Apuntes
Hugo Vargas
Sábado 19 de Mayo de 2007
El otro día me tocó de casualidad presenciar, como parte de la materia de Literatura, una serie de obras de teatro, que idearon, hicieron libretos, pusieron música y demás, alumnos de secundaria del Colegio Progreso.

Representaciones que sin tener un carácter profesional, dieron la pauta para delinear un común denominador: la creatividad.

Un fenómeno implícito en el mexicano pero desgraciadamente en tiempos actuales, ha quedado en el olvido, sumidos en la crisis y la ingobernabilidad del sistema, no importando el partido político en el poder.

Por ahí, los alumnos de dicha institución educativa hicieron con sus libretos una labor titánica, pues mostraban las ganas de hacer bien las cosas, pero nunca decayeron en su esfuerzo por representar lo mejor de ellos, en un escenario improvisado y teniendo como espectadores a sus compañeros.

Cuando el mexicano recobre su creatividad, el compromiso con el país y los valores de una sociedad justa e igualitaria, podrá decirse que México recobrará el sentido del desarrollo económico; no debiendo olvidarse que el sistema está acotado por los políticos que han antecedido, lo que ha coartado los planes de crecimiento del país.

Insólito observar cómo el actual presidente tomó el toro por los cuernos. Al momento de presentar el Plan Nacional de Desarrollo dejó claro que la crisis priísta continuó, aunado al extremismo de Fox, mismo que sustentó (periódico Reforma) en: un índice de crecimiento económico insuficiente, una desigual distribución del ingreso, un importante deterioro ecológico y un sistema democrático que no satisface las necesidades las necesidades reales de la población ni genera confianza en el ciudadano.

El presidente Calderón presentó un panorama desolador del cual estamos siendo testigos. Sin embargo, hablar con la verdad (dije verdad y no demagogia), es un buen síntoma de querer hacer las cosas, pese a los problemas de diversa índole que están en boga hoy en día.

Y es que no es fácil. Empecemos con los políticos que han hecho su coto de poder las cámaras de representantes; o el llamado niño verde; o que si Manuel Bartlett, o que los ajustes de cuenta o las controversiales elecciones en Yucatán; el hecho es que el pueblo sigue siendo testigo –simplemente testigo-, de los avateres de la vida, envuelto en una injusta distribución de la riqueza.

Que palabras aquellas de Ernesto Uruchurtu, entonces mandamás en el Distrito Federal, al señalar a los funcionarios que, “no tenemos derecho a un minuto de ocio o de placer infecundo, si ese momento es reclamado por nuestros conciudadanos para la atención y resolución de sus problemas. Estamos para servir, dentro del augusto marco de la ley”. Qué sucedería a la creatividad el sumáramos la moral, dedicación al trabajo, al crecimiento de la sociedad, y la responsabilidad de los funcionarios públicos y políticos, posiblemente tendríamos un México diferente, pero con el marco contextual en el cual nos estamos moviendo, se está muy lejos de lograrlo, pues hay que romper muchos paradigmas que se han ido formando al cobijo de la corrupción.

Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos.
Es hora de replantear el sueño planteado por aquellos revolucionarios que ofrecieron su vida por un ideal, que fue truncado por la burguesía mexicana; o por aquellos sueños de los jóvenes de los sesenta que exigieron libertad y fueron reprimidos en París y México; o la lucha armada de los jóvenes que veían a un México sin cambio de los setenta y ofrecieron sus vida por un cambio radical; o esa generación perdida de los ochenta que busca acceder a un nuevo modelo de globalización que le permita tener un empleo remunerado y mejores condiciones de vida.

Es hora…. Sí, es hora, sin embargo, la pregunta sigue en el aire, ¿estará el mexicano consciente de la responsabilidad que debe cumplir para un futuro mejor…La respuesta, mi amigo, está en viento
 
 

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