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ABC: ¡No están solos!

Jesús Noriega
Lunes 07 de Diciembre de 2009
 

La del 5 era otra de esas tardes de diciembre, de invierno adelantado; como arrancada de póster navideño, soplaba el viento frío. La convocatoria puso luto a la indumentaria, la onda gélida puso tristes las horas de la tarde. El luto y la tristeza pusieron los rostros serios.

Triste antes de la marcha, la gente arremolinada y contenida por barandales, rodeaba el galerón multicolor que alguna vez funcionó de guardería. Manos firmes y apretones; saludos sin formalidades ni festejos, o encuentros sin alegría, sin ganas de sonrisas.

Soplaban los vientos fríos sobre los semblantes adustos y melancólicos, como tratando de enfriarle dolor a los recuerdos. Alguien dijo: “es hora de partir”, y el paso de los humanos detuvo en un segundo los rugidos de los monstruos mecánicos.

Paso a paso, como si fuera asunto de domarle distancias al pavimento, la masa humana firmó otra vez la faz de la tierra encima del mapa de Hermosillo, y recorrió el trecho largo de siete kilómetros.
¡NO ESTÁN SOLOS! ¡NO ESTÁN SOLOS! A cada paso.

Historias de todo tipo: la muchacha de los zancos con las alas ladeadas; el chaparrito de las plataformas que lo nivelan a la talla de la mujer que va a su lado; la señora que empuja dos carriolas con maestría y se atora en los fantasmas; o, el Rosendo que llama y llama por celular toda la marcha.

En una fila de ancho a ancho, los logrones con la historia de siempre, Armando Soto y Tepezano: díscolos, cargando la frugalidad del patrimonio político en la revoltura ABC, SME, y su ¡Fuera Calderón!

La marcha avanza y empuja firme, es tiempo para indicarle al Memo Padrés (¡qué raro, en campaña era “El Memo” y ahora es “Guillermo”) que la gente desconfía de la causa que enarbola: ¡NO QUEREMOS CRIT, QUEREMOS JUSTICIA!

Cuando el sol se desangra en el ocaso y termina de ponerse, las columnas atraviesan el puente del Río de Sonora; allá atrás no acaban de unirse las mujeres y los hombres de la Unión de Usuarios, que a pie firme esperaron el arribo de la marcha frente al artificioso edificio del MUSAS.

La escala obligada al pie de El Cerro de La Campana, donde se sitúa la sede de la Procuraduría de Justicia de Sonora, para recordarle al procurador los vacíos de actuación y las insuficiencias de justicia.

¡NO ESTÁN SOLOS! ¡NO ESTÁN SOLOS! A un grito

El templete espera frente a la Universidad de Sonora, pero tuvimos tentaciones de virar el recorrido a la Plaza Hidalgo. Y el cobijo, el calor, la fuerza de la multitud ahuyentó fríos y mantuvimos la ruta.

Abraham hizo el recuento de la lucha de los padres de los niños de la Guardería ABC. No es poca cosa la pena, el sufrimiento, el dolor, el duelo, el vacío, la ausencia del ser amado y la manera violenta en la que a sus hijos les arrancaron la vida.

Daniel vuelve sobre sus palabras dos o tres veces para concitar conciencias: “en este país, en Sonora, en Hermosillo, a doscientos años de la Independencia y a cien de la Revolución, tenemos evidencias rotundas del crimen colectivo y a nadie confeso”.

El papá de Xiuneth, lee del expediente jurídico los alegatos del cura que autoexculpa los apapachos legales a favor de los propietarios de la Guardería.

Un insulto a la memoria de los niños muertos, sobre todo por las reprobables condiciones de criminalidad en la que se dio el infanticidio colectivo y en las que hubo responsabilidades por parte de los huidizos dueños.

En corto y con voz potente: el incendio de la Guardería ABC mostró en Sonora, para que lo supiera el mundo, que en México las instituciones parecen no estar al lado de los ciudadanos.

Y la reiteración del mensaje: Hay en México una falla sistémica de las instituciones; o tal vez, el fracaso sistémico de las instituciones que en el bicentenario de la Independencia y en el centenario de la Revolución tenemos los mexicanos.

La tarde fría ya era noche fría; la marcha era manchón de humanos cargando las tristezas de los recuerdos y las renovadas esperanzas en peritajes que vienen y fallos que esperan.

En cada despedida, con los hasta luego, la frase que es también promesa: ¡NO ESTÁN SOLOS! ¡NO ESTÁN SOLOS! A una voz.

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