La quema de gavilla se debe realizar con metodología y orden. Empujar a los productores a la clandestinidad, los aleja de ello.

Estamos en la antesala de la próxima temporada de quema de gavilla. Queda apenas tiempo de concluir de una vez y para siempre un tema con el que tenemos que convivir de por vida. Este es un asunto para especialistas y conocedores en la materia, no para políticos. 

La quema de gavilla elimina plagas y enfermedades que de no erradicarse, requieren que se envenene literalmente el cielo de Cajeme con toneladas de pesticidas. Ya nos ganamos a pulso el mote de "el valle de la muerte" por nuestros índices de cáncer y leucemia. 

Si queremos disminuir nuestras incidencias en enfermedades respiratorias, debemos dirigir la mirada a otras fuentes de infección. Vehículos sin catalizador y fuera de norma ambiental, hacen más daño que el humo vegetal. 

Sin embargo, la tentación de ser "políticamente correctos" hace de un tema como éste, una tentación para jalar reflectores. Si algún regidor, o diputado, quiere debatir sobre el tema, nos ponemos de acuerdo en el lugar y la hora, pero que se haga acompañar de un especialista, porque yo haré lo propio.

Ya es momento de que se aborde esto con seriedad y sin rentabilidad electoral. Si sucumben a la tentación de confundir a la ciudadanía volanteando "desinteresadamente" en las esquinas, esta temporada no estarán solos.