El próximo viernes será presentado, en el patio-jardín de la Escuela de Letras de la Universidad, el libro “Taller literario en voz de sus actores”. En la portada del volumen se ve una puerta con un número 6 ½. Los exalumnos veteranos, que sin duda se harán bola ahí esa tarde (18 horas) saben de qué hablo, cuando menciono el 6 y medio.
Era una puerta que se abrió cuando la puerta anterior y la siguiente ya estaban numeradas, y ni modo, le tocó el 6 y medio, pero le tocó también ser el refugio en el que varios poetas jóvenes, aún sin saber que eran poetas, se pusieron a “tallerear” sus primeros poemas, es decir, a tachar, corregir, cambiar, lamentar lo que habían pergeñado, molestos a veces con las opiniones de los demás, pero convencidos.
Tuvieron como guías abnegados a los maestros José Sapién (a quien siempre me imaginé como Rector pero murió antes de tiempo), y Francisco González, que prologa este volumen. Siguen los retratos, remembranzas, datos curriculares y una muestra de todos y cada uno de los que ayer fueron estudiantes:
Llenan las páginas Conrado Córdova Trejo, Armando Zamora, Arturo Valencia Ramos, Lauro Paz, Miguel Manríquez Durán, y entre esos rufianes, una dama exquisita, Patricia Robles Payán. Patricia y Armando coinciden en que iban, originalmente, hacia otras carreras: Química y Matemáticas, respectivamente, y al primer contacto con Letras quedaron embrujados por la Literatura. Patricia y Lauro Paz se expresan aquí en prosa, y me parece que lo mejor de la primera es su recreación del ambiente que le llenó el corazón; su retrato de Darío Galaviz es magistral.
Conrado se apodera de mayo espacio que sus compañeros, y lo llena con señorío. A la obra de Miguel Manríquez es imposible confundirla. Esos versos anchurosos, en estrofas espesas, poderosas, como grandes olas que atrapan en pleno nado al lector, constituyen su particular impronta.
No sé qué decir de Arturo Valencia Ramos cuyo verso libre se retuerce como víbora cuando cambian de posición en el papel. ¿Son necesarios estos desfiguros?
Que
rer
no
mo
rir.
escribe, Y yo
no
atino
a
opinar.
carlosomoncada@gmail.com