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Jugando el trompo y las quemas agrícolas

Jorge A. Lizárraga Rocha
Jueves 20 de Mayo de 2010
 

Jorge A. Lizárraga Rocha

Después de trabajar un par de horas con la composta que estamos haciendo como mejorador de suelos, y bien sudado pues el calor ya está empezando a dejarse sentir en nuestro querido terruño, busqué con qué pasar un rato para olvidar los avatares de la vida diaria.

Me encontré en el armario de la cabaña (residencia norte para nosotros) varios trompos y baleros que hace tiempo llevé allá para divertirme, como uno de los trompos todavía tenía la punta “bronca”, es decir sin pulir y no se podía jugar sin riesgo de cortarse, me puse a “amansarlo” frotándolo contra un ladrillo y con agua, le fui quitando lo bronco hasta dejarlo “pajito” redondeando su punta.

En el porche pinté un círculo y puse varias monedas adentro, me puse a jugar siguiendo las reglas no escritas de ir sacándolas del círculo y el que lo logre se queda con ellas, claro que cada quien paga su “entrada” y lo primero que hay que hacer es recuperarla. Después de un buen rato de estar jugando y con el brazo adolorido de tanto bailar el trompo, detuve mi juego, pensando en qué bonito hubiera sido si alguien más estuviera jugando conmigo, pero mis amigos citadinos le siguen teniendo miedo a las cachoras y no se atreven a ir a pasar una tarde y mucho menos una noche en el campo y quizá si los invito a jugar al trompo se suben a su carro y se regresan a la ciudad, pues no están para esos desfiguros.

En el camino de regreso a casa, tuve un triste despertar de mis momentos de relajamiento trabajando en preparar composta y jugar al trompo: fui testigo de la quema de la gavilla del trigo por parte de algunos “productores” (lo pongo entre comillas pues no son productores, más bien son destructores) agrícolas. No me explico cómo sabiendo todo lo que se sabe de lo nociva que es la práctica de la quema de la gavilla lo siguen haciendo y además de manera impune, pues las autoridades municipales no tienen el valor de aplicar la normatividad vigente, quizá ni saben que es su obligación vigilar el cumplimiento de la Norma Oficial Mexicana NOM-015-SEMARNAT/SAGARPA-2007, Que establece las especificaciones técnicas de métodos de uso del fuego en los terrenos forestales y en los terrenos de uso agropecuario, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 16 de enero de 2009.

Trascribo a continuación la sección 7 de dicha norma:

7. Observancia de la norma

7.1. La vigilancia del cumplimiento de la presente Norma corresponde a la SEMARNAT, a través de PROFEPA y a la SAGARPA, así como a los gobiernos de los estados, Gobierno del Distrito Federal, y autoridades municipales en el ámbito de sus respectivas competencias.

7.4. Quienes hagan uso del fuego en contravención de las disposiciones contenidas en la presente norma, recibirán las sanciones que prevé la Ley, las leyes locales aplicables y demás disposiciones jurídicas vigentes aplicables en la materia.

Para tratar de quitarme el amarguísimo sabor de boca que me quedó sobre la quema agrícola y todas sus implicaciones, me interesé en conocer algo más sobre el trompo, al cual yo le consideraba erróneamente un origen mexicano, grande fue mi sorpresa al encontrar en Wikipedia una información cuantiosa sobre su historia, la cual me permito transcribir.

El trompo o peón es un juguete consistente en una peonza acompañada de una cuerda. Enrollando la cuerda alrededor del trompo y tirando violentamente de uno de sus extremos a la vez que se lanza el conjunto contra el suelo, se consigue que el trompo rote sobre su punta, manteniéndose erguido y girando en el suelo. A lo largo de la historia su uso ha ido variando desde simple juego de niños hasta instrumento para prácticas de adivinación y chamanismo.

