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Aficionado al estadio de beisbol

Jorge A. Lizárraga Rocha
Sábado 08 de Octubre de 2011
 

Está por iniciar la campaña 2011-2012 de la Liga Mexicana del Pacífico, y a los que nos gusta asistir a los juegos en el Estadio Tomas Oroz Gaytán, ya se nos cuecen las habas porque llegue el 12 de octubre y ver el juego inaugural, la tradicional confrontación con los Mayos de Navojoa.

En el ínter desde el fin de la temporada anterior, prácticamente dejo de ver a mis vecinos de butaca durante la temporada de beis; solamente si me los encuentro en la calle o en algún otro evento volvemos a platicar un rato, aunque la plática forzosamente va a ser sobre beisbol y de que ya estamos ansiosos de que empiece la nueva temporada. Claro que ellos, verdaderos aficionados al beisbol me dan cátedra de como va la Liga de Verano, las Ligas Mayores y de como se están desempeñando los jugadores de los Yaquis en sus otros equipos, a lo que yo por mera cortesía asiento con la cabeza aunque no les entienda ni papa, pues no soy tan seguidor del beisbol de Verano ni de Estados Unidos; veo los juegos pero sin tener un verdadero equipo favorito, más bien por el espectáculo.

 Por lo anterior, acabo de llegar a la sesuda conclusión de que no soy tan aficionado al beis, más bien soy aficionado al estadio. De ahí mi ansiedad para que ya empiece la nueva temporada, así podré seguir los siguientes rituales que van de octubre a diciembre de cada año (redondeando fechas):

• Primer ritual: Convencer a mi esposita (nótese la barbeada que aquí empieza) para que me deje ir al juego, rascarle al presupuesto para conseguir dinero para el boleto, pues desde hace algunas temporadas eso de comprar tarjeta se lo dejo a mis compas pesudos, pues las pusieron muy caras.

• Segundo ritual: Verificar el estado de salud de todas las edecanes de las diferentes compañías que ofrecen sus patrocinios al beisbol a cambio de promocionar sus productos, si tengo suerte saludar a Chacho cuando le toca estar ahí.

• ,Tercer ritual: Ir a los tacos de carnitas y pedir dos de maciza y uno de chicharrón con una soda, esa será la cena de la noche, aunque al rato la complementaremos con otras cosillas. Aquí empieza la saludadera en prácticamente todas las ocasiones a los mismos comensales, pues ellos también están comiendo al lado uno del otro. Entre ellos recuerdo especialmente al Chuyito.

• Cuarto ritual: Después de saludar a los vecinos tempraneros, darle la bienvenida a los ampayers por medio de chiflidos degradatorios, pues seguro la van a regar contra nuestro equipo; lástima que nunca aprendí a chiflar como arriero por lo que mis chiflidos no los pueden apreciar como es mi intención.

• Quinto ritual: Cantar con fervor y respeto el Himno Nacional, pues el respeto a los símbolos mexicanos nunca lo debemos de perder.

• Sexto ritual: Buscar, hasta encontrar, al vendedor de cacahuates, los mejores del mundo, para aventarnos una bolsa y compartirla con los vecinos de butacas, esperando que no le hagan al loco y que cuando se acaben los míos ellos también compren otra bolsa para complementar.

• Séptimo ritual, paralelo al anterior: Pedir un vaso de cerveza, para ello no tenemos que buscar al baldero pues el está fiel y profesionalmente al lado del grupo desde el principio y de ahí solamente se despega por unos segundos cuando le piden cerveza de otras filas, y disfrutarla con los cacahuates del párrafo anterior.

• Octavo ritual: Seguir el juego ahora sí comentando las jugadas con mis vecinos de butaca, disfrutando de un espectáculo que la mera verdad es de primera categoría. Aquí puede haber variaciones de acuerdo con las carrillas que se nos ocurran durante las nueve entradas, o más si tenemos la suerte de que se vaya el juego a extrainings.
• Noveno ritual: Después del out 27 o el último si hubo extrainings, salir en bola del estadio saludando a los compas que no habíamos visto durante el desarrollo del juego, y a echar la caminada a buscar el carro para regresar a casa, acordándome de mi inolvidable Tsuru modelo 97 que en la temporada del 2010 me robaron durante un juego de beis y nunca más volvió a aparecer; al mismo tiempo rezar para que mi camionetita modelo 89 todavía esté adonde la dejé.

• Décimo ritual: Llegar a casa y asegurarle a mi esposita que no le entré ni a los tacos ni a las cervezas y mucho menos a los cachuates, que no había edecanes en el estadio y que todos nos portamos muy bien en el estadio, por lo que fuimos invitados a regresar al próximo partido.

Así pues, estoy puesto para el jueves 12 de octubre ir al juego inaugural y después a todos los que se pueda de la temporada que está por iniciar. Ya tengo ganas de saludar a mis vecinos de butaca cuyos nombres, sin apellidos para no exponerlos a la opinión pública son: Aldo, Terencio, Francisco. Rafael, Jorge, Armando y Jaime, más algunos agregados culturales que se les añaden a lo largo de la temporada.

Ojalá y antes de que se nos acabe la temporada que El Señor nos ha diseñado, pudiéramos los fieles aficionados al estadio y al beisbol disfrutar de una Serie del Caribe por acá en Ciudad Obregón, sede del Campeón de dicha Serie por lo menos de aquí hasta febrero del 2012, año en el que esperamos repetir otro campeonato.

 

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