La duda cubre a México
Jorge Ramos
Martes 10 de Julio de 2012

La duda no es si Enrique Peña Nieto obtuvo más votos que los otros candidatos. Todos los conteos y recuentos así lo indican. El problema está en cómo los consiguió. Queda ese incómodo malestar, casi infantil, de que ganó el niño tramposo.
 
¿Por qué será que todas las elecciones presidenciales que ha ganado el PRI desde 1929 huelen a podrido? ¿Acaso no pueden ganar limpiamente?
 
Hay dos quejas en este 2012 presentadas por Andrés Manuel López Obrador, el candidato del Partido de la Revolución Democrático (PRD). Primero, las denuncias de irregularidades el día de la votación y compra de votos. Ahí están, para probarlo, las miles de tarjetas de compra en una tienda y los “monederos electrónicos” a cambio de votos priístas. Y segundo, las acusaciones del diario británico, The Guardian, de que Peña Nieto usó decenas de millones de dólares del presupuesto de su estado para promover su imagen y su eventual candidatura comprando publicidad y periodistas. Es el chayote en su máxima expresión.
 
Por lo anterior, aún si el Tribunal Federal Electoral (TRIFE) decide que estos trucos del PRI no determinaron el resultado final de las elecciones presidenciales, siempre va a quedar la sospecha de que triunfó el candidato que pudo comprar más votos: Peña Nieto. Y no va a ser fácil gobernar así; no van a parar los cuestionamientos del movimiento estudiantil Yo soy 132 y de los que creen que hubo fraude.
 
Peña Nieto, para millones, será otro presidente ilegítimo (a pesar de las felicitaciones de jefes de estado y las entrevistas triunfalistas con corresponsales extranjeros). Y a los únicos que se puede culpar por esto es a él y a los priístas que no siguieron las reglas del juego democrático. Sí, el candidato priísta obtuvo más votos que los otros tres pero todo indica que la campaña no fue en igualdad de circunstancias.
 
​Soy de los que dudan que un dinosaurio pueda convertirse en demócrata. Es difícil de creer que los mismos que planearon la caída del sistema y el fraude que puso a Carlos Salinas de Gortari en el poder en 1988 ahora jueguen a contar votos. Tampoco es creíble que la misma gente que aceptó dos dedazos para que Ernesto Zedillo llegara a la presidencia en 1994 –el primero fue a Colosio- hoy alaben las virtudes del voto en sus columnas periodísticas y den clases de democracia en universidades extranjeras.
 
Lo mismo que hacía el PRI antes del 2000 para “ganar” elecciones lo volvieron a hacer ahora. Ya no tienen a un presidente que con un dedazo impone a su sucesor. Pero el aparato para arrancar votos sigue bien aceitado y financiado.

Estamos entrando al Jurassic Park mexicano. Regresan los dinosaurios a gobernar. Por las malas. Todo suena a cliché y a película vieja: Back To The Future (De Regreso Al Futuro). La naciente e imperfecta democracia mexicana -tan jóven; apenas lleva tres elecciones presidenciales- aún tiene mucho que aprender. ¿Qué pasaría en Estados Unidos o en Francia si se descubren miles de tarjetas para comprar votos? En México no pasa nada o casi nada.
 
Sin la menor duda, López Obrador, al impugnar la elección, hizo llover en la fiesta del PRI. Tiene todo su derecho a quejarse y a hablar por millones que piensan como él. Pero lo único que me brinca es ¿por qué continuó en la campaña y firmó el pacto de civilidad si ya sabía de las trampas que estaba haciendo el PRI? Lo del patrocinio de algunos medios a Peña Nieto no es nuevo; The Guardian lo sacó semanas antes de las votaciones y la revista Proceso años atrás. Y hubo muchos reportes de los “monederos electrónicos” del PRI y su compra de votos en la prensa mexicana antes del primero de julio.
 
​Lo verdaderamente triste de esta situación es que los problemas más urgentes de México –narcoviolencia, falta de empleo, la concentración del poder en unos pocos, la educación secuestrada por un sindicato…- no serán resueltos por esta nueva pelea dentro de la clase política. Esto nos retrasa años y, mientras, Brasil, China y la India se nos adelantan irremediablemente.
 
​¿Aguantará esto México? El escritor Carlos Fuentes alguna vez me dijo que México aguantaba todo, “hasta dos volcanes”. Es cierto. Pero es desesperante y frustrante que México siga aguantando cuando, en realidad, debería estar despegando.

 
 

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