europeos donde se prohibe el acceso ilimitado de rifles y pistolas a sus ciudadanos.

Lo peor de todo es que, pronto, otra masacre volverá a ocurrir en Estados Unidos. Esta anunciado.

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