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México sin pobres (2 de 7)

Jorge A. Lizárraga Rocha
Lunes 26 de Abril de 2010
 

Fin del primer día de México sin pobres (Lunes en la noche)

En la noche y después de llevar a toda la familia a cenar tacos opíparamente, algo que a algunos ya se les había olvidado, algunos jefes de familia decidieron contarle a su pareja sobre el dinero con que contaban y sobre el cual no había explicación de su origen. No se dieron cuenta de que quienes llegaron más tarde a la taquería de su preferencia se quedaron sin poder celebrar con una taquiza ese primer día de bonanza económica, pues los tacos se terminaron muy temprano. Además los taqueros le pusieron el extra a los tacos para compartir su buena fortuna con quienes suponían que seguían igual de pobres y así compensar todas las veces que habían servido tacos caciqueados.

Ya en la privacidad de la alcoba, al contarle a su pareja sobre lo ocurrido empezaron algunas discusiones al respecto.

Los ricos y los muy ricos no contaron nada, pues ellos no se dieron cuenta cabal de lo que sucedía, ya que durante ese día no cambió para nada su forma de vida, así que se fueron a dormir como de costumbre.

Los de la clase media, sí tenían de que platicar, y para fines ilustrativos solamente presentaré el caso de un hombre jefe de familia y el de otra familia en la que la jefa es una madre soltera quien recibió el dinero.

En esta familia, el señor es un profesionista con un trabajo más o menos estable, pero con muchas limitaciones económicas, como es el caso de la mayor parte de los componentes de la clase media. La señora no trabaja, aunque trabajó toda la vida, pero hace un par de años atrás decidieron que ya era tiempo de que descansara y disfrutara del hogar. El señor, sin saber cómo empezar, decidió decirle a su mujer lo que había encontrado en la mañana del lunes de una manera directa.

Señor: Fíjate, amorcito, que en la mañana aparecieron 10 millones de pesos en efectivo en la caja de zapatos adonde guardo la lana. No sé de dónde salieron y por más que le he estado buscando no encuentro el origen de ese dinero.

Señora: ¿Quééééééé? No me vengas con esos cuentos, de todas las mentiras que me has dicho esta es la más increíble, ¿Cómo que aparecen 10 millones de la nada? ¿Pues en qué líos te metiste?¿No piensas en tu familia?¿Tus hijos?¿Qué va a ser de nosotros cuando te agarre la policía?

Señor: No mi vida, te juro que no he hecho nada malo, simple y sencillamente aparecieron ahí y no tengo a quién devolvérselos, o llevarlos a la policía, pues no he cometido ningún delito, solamente aparecieron.

Señora (llorando): Ayy cariño, ve nomás lo que has hecho, tan tranquilos que hemos vivido estos 35 años de matrimonio, con nuestros dos hijos que ya son profesionistas y que tienen toda la vida por delante. Es cierto que hemos sufrido muchas penalidades por la falta de dinero, pero eso no justifica de ninguna manera el que hayas cometido algún delito para tener dinero.
Señor: Cielito, te juro por lo más sagrado que no he hecho nada malo, ese dinero apareció en la caja de zapatos sin explicación alguna.

Señora: Si tan mal andamos, me hubieras dicho y vuelvo a trabajar, total a lo mejor vuelvo a conseguir trabajo en la escuela como maestra de inglés, ya sabes que siempre necesitan ayuda en esa materia. Pero, de eso a que eches por la borda todo el esfuerzo que hemos hecho por tener una vida honrada, y hacerte de 10 millones de pesos cometiendo algún delito, no tiene justificación. ¿Qué hiciste?¿Andas vendiendo droga?¿Desfalcaste a la compañía para la que trabajas?¿Te contrataste de sicario y te echaste a alguien?

Señor: Amor, ya sabes que no sé ni disparar un rifle de municiones, que no tengo trato con narcos y que en la compañía yo no manejo nada de dinero. Además, se me hace que te estás pasando al considerarme un delincuente, yo solamente te estoy diciendo la verdad. Quizás hubiera sido mejor quedarme callado y ver qué puedo hacer yo con ese dinero sin compartirlo contigo. Pero no…… ahí estoy de honradote diciéndote lo que pasó y tú no me crees.

