Obregón, tan lejos de Hermosillo, tan cerca del Novillo
Andrés González Prieto
Domingo 25 de Mayo de 2025

Hoy escribiré en descanso neuronal, notas que no tienen que ver con el título o tal vez si, desvío ya natural que mi amigo Sergio Ibarra llamaría “Agarrar monte”.

La primera nota de mi canto sería el merecido nombramiento a la casa de la cultura, por medio del Instituto municipal del ramo, a la reconocida promotora cultural Irma Arana Rodríguez. De diez comentarios solo uno fue en contra sobre el mérito al mencionado reconocimiento. Buen porcentaje, al que aporto mi voto.

Irma Arana Rodríguez lo merece por su perseverancia, terquedad, insolencia, irrenunciable actitud para lograr sus proyectos culturales, sin meternos a criticar o evaluar el nivel de los mismos.

¿Quién más? Pregunté. alguien opinó Bernardo, otro Carlos el mimo, sin oír volví a preguntar ¿Quién más?

Primer punto a favor del merecido reconocimiento es el que le fue otorgado a una promotora LOCAL, me simpatice, critique o no, una gestora, creadora con características muy especiales: terca, atrevida, con pantalones, (recuerdo cuando les tiró con un apoyo no solicitado a una administración municipal y cuando estando sentada en un festival Tetabiate, aun lado de un presidente municipal, alguna artista foránea, disgustada por algo, preguntó ¿Quién es el responsable de este desmadre? Doña Irma levantándose, le gritó, señalando al presidente ¡Este!, de ese tamaño es la férrea personalidad de la imputada ( a veces se imputa, cuando se enoja), pero sobre todo con trabajo demostrable contra viento y marea, a pesar de protagonismos propios de todo artista o aspirante al olimpo intelectual en la franquicia administrada por grupos político-sociales a los que nunca se doblegó y que más que ayudar, estorban, dicen que dijo.

Bien por Doña Irma, por su ego, esfuerzo, tenacidad, protagonismos, a pesar de fobias, estigmas, aplausos o críticas, ella está en la historia cultural de Cajeme, merecidamente. Digo.

Y pregunto, Cuándo los homenajes a: Carlos Moncada, Héctor Navarrete Dondé, Cirilo Magdaleno, Tiburcio Reyes, Claudio Dabdoub, Rigoberto Badilla, entre otros.  Ah ya sé, la historia cultural nace en los 90’s.

Sin alejarme del tema sobre localidad, estos reconocimientos deben motivar, alentar el trabajo de nuestros creadores artísticos locales, soñar tal vez que la historia algún día inmortalizará, en vida o muertos, su aportación a la cultura, proyectos, desvelos, sus estigmas políticos y a pesar de ello, el reconocimiento social para que presuman sus descendientes.

¿Qué aportación motivante a nuestra localía otorga el que a un auditorio le pongan “Ho chi minh”? Nada que ver, sin embargo, y lo hay, con diferente nombre, por ejemplo: Auditorio Sergio Galindo, a quién no se le quita su merecimiento profesional como escritor, director teatral, pero no es local, no hubiese sido mejor, si de teatro se trata: ¿Auditorio Prof. Tiburcio Reyes? O Auditorio Héctor Navarrete Dondé que adaptó obras, escribió, dirigió obras teatrales, enseñó teatro en los sesenta, no eran de aquí, pero su trabajo intelectual lo hicieron aquí.. Ah la política… los protagonismos…

 A propósito del tema, alguien me comentó que los que, al parecer tienen derecho a veto, no han permitido avanzar la propuesta como reconocimiento público a Ramon Iñiguez Franco para que la Biblioteca pública llevara su nombre por más merecimiento cultural que el del maestro Jesús Corral Ruiz (un capricho, al decir de algunos del sr Beltrones), dizque porque Ramón era Masón, me reí y les dije: Ambos lo fueron. 

Para los que quisieran el justo cambio (entre ellos, yo perdonen la viudez) Ramón nunca lo permitiría.

Y hablando de… Sigue la Biblioteca sin patronato, sin director, y aunque no lo necesita por la disponibilidad y servicios que otorga el encargado y su eficiente personal, no hay interés presupuestario o algo pasa, que este centro cultural debería de ser aprovechado como tal. Musor siendo MUSEO tiene muchas actividades que no le corresponden, que se deberían de realizar por comodidad en la biblioteca: céntrico, auditorio con aire acondicionado cómodamente sentados, sonido profesional, amplios salones, cine club, galería, cafetería. Se extraña a la señora Rossana, dicen.

Pero al parecer el instituto sonorense de cultura piensa lo contrario, se hace competencia a si mismo, tiene hasta un delegado especial para las actividades culturales quien decide qué evento se promociona o autoriza con una preferencia hacía el Musor que su nombre establece una actividad determinada como museo, que aquí entre nos, mientras son peras o son manzanas, es muy bien atendido por Sergio Inzunza, promotor cultural cinco estrellas.

Pobre Obregón, tan lejos de Hermosillo y tan cerca del Novillo. Es Cuanto.

 
 

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