Medios y poder
Rubén Aguilar
Viernes 19 de Mayo de 2017

La relación entre medio y poder se pervierte, no puede ser de otra manera, cuando media el dinero a través de la relación comercial entre estos dos actores, incluso cuando es transparente, que es la excepción.

No puede haber una relación sana, siempre tiene que ser perversa,  cuando uno cobra y el otro paga la cobertura noticiosa que se disfraza a través de la venta-compra de publicidad. 

En el actual mercado de los medios se vende y se compra todo a nivel nacional, pero sobre todo en los estados. Se pueden vender-comprar las primeras páginas de los periódicos y también los minutos estelares de la radio y la televisión.

Algunos gobiernos, empieza a ser común, en acuerdo con los medios, dan contratos a estos en otra actividad empresarial (constructoras, venta de productos ...), para esconder cuánto es lo que se gasta en publicidad.

La perversidad de la relación crece y no parece tener límites. El periodismo deja de ser tal, para convertirse en propaganda diseñada por el gobierno y ejecutada por los medios, algunos de manera más burda que otros. En el país, solo existe una forma de romper radicalmente esta lógica perversa. Y es que por ley se prohíba que los tres órdenes de gobierno se puedan anunciar y por lo mismo comprar publicidad.

En las democracias más avanzadas existe esta prohibición. 

El dinero público no es para que el político o el funcionario se promueva y tampoco para que anuncie las obras de su gobierno sino para que se invierta en las obras y en los servicios que está obligado a prestar.

La prohibición de que los gobiernos compren publicidad y los medios la vendan obliga a los dos a una nueva relación. El gobierno tiene que mejorar de manera radical su comunicación y los medios elevar la calidad de su trabajo, para realmente hacer periodismo.

En el país urge que un grupo de legisladores progresistas y con visión de futuro, pueden ser de derecha e izquierda, aprueben una propuesta de ley que prohíba la compra de publicidad oficial.

El día que pase vamos a ganar todos. La ciudadanía, porque las inmensas cantidades que hoy se destinen a los medios se van a invertir en carreteras, escuelas, hospitales y porque va a disponer de mejor información. El gobierno porque no va estar sujeto a la presión de los medios y va a poder canalizar más recursos a la obra pública. Los medios que desaparecen son los que sólo se sostienen a expensas del gobierno y van a verse obligados a hacer un mejor periodismo.

En 1915, José Dutriz, fundador de la Prensa Gráfica, un diario de El Salvador, que se sigue publicando, escribió: “La principal misión del periodista es decir al pueblo la verdad, y su más imperiosa necesidad es lograr ser independiente. El propietario de un periódico que necesita para sostenerlo de las subvenciones gubernativas o de ayuda de partidos políticos, ha fracasado en su alta misión defender lealmente a los intereses de la comunidad”.

No sé si hoy este periódico, que es muy conservador, reciba o no dinero del gobierno o de alguno de los dos grandes partidos que hay. Coincido con la posición de su fundador. Si para financiar a un medio interviene el dinero del gobierno o un partido político necesariamente se establece una relación perversa entre el poder y los medios.

Es ya histórica aquella frase del presidente José López Portillo (1976-1982): “No pago para que me peguen”. Los políticos pagan a los medios, para que los traten bien. Los medios cobran a los políticos para garantizar ese tratamiento. Siempre habrá excepciones que confirman la regla. En todo caso son contadas.

El periodismo que se hace en México, a nivel nacional y en los estados, en muy buena medida está condicionado por esta relación. Sin nuevos términos de la relación medios y poder, la democracia siempre estará en deuda.

 

 
 

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