Aunque la acepción más conocida en español y en inglés es la de trompo, la nomenclatura puede ir variando según el lugar y la época. En ruso se le denomina también como Тромпо. Sin embargo, en portugués han adoptado el término pião y sus múltiples derivaciones para designar tanto a la peonza como al trompo, al ser el tipo más representativo también entre los lusófonos. En japonés realizan una minuciosa diferencia entre los distintos tipos de peonzas debido a la gran cantidad de modelos existentes distinguiendo al trompo con término específico siendo su traducción literal peonza de lanzamiento. En alemán también realizan la distinción, denominando kreisel a la peonza, peitschenkreisel al trompo tradicional alemán y dilledopp al trompo clásico.

Ha sido uno de los juegos tradicionales más populares y extendidos en Latinoamérica, Japón y Europa, aunque ha sido sustituido paulatinamente por los juegos de nueva generación. Sin embargo, gracias a la aparición de otros tipos de peonzas como la Beyblade o el Levitron, aún posee cierta vigencia en el mercado y se ha desarrollado toda una plataforma en torno a él que desarrolla desde los trucos clásicos hasta elaborados freestyles de competición.

El origen del trompo es más bien incierto aunque se tiene conocimiento de existencia de peonzas desde el año 4000 a. C., ya que se han encontrado algunos ejemplares, elaborados con arcilla, en la orilla del río Éufrates. Hay rastros de trompos en pinturas muy antiguas y en algunos textos literarios que citan el juego. Así, es mencionado en los escritos de Marco Porcio Catón el mayor, (234 - 147 a. C.), político e historiador romano. Además, el trompo aparece en los escritos de Virgilio, destacándose en su obra Eneida (siglo I a. C.). De la misma forma, se han hallado trompos pertenecientes a la civilización romana. En el Museo Británico se conserva el dato más antiguo del mundo, una inscripción exhumada en Beocia, cerca de Tebas, fechado en el 1250 a. C. en la que un niño ha dedicado al dios Zagreo gran número de juguetes, entre ellos un trompo con su látigo (stróbilo).

A Platón le servía como metáfora del movimiento y Aristófanes se confesaba aficionado al trompo. El poeta romano Ovidio (43 - 17 a. C.) también menciona el trompo en sus poemas. Aulus Persius Flaccus (34 - 62), otro poeta romano, decía que "en su niñez tuvo mayor afición al trompo que a los estudios". En el curso de unas excavaciones realizadas en Troya fueron encontrados unos trompos hechos de barro y otros ejemplares han sido desenterrados en Pompeya.

Los romanos y los griegos tenían este elemento como juguete, de igual manera las culturas de Oriente, China y Japón, quienes fueron los artífices de su introducción en Occidente. En Japón, adultos y niños juegan al trompo convirtiendo este aspecto lúdico a un verdadero arte y de esta forma ejecutan numerosos espectáculos, de entre los que destaca aquel en el que, justamente después de lanzar el trompo, lo recogen con una lienza y para hacerlo bailar en la palma de las manos o en paletas dobles pasando de una a la otra e incluso en ambas caras de la misma o en la hoja de un sable hasta terminar bailando en la punta.

En América, este juego estaba también muy extendido entre los amerindios del Norte y del Sur, antes de la llegada de los primeros colonos. De hecho parece haber constancia de trompos en Perú desde tiempos prehistóricos. Los indios Hopi, después de echarlos a rodar, mantenían la rotación de los trompos con un látigo, con el cual azotaban con rápidos movimientos la punta inferior del trompo. También hay diversos ejemplares de trompos americanos, en México y Argentina que dan testimonio de su permanencia en el tiempo.

Todo lo anterior me hizo sentir que la inversión que hice de comprar unos trompos en el Mercajeme, cada uno por 25 pesos, ha sido una de las más rentables de mi vida, pues compré alrededor de 6,000 años de historia.

Invito a los señores que queman la gavilla, a las autoridades municipales cómplices al aceptar y solapar dicha quema y a quienes no le tengan miedo a las cachoras, a un torneo de trompo en el campo, esto sería más positivo que seguir degradando nuestro ambiente de una manera tan tonta.

 

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