Faltan unos meses para la Feria del Libro que tiene lugar anualmente en Hermosillo, pero como el Instituto Sonorense de Cultura, que la organiza, toma al respecto algunas decisiones anticipadas, no es inoportuno comentar una de ellas, quizá la más importante. ¿Quién es el escritor o escritora que recibirá el premio este año?
El premio se asigna por dedazo de la directora general o de un colaborador de sus confianzas y nadie sabe sobre qué bases. Este tipo de dedazo abre la posibilidad de que se adjudique al compañero de copas, al viejo camarada de la carrera, al recomendado por influyentes, y que se deje al margen al buen escritor que cae gordo o es indiferente a quien hoy le toca estar “arriba”. Esto explica que en algunas ocasiones haya caído la distinción en literatos carentes de suficiente merecimiento.
Y consiste el premio en dar a la Feria el nombre del premiado y editarle un libro.
Por lo general el escritor, como todo artista, está ansioso por recibir premios, vengan de donde vengan, para enriquecer su currículo. Pero de poco tiempo a la fecha han incurrido en exageraciones que me abstengo de calificar. Dos compañeras fueron premiadas en un concurso en la India y se apresuraron a dar la noticia a la prensa local. No explicaron si los trabajos que les premiaron los escribieron en hindú, indostaní, mogol, pakistaní o español (porque debe haber miles de hindúes que hablan nuestro idioma).
Que cada quién busque la manera de hacerse de cierto prestigio no es para asustarse (cuando mucho, es para divertirse), pero ya hay interesados en el premio de la Feria que cabildean alrededor de los funcionarios para conseguirlo. Se trata de un premio que se ha otorgado al menos desde hace quince años. Amerita ya que se reglamente y se integre un jurado de expertos que genere el fallo y explique los motivos que lo fundamentan.
Se requiere, para decirlo con una palabra, seriedad.
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