El Club de la Lengua Libre
Sergio Anaya
Viernes 02 de Diciembre de 2011

En la atmósfera de la pequeña ciudad que era Obregón en los años cincuenta, las reuniones nocturnas con los amigos, una vez cumplida la labor en el trabajo y después de haber cenado en casa, eran casi obligadas.

No había televisión, el ritmo de la vida era lento, y el tiempo sobraba para pasar las noches en la tertulia. Así lo hicieron los señores del Club de la Lengua Libre.

Emiliio Manzanilla, Próspero Cota, Faustino Félix, entre otros, pasaban las horas en el exterior del café Tupinamba, ubicado en la calle Chihuahua, casi al llegar a la No Reelección (a unos metros de donde ahora está un Extra).

Viendo pasar el tiempo, a las guapas mujeres que se atrevían a caminar por esa banqueta y a otros vecinos que no escapaban a sus bromas y palabrotas, así se divertían los socios del pintoresco club.

Cuentan que una noche los acompañó el ilustre ideológo de la izquierda mexicana, Vicente Lombardo Toledano, hombre de cultura enciclopédica, quien no resistió las ganas de intercambiar expresiones "subidas de color" con los de la Lengua Libre.

Así era aquél Cd. Obregón, 

 
 

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