Fue en este momento en que el señor casi llora ante su esposa.
Señora: Ay mi amor, ya te estoy empezando a creer. A ver vamos platicando más calmados y a decidir qué es lo que podemos hacer. Enséñame el dinero.

Al sacar el señor la caja con el dinero, la señora casi se desmaya, poniendo los ojos en blanco y sudando frío, se tuvo que recargar en su marido y balbuceando dijo.
Señora: ¡Ah jijo!

Y se sentó en el borde de la cama al borde del infarto.
 
Ya sin palabras los dos, se fueron a “dormir” aunque ninguno pudo conciliar el sueño, pensando en lo que había sucedido, pero sin poder visualizar qué hacer de ahí en adelante.

En la familia donde la jefa era una mamá soltera, la situación fue también muy especial, al ser madre de un joven y una jovencita adolescentes y un pequeñillo de alrededor de 6 años, veía la gran oportunidad de poder darles la vida que merecían y que por la falta de padre (aunque cada uno tenía su propio padre no compartido con los otros dos) no les había podido ofrecer.

Pero sentía la imperiosa necesidad de compartir con alguien su vivencia; obviamente no podía ser ninguno de los tres padres de sus hijos, pues seguramente le iban a querer sacar dinero para vivir a sus expensas, tampoco sus hermanas o hermanos pues hacía meses que no les hablaba ni para saludarlos; así, decidió comentarlo con sus hijos adolescentes para planear qué hacer con su nueva situación económica que aparentemente les resolvería las penurias por las que habían pasado hasta el momento.

Llamó a sus hijos adolescentes alrededor de la mesa, dejando al más pequeño dormido en el sofá de la sala adonde era su “recámara” particular. Les contó de la existencia de los 7 millones de pesos que aparecieron debajo del colchón donde acostumbraba guardar el dinero.

El joven, pegando un brinco, le dijo entusiasmado:
Joven: Oooorale jefa, pos quien te pagó tanto dinero, ¡seguramente te aventaste!

Desde el suelo y babeando sangre por la comisura de los labios dijo:
Joven: Chale pos entonces si no fue así, ¿De dónde salió la lana?

La jovencita, con los ojos vidriosos, le preguntó a su mamá:
Jovencita: Ayyy! mamá, ¿a poco me vendiste a Don Martiniano como te lo ha pedido?

También desde el suelo y también babeando sangre por la comisura de los labios dijo:
Jovencita: Chale pos entonces si no fue así, ¿De dónde salió la lana?

La señora, respirando profundamente les dijo:
Señora: Hijos, por primera vez les estoy diciendo la verdad, no sé de donde salió este dinero y no sé qué hacer, pues al aparecer debajo del colchón se supone que me,,,,,, digo,,,,, nos pertenece.
Joven: Pos sí jefa pero está cañón, de alguien tiene que ser y si regresa por el dinero, malitos nos vamos a ver. Además, el que los dejó debajo del colchón, pos tiene derecho de piso.

Desde el suelo y babeando sangre por la comisura de los labios dijo:
Joven: Chale pos si yo nomás dije de piso, ¡no de pisar!
Jovencita: Y si Don Martiniano viene por mí y no me quiero ir con él ¡se los vas a tener que regresar!

También desde el suelo y también babeando sangre por la comisura de los labios dijo:
Jovencita: Chale pos si yo nomás decía que ¡un trato es un trato!

La señora al ver frustradas sus intenciones de compartir con sus hijos su situación, les dijo que se fueran a dormir, y le dio gracias a Dios de que el tercer hijo solamente tenía 6 años de edad.

Se fue a la cama, esa noche ella sola, y no pudo conciliar el sueño, al igual que sus hijos, que después de ponerse hielo en los labios tampoco pudieron dormir. Al de 6 años le valía todo y durmió como bendito.

En la casa de los pobres no platicaron nada, aunque la señora veía con ojos de sospecha a su marido pues recordemos que regresó con comida, cosa que no se daba tan fácilmente. Ella prefirió no preguntarle nada para no ser cómplice y no tener que dar explicaciones a la chota cuando la fueran a interrogar, por si su marido fuera acusado de no ser pobre por esa noche.

Usted, ¿Cómo habría platicado con su familia sobre la presencia del dinero que resolvería su situación económica para siempre?

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