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Identidad indígena

Alejandro De la Torre D.
Jueves 02 de Agosto de 2007
 
Los Yaquis a estas alturas de la "civilización" sufren el hambre como sufrieron la guerra en los últimos tres siglos, una muestra es una pequeña indígena de tres años que vive en Tórim cuyo peso es de escasos nueve kilogramos.

Y los gobiernos yoris se esmeran en recordar el asesinato de Cajeme y Tetabiate, cuando son los herederos de los mismos asesinos de estos lideres, entre ellos Àlvaro Obregón. Veamos.

Los Gobernadores de Sonora, a fines del siglo 19: Pesqueira, Ortiz e Izábal, combatieron a los yaquis con saña, asesinando a miles de ellos.

Luis E. Torres al revisar la encarnizada guerra de exterminio de sus antecesores en contra de los yaquis escribió en sus memorias en 1883, algo muy distinto al concepto infundado que ve en los Yaquis a un pueblo desobligado:

Por todos los territorios del Estado, Ures, Hermosillo, Guaymas, Alamos, y Sahuaripa; en los inmediatos del estado de Sinaloa; en la Baja California y en los minerales de Chihuahua situados en la Sierra Madre, hay diseminado un gran número de estos indígenas yaquis y mayos, que se ocupan en toda clase de trabajos, desde las labores del campo hasta la explotación de las minas, y desde el manejo del arado hasta las máquinas de vapor. Son los que componen las cuadrillas de trabajadores en las haciendas agrícolas; los operadores de las minas, los mejores marinos de nuestras costas; los que hacen la pesca de la perla en Baja California; los que se ocupan en toda clase de construcción y trabajos urbanos y rurales; los que hacen el servicio doméstico; los que ejecutan cualquiera obra pública que se emprende; en una palabra, son el verdadero pueblo trabajador. Dotados de una constitución física envidiable, y acostumbrados desde que nacen, a resistir todas las intemperies y a sufrir todas las necesidades, son unos trabajadores incansables que de la misma manera resisten el hielo del invierno en el regadío de las tierras, resisten también en la llanura los ardientes rayos del sol de julio, que en nuestro clima es abrasador.

Desde el año 1529, los yaquis han sido un pueblo insubordinable. Su territorio fue imbatible tanto por los colonizadores españoles, los gobiernos independientes, los invasores franceses, la dictadura porfirista y los gobiernos postrrevolucionarios. Sólo tuvieron una época de paz de 85 años cuentan los historiadores, de 1740 a 1825. ("Las guerras con los yaquis y mayos": F. P. Troncoso).

En 1591, Anabay Lutey enfrentó a los primeros colonizadores españoles, recibiéndolos con flechas y lanzas cuando osaron atravezar sus fronteras.

En 1740 el Indio Calixto enfrentó al Virreinato y en 1825 después de la consumación de la independencia de México, Juan Banderas pretendió construir una nación indígena, buscando la reconciliación y la unión de tribus en todo Sonora enfrentando al gobierno central con la sublevación de 1832 en contra del yori.

En 1856, Mateo Barquin se subleva al frente de 3 mil guerreros y Juan María Barquin lo vuelve a hacer en 1860, 61 y 65. En todo ese tiempo los territorios yaquis permanecieron respetados por el imperio francés que pactó con ellos.

José María Leyva y sus lugartenientes Anastasio Cuca y Juan María inician una sublevación en 1875 contra el entonces gobernador de Sonora, José J. Pesqueira y más tarde Carlos R. Ortiz que los combaten a sangre y fuego. Las tropas yaquis se formaban en ese momento por cuatro mil hombres de los cuales la mitad contaba con rifles. Esa guerra etnicida se alargó hasta que el ejército de la dictadura emprendió el exterminio casi total de los yaquis y la muerte de sus líderes en 1887.

Pero Juán Maldonado, Ignacio Güito, Chico Vanadero y Chico Güi reagruparon a cerca de mil 200 combatientes y cambian de táctica de guerra, crean la guerrilla. Merodean entre los cuarteles, las veredas y las rancherías, atacan en grupos de cien o doscientos hombres y provocan gran cantidad de bajas al ejército porfirista. Sin embargo la fuerza federal fue superior en tropas y con el uso de artillería y la aniquilación directa de las comunidades, los líderes caen en sus manos y son muertos en combate el 10 de julio de 1901. Esto propició que muchos yaquis fueran apresados y desterrados a varias partes del país.

Todavía en 1902 permanecían gavillas sublevadas, hasta que en 1911, Alvaro Obregón los invitó a sumarse a la Revolución, pasando a formar parte del ejército constitucionalista. Los yaquis accedieron ya que se les prometió la restitución de todas las tierras invadidas y confiscadas por la dictadura de Díaz.

Pero después de que pelearon a favor de Carranza de nueva cuenta se sublevan en su contra. Luis Espinoza y sobre todo el lugarteniente Sibalaume encabezan un nuevo levantamiento de varios meses, sofocado por los generales Obregón y Calles.

Plutarco Elías Calles dio la orden: "Se debe emprender una campaña enérgica definitiva y si es preciso terrible" contra aquel "grupo relativamente insignificante de individuos refractarios a toda influencia civilizadora". ("La Revolución que vino del norte": Hector Aguilar Camín).

El presidente Lázaro Cárdenas en 1938 les respetó y atribuyó los territorios que demandaban.

En 280 años de insubordinación, los yaquis casi fueron exterminados. Por más sangre que perdían en la guerra contra el invasor, nunca hubo rendición.

El dominio yaqui y mayo abarcó desde Ures hasta Alamos. Todo el sur de Sonora.
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