Una paloma blanca aletea en la cárcel
Carlos Sánchez
Lunes 11 de Septiembre de 2017

Vienen desde Obregón. Con la utilería que es la vida. Cargan en su interior un cúmulo de emociones que desean compartir. De pronto las ideas son una paloma blanca que se manifiesta en su aleteo.

Actuar es la vida. Dicen en el preámbulo de su presentación, a manera de advertencia mientras se muestran ante las muchachas internas del Cereso Femenil de Hermosillo.

Son los integrantes de Colectivo Independiente.3: Aranza Kawaminami, Daniel Iván Campos, Juan Francisco Estrada, Jesús Hugo Ceja, los actores. Y actúan de la mano y bajo la dirección de Rafael Evans, la puesta en escena que por nombre lleva Entrevista con el poeta y la cual es parte del programa Teatro Breve, en su tercera edición.

Están allí, en una sala que se convierte en teatro, que oferta un estrado, que contiene cortinas como piernas, que afora y es propuesta de las internas. Porque colectivo significa la suma constante de los apasionados del arte.

La utilería necesaria: una mesa, dos sillas, una máquina de escribir, un proyector, las canciones requeridas para el estímulo y la evocación dentro de la historia que se cuenta con todos los sentidos.

La presencia de las internas que es un incentivo mayor: sus miradas dispuestas, la generosidad en la actitud. Mirar como si en ello les fuera la oportunidad de agradecer un encuentro con los mundos que suceden en exterior, detrás de la barda.

Apenas arranca el montaje cuando ya las muchachas espectadoras son parte del mismo, porque esa es la estrategia tácita de Rafael Evans, la inclusión, el deseo de que en esta obra la contemos todos. Desde la mirada, la voz, desde el manifiesto de amor implícito en ese nombre que se escribe con gis de color en un pizarrón que sugiere la escena y es dentro de la escuela, aquella época a la que acudimos todos y donde se fundaron nuestros dolores y alegrías.

Qué público más receptivo. Beberse el arte parece ser la premisa. Porque mentiría si digo que no hay parpadeo desde las muchachas, mentiría también si digo que no hay comentario o cuchicheos. Pero todos éstos se dan a partir de la consternación, la catarsis, la irrefrenable reacción cuando los temas que se exponen parecerían ser que cuentan la historia de cada una de ellas.

En algún momento sentí que era yo quien estaba allí, compartiría una de ellas al final del montaje, cuando la palabra de todos tuvo su oportunidad para existir.

Se hizo la tertulia, y se recalcó desde la voz de una de ellas, la Fabiola, quien se confiesa adoradora de la poética de Abigael Bohórquez, qué “Oigan ustedes, no pude evitar el llorar cuando empecé a escuchar la voz de Abigael. Por él es que yo empecé a escribir poesía, y ya se lo prometí, aunque no lo conocí, cuando salga libre iré a verlo allá en su estatua”.

Mónica, quien escribe y ha participado en algún montaje escénico, se fue a la profundidad con sus preguntas, una de ellas: “¿Lo que dice el texto, lo aplican en sus vidas, o cómo es que lo asumen?”

Daniel Iván Campos quien actúa el personaje del poeta (que se llama Marzo), desenfunda la honestidad y cuenta cómo es que hasta hace apenas unos días encontró en el texto acontecimientos de su vida. “Y siento que en algunos momentos soy yo mismo el que está allí en la escena”.

Los actores y su director en conversación con las muchachas. En un acto por demás ilustrativo, desentrañan los motivos del montaje.

Cuentan los actores, con sus cuerpos, la humanidad, la pasión, la historia aquella del desarraigo, las traiciones aparentemente inocentes de dos niños que se estuvieron amando. Las consecuencias de los secretos que no se guardan.

En veinte minutos se vuelcan las demasiadas preguntas. ¿Cómo fue, cómo ha sido, por qué? Veinte minutos donde el tiempo es universo y cabe en él la nostalgia, el desasosiego, la alegría de un instante cuando el niño se descubre empático con el niño que mira en el espejo.

La habilidad de Evans, el director, la convicción de los actores, conducen a la obra hacia un páramo fértil que es el Cereso. Allí donde habita la necesidad de mirar, creer, saber. Entrevista con el poeta se adhiere a las pupilas de las espectadoras, juega en ellas la niña que siguen siendo. Miran y concluyen, se preguntan, preguntar parecería ser la premisa, el hilo conductor de esta apuesta.

Las morras lo agradecen con aplausos y un estrechón de manos. Se construye ya en el preámbulo de la despedida, un aura afable. Las miradas de las chicas son la sugerencia de no se vayan o vuelvan pronto.

Rafael Evans promete regresar, de seguro así será. Mientras esto ocurre, él y los actores, la obra Entrevista con el poeta, ronda el interior de las celdas. Y se reproduce, salpica a las otras muchachas cuando ya quienes tuvieron la oportunidad de asistir a la función, la cuentan, la cuentan, la cuentan.

Fabiola desde el subconsciente y para su interior recita diálogos del guion. Una paloma blanca se suma a la lista de quienes habitan la cárcel.

 

 
 

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