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Y te recordarás allá donde te encuentres, querido Víctor, nuestro encuentro curioso, sin vernos, sin ser presentados y ambos colaborando en el proyecto de Armenta, en esas páginas de la sección editorial de Tribuna del Yaqui, de finales de los ‘70. Tú con “Horizontes” y yo con “Cartelera 77”.
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Y nos vinimos a encontrar hasta los 90s, por obra y gracia de Conchita Camarena, y ahí en el ITSON, entre nuestros cursos de redacción, nos vimos las caras por vez primera, con el clásico saludo de “así que tú eres el famosísimo...”.
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Y se vinieron los cursos, las academias, y la bohemia, tu amistad, y tu virtuosismo que inundó grandes noches en la casa del David. Y recordarás las ocurrentes peticiones de toda la palomilla, ocurrentes y felices. La algarabía y la impertinencia de todos los que deseábamos a toda costa nuestra canción, y tu característica camaradería, siempre tenías un momento de atención para cada uno de nosotros.
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El Goyo Belmonte y yo, siempre te acompañábamos con nuestros trombones de garganta, cuando interpretabas “El Kumbala”. Y algunos más adentrados en el rocanrol de aquellos tiempos, preferían las clásicas de Los Apson. Por supuesto, no podía faltar la feliz impertinencia de la Ruth y su clásica “Y nos dieron las diez”.
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Y como siempre sucede, tuviste que conducir tus naves para irte a otros puertos, y de repente apareciste en El Imparcial, con tu mismo barco “Horizontes”, pero en otras aventuras, y ahí seguiste sorteando otras tempestades.
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Y se llegó el 1997, déjame recordarte, aquella tarde en casa del Danielito "El Bueno", en compañía de tu querido compadre Ernesto, tú y yo por supuesto. Tardes de inspiración, de anécdotas y de bohemia. En esa misma casa por la Tehuantepec, cerca del Issste, la tarde transcurría tranquila, sin parecer que nada iba a cambiar en nuestras vidas.
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Y se llegó el lunes 19, y repentinamente la llamada telefónica de Daniel Sánchez, tan inusual como inesperada, parecía presagiar algo que yo no esperaba. Tras el saludo de rigor, de cómo pasaste el fin de semana, el Daniel soltó la noticia, la amarga noticia de tu muerte.
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Y hoy que este fatídico 19 de mayo, vuelve a hacer presencia en el calendario, quiero evocar el recuerdo y decirte, allá donde te encuentres, que nos haces falta y que sentimos un gran vacío.
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Ya no estás con nosotros físicamente, es cierto, pero el recuerdo de los que te queremos, persiste como un deseo de mantenerte vivo en nuestros corazones, y si lo logramos, en esa medida que te recordemos, ¡nunca morirás del todo!
