Centran debate en Manolo Barro
Redacción
Miércoles 27 de Mayo de 2009

El debate entre candidatos a la presidencia municipal de Cajeme, organizado por el Consejo Estatal Electoral, resultó un evento demasiado largo y hasta cierto punto tedioso para quienes lo presenciaron a través de las cámaras de televisión o lo escucharon por la radio.

Temprano llegaron a la cita los participantes: Alberto Castro Cajigas, del PT; Guillermo Patiño Fierro, del PRD; Ernesto Vargas Gaytán, del PRI; Adalberto Rodríguez Sáinz, de Convergencia, Manuel Barro Borgaro, del PAN; y Juanita Martínez Mátuz, candidata del PSD.

Allí estuvieron con sus respectivas propuestas, réplicas y contrarréplicas. Empezaron a las cinco de la tarde y terminaron después de las siete.

Más de dos horas de discursos enfadan a cualquiera y esta no fue la excepción de acuerdo con los comentarios que se escucharon en la calle y entre quienes asistieron al hotel Quality Inn, sede del evento.

La mecánica diseñada por el Congreso Estatal Electoral parecía diseñada para eso: Desalentar a los espectadores.

Por principio se seleccionaron tres temas a debatir que parecían sacados de una chistera oficial: Espacios educativos de los niveles medio superior y superior, finanzas públicas y medio ambiente.

Tres temas hasta cierto punto irrelevantes comparados con los problemas más graves que afectan a la población cajemense y dominan a la opinión pública: la inseguridad, la drogadicción, el desempleo, los deficientes servicios públicos, las altas tarifas del agua potable y otros temas que son el pan de cada día en los comentarios y quejas de la población local.

Pero si los temas eran opacos, la mecánica del debate fue más desalentadora: A cada candidato le correspondía una intervención de aproximadamente tres minutos para exponer sus propuestas. Enseguida cada uno de los otros cinco candidatos podía criticar durante un minuto y medio la exposición. Y el candidato en turno tenía tiempo igual para la contrarréplica.
Así para cada uno de los seis candidatos: Su turno para hablar y escuchar cinco réplicas. Lo cual sumaba cuando menos 40 intervenciones para un solo tema.

Al principio del debate el sonido de la transmisión televisiva fue muy deficiente. Hablaban los candidatos con un sonido cortado o “tijereteado”. Eso les tocó a los primeros cinco y en la sala de prensa alguien apostó que se iba a corregir cuando llegara el turno del priísta Ernesto Vargas Gaytán, presentado sólo como candidato de Alianza. El que apostó tuvo razón. El sonido se compuso apenas empezó la intervención del priísta.


Barro, centro de atención

Desde antes que iniciara el debate, en las calles aledañas al hotel Quality Inn ya se encontraban grupos de simpatizantes que reclamaban el triunfo de su candidato aún sin saber cómo se iba a desarrollar el evento.

Los más abundantes, tal vez los únicos, eran los seguidores de Vargas y de Barro, más algunos perredistas que gritaban vivas a Guillermo Patiño.

De los seis candidatos, sin duda el que salió mejor librado fue el panista Manolo Barro pues sus cinco oponentes parecían estar de acuerdo en dirigir hacia él sus críticas más incisivas.

Guillermo Patiño reflejó de manera más exacta esta situación. Hacía críticas difusas o de lugares comunes a Ernesto Vargas y se pulía para atacar a Barro.

Pero el que tuvo menos fortuna fue el propio Vargas Gaytán quien cayó en el garlito de criticar y replicar cuantas veces fuera posible al abanderado panista.

Así, con la ayuda de sus adversarios, Manolo Barro consiguió ser el centro de atención del debate.

Por su parte el priísta Ernesto Vargas Gaytán se afianzó en la imagen del gobernador Eduardo Bours, al que sacó a relucir cada vez que quería apuntalar sus promesas.

El perredista Guillermo Patiño Fierro demostró más capacidad de oratoria que sus contrincantes, pero se perdió en ataques a Manolo Barro o en críticas generales al sistema.

Adalberto Rodríguez Sáinz, de Convergencia, también mostró buena oratoria pero al carecer de una buena organización detrás de él, sus propuestas quedaban en el aire como buenas intenciones, nada más.

Deficiente, con poca elocuencia, se vio el candidato del PT, Alberto Castro Cajigas, y respecto a Juanita Martínez, candidata del PSD, ella volvió a ser el elemento humorístico del debate, no sin antes recordar a todos, una vez más, que ella ha sido víctima de la represión gubernamental.

 
 

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