Cajeme, el mito que celebramos
Sergio Anaya
Martes 29 de Abril de 2025

El 25 de abril, como sucede cada año, el Ayuntamiento de Cajeme conmemoró el aniversario luctuoso del dirigente yaqui José María Leyva "Cajeme", asesinado en 1887 por soldados federales que le aplicaron la "ley fuga" en un punto cercano a Cócorit.

Veinte años después de ser asesinado su nombre se le adjudicó a una estación de ferrocarril recién instalada al sur de Esperanza. Nació así la Estación Cajeme que en pocos años se convirtió en congregación y pronto adquirió la categoría de ciudad y cabecera municipal. Ya es muy conocida la historia que mantuvo ese nombre al Municipio y en la ciudad fue sustituido por Obregón.

A lo largo del siglo XX Cajeme fue convertido en un mito emblemático de la resistencia yaqui ante la ferocidad del ejército porfirista, mito envuelto en rasgos de heroísmo y congruencia histórica heredada a las futuras generaciones. 

 

Torocoyori

Basta una revisión ligera a la biografía de Cajeme para descubrir que su vida estuvo muy lejos de ser un símbolo de la lucha indígena contra la barbarie del gobierno porfirista. 

Primero porque después de haber sido prisionero en 1857, al recuperar la libertad se enlistó como voluntario en las tropas auxiliares del gobierno de Sinaloa y combatió las rebeliones de las tribus de la región, incluyendo la propia, lo que le costó el rechazo de los suyos.

En esas acciones los propios yaquis lo bautizaron como "torocoyori", el traidor al servicio de los yoris.

Como activo del ejército federal participó en una de las masacres más horrendas registradas en la historia de México.

Ocurrió el 18 de febrero de 1868, en el período del presidente Benito Juárez, el general Próspero Salazar aprisionó a 450 yaquis, entre militares, mujeres y niños. Dispuso que fueran encerrados en el templo de Santa Rosa de Lima, en Bácum, y ejecutar a los líderes. 

Enseguida ordenó el incendio del templo, hecho que obligó a salir despavoridos a quienes estaban allí encerrados; niños, mujeres y hombres fueron asesinados por la tropa porfirista conforme iban saliendo del templo.

Entre los soldados que cometieron el crimen de lesa humanidad contra los yaquis estaba José María Leyva "Cajeme". A las órdenes del ejército juarista.

 

Desenlace sin heroísmo

Sin embargo no fue ésta la acción que lo hizo pasar a la historia sino su posterior rebeldía contra el gobierno, su transformación en líder de la resistencia indígena y la posterior detención a manos del ejército federal al que había servido.

El político sonorense Ramón Corral (vicepresidente de Díaz en 1904 - 1911) lo visitó durante el cautiverio y destacó la serenidad del hombre que se sabe próximo a su final.

Lo que no consigna Corral es la muerte deshonrosa, indigna para un militar y dirigente como se reconoce a Cajeme, quien fue acribillado en situación de la "ley fuga", es decir, por la espalda cuando trataba de huir en vez de enfrentar al enemigo. 

Puede parecer un desenlace nada honorable pero comprensible para cualquier ser humano que se aferra a la mínima esperanza de salvar la vida. Sólo que el caso de Cajeme contrasta con la muerte de héroes reales como Tetabiate, quien murió peleando, "con la cara al sol".

Al paso de los años sólo nos quedó la imagen del mito Cajeme. Al fin y al cabo, la versión oficial de toda historia requiere de figuras intachables que inspiren a un pueblo y legitimen a los grupos de poder que elaboran discursos emotivos sobre el héroe.

 

 

 

 
 

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