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Si el agua es poca… ¿a Hermosillo le toca?

Jesús Noriega
Lunes 08 de Febrero de 2010
 

Si thesis errant, peius veritati*

El gobernador Guillermo Padrés afinó el micrófono, carraspeó y dio dos o tres soplos breves, como ahuyentando la palabrería inconexa y los desaciertos improvisados que escurrió la lengua nerviosa de Manuel Barro, alcalde de Cajeme.

Auxiliado con powerpoint, antididáctico e ilegible a más quince metros de los treinta y tantos del salón, el gobernador Padrés asentó la voz y aparentemente sereno expuso el SONORA SI; apegándose al librito siguió los pasos que dictó el asesor: preparación, presentación, argumentación, debate de objeciones, oferta de ventajas, sistemas de recompensas y, el epílogo ciclónico…

Unos trescientos sonorenses –entre agricultores, empresarios, funcionarios, políticos, en funciones, en retiro o desempleados, periodistas y colados-, oímos que en aras del crecimiento y desarrollo de Sonora, entre otros proyectos, la mano del hombre intentará trasvasarle caudales a la cuenca sedienta del Pitic desde la madre Yaqui.

Debían ruborizarse ad perpetuam los rancios urbanistas de Hermosillo –quienes por cierto aún reciben condecoraciones–, porque desde el siglo pasado, por comisión u omisión lo destrozaron, anteponiendo los intereses comerciales a la sustentabilidad citadina, sinrazón por la que se pagan platos rotos.

El desarrollador sigloveintero, con el pensamiento alquilado al mejor postor, torció las posibilidades urbanísticas de Hermosillo, anulando previsiones viales, cívicas, deportivas y recreacionales a los ciudadanos, porque planeó con el teodolito de las rentas económicas.

En la feria de sonrojos, alcanzan raciones los que ahora, con aureolas doctorales, disimulan contrariedades o, fingen ignorancia, ante la inviabilidad ambiental de Hermosillo. A cambio de pesos baratos rubrican planos caros de nuevos fraccionamientos para la consentida capital de Sonora.

A los cálculos prospectivos incrustó despistes monumentales, como olvidarse del magro patrimonio hídrico con que la naturaleza dotó los andurriales hermosillenses.

Si en la segunda mitad del siglo pasado pudo causar orgullo, el crecimiento de Hermosillo en los tiempos actuales ataranta, porque fue desproporcionado e irregular y devino en la ciudad anárquica, antiergonómica, antipeatonal, desigual, dispareja y sedienta, que hoy sufren –en muchos sentidos– los hermosillenses.

Si las hipótesis de los políticos repetidamente desenfocan realidades, por qué no creer que otra vez se equivocan los caprichosos de mente; que esa mente, permeada por vastos intereses, está emperrada con remendarle sustentabilidades inexistentes a la región del Pitic.

Ya de por sí ecológicamente inviable, el crecimiento y desarrollo futuros de Hermosillo, no sólo están ligados al cuerpo social de Sonora en su conjunto, sino que la viabilidad de Hermosillo depende de los demás entes. Hermosillo no es Sonora, hoy por hoy Hermosillo depende más que nunca de los demás, agua incluida.

Desde otra perspectiva: el plan anunciado por el gobernador con el adjetivo “integral” tiene sesgos porque, preferentemente, digamos que exclusivamente, privilegia el abastecimiento de agua. La principal omisión es que la escasez de agua en las ciudades de Sonora (Hermosillo en primer término) no es el tema primordial, pues los temas urgentes son multidimensionales y abarcan campos diversos e interconectados, tales como: agua, demografía, desarrollo sustentable, tecnologías, comunicaciones, estímulos fiscales y sistemas crediticios selectivos.

Sería un ecocidio no interrumpir el crecimiento de Hermosillo. Resolver sólo el capítulo del déficit hídrico, significa que los gobiernos de Hermosillo y Sonora ni remotamente detendrán el crecimiento desordenado que distingue a la capital. La ciudad de Hermosillo no deja de crecer, las inmobiliarias están desatadas. Cada día, en promedio, los habitantes de la ciudad sedienta solicitan ochenta nuevas tomas domiciliarias de agua potable.

Hermosillo es ciudad insustentable; está ecológicamente agotada, es decir, es ambientalmente inviable para seguir creciendo. Es un enorme conglomerado urbano en el que, por desgracia, muchos de sus sectores imperan dentro del desorden. Al decirlo, no se olvida que también hay un Hermosillo de primer mundo.

No es asunto de chauvinismos, de regionalismos ramplones, gobernador Padrés podrá demostrarnos que su propuesta es buena, sin embargo, para que sea “INTEGRAL” deberá complementarla con otros apartados de elevada rentabilidad social, porque tal como la presentó simplemente está mocha.

