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El pasado viernes inició formalmente el proceso electoral 2001-2012 y con ello la ejecución de todas las acciones que culminarán en la jornada electoral del 1 de julio del próximo año y que para el caso de Sonora se renovará el congreso estatal y las 72 alcadías.
Y aunque las campañas aún están lejos por comenzar, las precampañas se adelantaron en casi todo el territorio sonorense ante la inacción del Consejo Estatal Electoral, concentrado en resolver la crisis que sufre al interior, debido al cuestionado nombramiento de los consejeros electorales.
De ahí que tanto en las calles de la ciudad, como en las pantallas de televisión, celulares y programas de radio, los diversos espacios han sido saturado con mensajes de los aspirantes a los distintos cargos de elección popular, donde sobresale la competencia a la Presidencia Municipal.
Al analizar los números de las últimas 6 elecciones a la alcaldía (1994-2009), lo primero que resalta es que el municipio ha experimentado gobiernos de los tres partidos políticos más importantes, sin que ninguno haya podido entregar el poder a una administración de su propio partido.
Las elecciones del año de 1997 fueron históricas para México y para Sonora. Para el caso nacional el PRI perdía la mayoría del Congreso de la Unión y a nivel local PRD y PAN ganaban las alcaldías más importantes que marcaban un nuevo escenario político en el territorio sonorense.
Con la victoria del perredista Javier Lamarque Cano de nuevo se daba la alternancia política en Cajeme, pero con un partido diferente, ya que la primera vez fue en 1979 con Adalberto Rosas López y las siglas del PAN, superaron a un candidato de la estirpe de General Obregón.
Las cifras del Consejo Estatal Electoral hablan de la aplastante derrota que sufrió por primera vez en su intento de ser alcalde el candidato del tricolor, Ernesto Vargas Gaytán, quien obtuvo 32,668 mil votos, mientras que el candidato amarillo contabilizó 62 mil 566 votos.
Tres años más tarde, el priísta Ricardo Bours recuperó la plaza por más de 10 mil votos sobre Ascención López Durán, quien pagó “los platos rotos” de la división interna del sol azteca y el desgaste del gobierno perredista marcado por la estridencia.
Las cosas estaban tranquilas políticamente hasta que Jesús Félix Holguín no aceptó que el clan Bours lo vetara para una diputación local, obtiene la candidatura a la alcaldía por el PAN y le gana por más de 7 mil votos a un desganado Sergio Gastélum del PRI.
El gobierno de Chuy Félx pactó con el gobernador de Eduardo Bours para que el trienio transcurriera tranquilamente, pero la imposición de Juan Manuel Ramos Holguín no convenció a los panistas y sucumbió ante la candidatura de Francisco Villanueva Salazar.
Fueron 15 mil votos la diferencia y al interior del panismo tradicional quedó la sospecha de traición sobre el ganador de la diputación federal en el 2006, el ex alcalde Félix Holguín, que tras concluir su gestión, regresó para apoyar al candidato del PRI en el 2009, Ernesto Vargas Gaytán.
La mesa estaba puesta para repitiera el PRI, pero quién iba imaginar que Cajeme sería el epicentro de la división interna del tricolor, protagonizada por los hermanos Bours, además del escándalo de los 13 millones y los efectos colaterales de la guardería ABC.
Fue así que desde el PAN un persistente Manuel Barro Borgaro dio la sorpresa y le ganó en el último tramo a un desprestigiado Ernesto Vargas Gaytán, que “cayó” abatido en las urnas como en 1997 aunque con una diferencia menor, que fue de 10 mil votos.
Tras el ascenso al poder, el gobierno de Guillermo Padrés lanzó el proyecto Sonora Si y encontró resistencia en los grupos de poder identificados con el PRI y derrotados en el 2009, cuya ofensiva lastimó de manera considerable la marca albiazul entre la población cajemense.
La ofensiva desde el aparato gubernamental fue destinar cuantiosos recursos para la obra pública que pudiera disminuir las críticas por la construcción del acueducto Independencia, de ahí la inversión histórica de mil millones de pesos en lo que va la presente administración municipal.
Sin embargo, el rumbo del péndulo parece perfilarse hacia una posible victoria del PRI ante un PAN que tiene la elección cuesta arriba, con dificultades para construir una candidatura competitiva, cuya solución podría ser una alianza con el PRD, que no tiene mejores opciones en el corto plazo.
Pero nada está escrito y no se deben cantar triunfos antes de tiempo. Faltan aún varios episodios por ocurrir que serán claves rumbos al 2012, pues hacia el interior del PRI permanece el divisionismo entre los grupos y pudiera marcar la diferencia entre victoria o derrota.
Falta por ver si la competitividad electoral demostrada por los partidos y la decisión ciudadana por la alternancia, ha servido para tener gobiernos con mejores resultados en beneficio de la mayoría de la población y no solo como arreglos copulares a favor de unos cuantos.
