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Bastaron 24 páginas para echar abajo todo un paradigma.
Un concepto que ha costado recursos, instituciones, desaguisados y hasta vidas humanas.
Se trata del informe de la Comisión Global de Políticas de Drogas.
En sólo una veintena de hojas concluyó que más de 40 años de lucha contra el flagelo de la droga han fracasado estrepitosamente, y que ahora es preciso cambiar la estrategia.
No es, en lo absoluto, un documento cualquiera. Está respaldado por personalidades internacionales como Carlos Fuentes o Mario Vargas Llosa.
Ex presidentes en América Latina, como Fernando Cardoso de Brasil, Ernesto Zedillo o César Gaviria de Colombia. Nótese que se trata de países productores de droga que, en su momento, combatieron el flagelo.
A pesar de la crudeza de la conclusión, la radiografía que hace de la realidad es endemoniadamente precisa: Pese a los esfuerzos de todos los gobiernos del hemisferio y del mundo, el consumo de drogas se ha elevado casi 35% en la última década.
Esto significa que todo lo que rodea el consumo ha aumentado: La oferta, la violencia, los mercados y las cadenas criminales.
Si la lucha contra las drogas es, justamente, para disminuir y en su caso, erradicar tales fenómenos, el resultado es un contundente descalabro. Arrollador.
A pesar de los esfuerzos mayúsculos que se han hecho, los mercados de la droga se expanden.
Esto quiere decir que la estrategia de la represión y criminalización de las actividades relacionadas con el problema de la droga han fracasado.
La misma comisión exhorta a los gobiernos del mundo a aceptar lo evidente, cambiar la estrategia y considerar la despenalización de drogas blandas (como la mariguana) una alternativa.
El gobierno de Estados Unidos y el de México rechazaron de inmediato el lance. El zar antidrogas Gil Kerlikowske se mostró frustrado por las conclusiones de la Comisión Internacional. Es natural. Sin embargo, veamos el camino y los escenarios.
Antes, en el caso de México, el flagelo de la droga era combatido por la tristemente célebre Policía Judicial Federal. Después vino la no menos desprestigiada Subprocuraduría de Combate a la Droga.
Después la insuficiente AFI. Ahora, no sólo creamos con enorme esfuerzo un nuevo cuerpo eficiente y profesional como la Policía Federal, sino que ya se metió hasta la Marina y el Ejército.
¿Qué sigue? Ya no hay una instancia mayor en materia de seguridad en el país.
Entiendo que el cambio no es tan sencillo como decirlo. Haría falta toda una reestructuración jurídica, conceptual, e institucional para llevarlo a cabo.
Los gobiernos tendrían que promover cambios a las leyes, mientras que cumplen las existentes.
Cambiar paradigmas es también cambiar mentalidades, cultura, quizá lo más difícil.
¿Soluciones o ilusiones?