Junto al tema del agua, los planeadores de escritorio del Sonora SI, deben revisar acuciosamente las vocaciones productivas del Pitic; desacelerar Hermosillo como polo de desarrollo único de Sonora; desincentivar el crecimiento demográfico de la ciudad, fomentando corrientes migratorias –ojo, no necesariamente Cajeme– a otras ciudades en las que no existan problemas con el suministro de agua para los próximos treinta años; ofrecer estímulos fiscales atractivos para conseguir que en plazos medianos se haga efectiva la reconversión de cultivos en las regiones agrícolas de la entidad, y sobre todo, transferir o desincorporar desde Hermosillo a otras regiones del estado, las actividades económicas subalternas.

Hace cuarenta años quedó demostrado que las falacias tipo PLHINO (Plan Hidráulico del Noroeste), cantaleteadas de nuevo en la campaña del 2009, son imprácticas. ¿Cómo pensar que es viable el proyecto interestatal si ni siquiera entre los propios sonorenses podemos ponernos de acuerdo para derivar agua de una cuenca a otra?

Dicho con el sentimiento del sonorense común y corriente: si no se actúa con un plan globalizador y de largo aliento, de nada servirá que aumenten el diámetro o pongan tubos de El Novillo a Hermosillo, o varias desalinizadoras en el litoral del golfo. El crecimiento actual de Hermosillo es ecológicamente insustentable y, de no actuarse con prontitud, amenaza con transformarse en un soberano mazacote de cemento sediento a mitad del desierto.

La historia no permitirá que se repitan los errores del corto plazo. La inacción social quebró el sistema hidráulico de Hermosillo, cuando los disparates de Dolores del Río, por pretensiones electorales y a contrapelo de los expertos, acabaron con el manto freático fósil de Los Bagotes; o la soberbia de Ernesto Gándara, quien dilapidó importantes reservas del acuífero por el prurito de mantener niveles de popularidad competitivos. Es la histórica para el abandono de las simulaciones.

La solución del abasto de agua de Hermosillo será alivio marginal si no está aparejada con la transformación absoluta de la región. El solo suministro complementario del acuífero– acueducto o desalinizadora– será estrategia paliativa y postergación de las soluciones que son definitivas.

En cuanto al “sistema de recompensas”, mal que a las ciudades que ceden agua les avienten abalorios y cuentas de vidrio, que en la era moderna son plazas monumentales, pistas de canotaje o lagos artificiales. Lo que esas ciudades piden son trabajos dignos que arraiguen al terruño al renuevo generacional.

Guillermo Padrés debe sumar al plan hidráulico apartados que, si bien es cierto complementan, son socialmente definitivos. Quienes lo antecedieron postergaron decisiones fundamentales porque hicieron lo “políticamente correcto” con alcances sexenales. Guillermo Padrés debe mostrarnos que está construido de otro material político, que abrevó veneros de otra estirpe y que sembrará inteligencia social para el futuro del largo plazo. Así la historia de Sonora le reservará el sitio de honor.

El desarrollo de Sonora, siempre aguijoneado por los intereses de moda en cada sexenio. Hace meses, fueron obras de relumbrón y boato en las que se desperdiciaron miles de millones de dinero público, cuyo infeliz destino nadie pareciera recordar o estar mínimamente interesado en aclararlo. Los constructores avientan dólares de euforia por la ventana y se frotan las manos. Antes como antes, ahora como ahora: antes puentes y ágoras, ahora canales y cárcamos…

En casa de los yoris del Yaqui, secularmente consentidos, Padrés les dijo que llevará a Hermosillo parte del capital hídrico con el que Dios bendijo los flujos naturales del Hiáquimi. Y ellos, yoris chipilones del Estado, pedigüeños consuetudinarios por vía de Procampo o avíos blandos, escondieron sonrojos bajo alas de sombreros elegantes que desconocen el color del sol campeño.

Sombrerudos de fantasía, campesinos con aromas de perfumes caros, agricultores que nunca sudaron surcos, mordieron labios silenciosos, rumiaron sotto voce y, al final callaron para después negociar ganancias. En Cajeme, el miércoles 3 de febrero del 2010, a los dichos de Padrés, ni un bramido, ni un carraspeo. ¡Vamos yoris! impensables los chasquidos de dientes, mucho menos rechinidos… en público.

Pobre Barro, el gobernador trató de exonerarlo de los daños del ajuste decisorio. Tan mínimo, tan marginal, tan impreciso y qué jerga tan pueril; tan obtuso el discurso que remitió al Barro candidato trotando barrios. Tan obtuso, que le urgen las tarjetas bien formuladas.

Jesús Noriega


* Si las hipótesis se equivocan, peor para la realidad

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