Piden un milagro a las candidatas
Carlos MONCADA OCHOA
Miércoles 13 de Marzo de 2024

El problema nacional que sobre todos los que nos agobian preocupa a los mexicanos, es el de la inseguridad. Es cierto. Y resulta conmovedor que numerosas personas examinen las propuestas que van sembrando las candidatas para intentar resolverlo, porque votarán por aquella cuyas propuestas les parezcan las más adecuadas.

Sin embargo, hay que advertir a los electores que las candidatas no consideran todos los ángulos del muy complejo problema; por ejemplo, la presencia en los órganos oficiales de seguridad, de funcionarios y empleados que son cómplices del crimen organizado.

Y no me refiero a los que forman parte voluntaria y secretamente de la organización criminal, que debe haberlos, sino a quienes viven bajo amenazas si cumplen el deber de combatir de veras a los narcos. Tales amenazas doblegan al funcionario porque a menudo no van dirigidas hacia él sino contra sus familiares. Es casi imposible actuar de acuerdo con la ley si sabe que se lo cobrarán con la vida de la esposa o de un hijo.

Estas situaciones no son comentadas por las candidatas porque no les conviene presentar el problema como casi irresoluble; sin embargo, mientras no den con las medidas eficaces en este aspecto, será difícil llegar siquiera a disminuirlo.

 

PERIODISTAS ASESINADOS

Lamento traer hoy a este espacio sólo temas sombríos. Se debe a que he estado atento al caso del periodista jalisciense Jaime Barrera, secuestrado el martes por varios sujetos armados cuando salía de la radiodifusora de Zapopan donde labora.

Contra lo que normalmente sucede, esta vez hubo suerte. Las autoridades actuaron con rapidez y lograron conocer el número de la placa del auto que los criminales conducían y dieron con el paradero del periodista con vida. Acaban de ocurrir los sucesos y no cuento con detalles, pero lo comento con regocijo y porque se relaciona con otra información que circuló este mismo mes.

En dicha información se asienta, con datos duros, que el número de periodistas asesinados, pese a que habían solicitado la protección de las autoridades ante amenazas de muerte que pese a ello les hicieron efectivas, es alarmante.

Proteger a un periodista, si éste desempeña su trabajo con normalidad, es misión casi imposible, pues buena parte de su trabajo la realiza fuera de su casa. Queda claro que los protocolos para protegerlo no funcionan. Y al regocijo que nos da la salvación, por ahora, de Jaime Barrera, se añade la duda de cómo podrán cuidarlo en lo sucesivo. Porque el secuestro ha quedado, hasta hoy, como una advertencia.

carlosomoncada@gmail.com

 
 

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