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Columna de Hierro

Sergio Ibarra
Viernes 05 de Marzo de 2010
 
  • Festejos del bicentenario y la revolución; el mexicano, como extraño en su casa.
  • Marchan los cajemenses en defensa del agua del Novillo

Como ya nos lo han dicho hasta la saciedad mediante convincentes promocionales donde nos recuerdan cuanto somos; materia y esencia con olor a barro, “ porque tú eres México”, éste país está de fiesta desde el primer minuto de este éste dos mil diez que anticipa negros nubarrones en materia de seguridad. Una fiesta, por cierto, a la que el mexicano común y corriente se siente como extraño en su propia casa o como el chiquitín que, al recibir ajeno, el santo misterio del bautismo, es motivo y pretexto de tremendo bacanal al que asiste en calidad de “oyente”  sin derecho a réplica.

Y hay grandes motivos para ello. El mexicano de la calle, ese que después de doscientos años de independencia y cien de haber vivido una revolución, tiene muy presente aun que pese a la doble celebración, México se sigue escribiendo con la equis de cruz y de calvario.

Parafraseando el promocional de Gobernación o de los encargados de las fiestas patrias, al mexicano no se le olvida que sigue siendo el mismo que cien años atrás inició una emigración del pueblo de sus abuelos que aun no termina, una emigración que la mayoría de las veces tuvo que trasponer fronteras para ponerse a salvo de la hambruna, la miseria y la marginación que no fue posible desterrar con el millón de muertos que costó la revolución.

El mexicano obrero lo mismo que el campesino tienen presentes sus cien años de soledad  y olvido a que los ha condenado el llamado gobierno de las instituciones, ajeno a la seguridad social, la educación, el trabajo y un techo digno, no obstante a la incumplida promesa escrita con letra muerta en la constitución. El mexicano tiene memoria. Sabe que a cien años de revolución, en pleno siglo XXI, la era de la tecnología y la digitalización no lo blindan contra las balas del hambre , del mortal abrazo de la inseguridad y aprende de Sabines, el chiapaneco, que a plena luz de los viajes espaciales, el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña y que el hombre se sigue tragando al hombre.

El mexicano sabe que a cien años de su revolución sigue en espera de los suaves cantos a la patria de López Velarde porque a cien años de ocurrido el movimiento el olor de la tragedia sigue campeando en los cielos de esa patria añorada por el poeta y sin embargo, sigue aferrado a la risa porque tiene presente aun, pese a los muchos descalabros sexenales que su eterna risa es también la sempiterna envoltura de su dolor callado con todo y la atesorada herencia del diablo que le escrituró los veneros del petróleo. Esos mismos que ahora tienen al borde la extinción los Hernández Galicia y los Romero de Champs.

Ese es el mexicano de nuestros días, réplica fiel del de hace cien años, el que ya contaba con suelo y patria propia desde hacía un siglo, jubileo por el cual, don Porfirio nos regaló el Angel de la Independencia para dar lugar al nuevo tiempo, al nuevo siglo de la dependencia . Por eso, tu sigues siendo ese remedo de nación que nos legó la represión del 68 de Díaz Ordaz y la repetición de la receta años después con Echeverría y sus halcones; y eres también  la encarnizada persecución de  Vallejo y Jaramillo en los tiempos de López Mateos o eres el mortal episodio de Acteal, lo mismo que el de Aguas Blancas en el gobierno del zedillismo. Y eres, por supuesto, el mexicano que año con año engrosa las miserales filas de los desamparados para recrear la inmortal y descarnada obra de Víctor Hugo bajo el gastado estribillo calderonista “para que vivas mejor”. Yo por eso, me quedó, mejor, con el mexicano que, a la adversidad le responde como el águila brava de su escudo que se divierte jugando a los “volados” con la vida y a veces con la muerte. De todas maneras, que los cumplas feliz al tiempo que cierro esta parrafada con los versos primeros de  “ México, creo en ti”: -- Tu hueles a tragedia, tierra mía, y sin embargo, ríes demasiado, acaso porque sabes que la risa es la envoltura de tu dolor callado”.

 
FIERRITOS EN LA LUMBRE

AL GRITO de marchemos por el agua, marchemos por el futuro de Sonora, un aparente movimiento sin rostro está convocando para este viernes a una marcha que deberá salir de la esquina de Sinaloa y Rodolfo E Calles, en punto de las cuatro de la tarde con rumbo a Palacio Municipal en donde se anticipa, habrán de desfilar una serie de oradores que irán con todo y contra Padrés en defensa del agua del Novillo. Se adelanta que algunos de los oradores podrían ser los ex alcaldes, Adalberto Rosas y Jesús Félix Holguín. De igual forma se habla de que por ahí estarán presentes todos los alcaldes firmantes del desplegado que apareció en días pasados en la prensa local y en un descuido, hasta podrían tomar el micrófono para salir en defensa del movimiento que se presume, habrá de aglutinar a miles de cajemenses para decirle NO a Padrés y sus intenciones de construir el acueducto del Novillo a Hermosillo.

Por lo pronto, ayer circularon en la ciudad poco más de 150 mil volantes en la que se leía lo siguiente para invitar a la marcha: “Ha llegado el momento de demostrarle a Padrés que somos todos los ciudadanos los que nos oponemos a que el agua del río yaqui se le entregue a especuladores financieros que desprecian el futuro económico de Sonora y el bienestar de su población. Sonora responderá con unidad frente a la voracidad de los que quieren dividirnos. No permitiremos que nos secuestren el futuro de nuestros hijos, marchemos por el agua, marchemos por el futuro de Sonora”.

Sugerencias y comentarios; premiereditores@hotmail.com o al celular, 6449972972

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