Secuestran a migrantes en Sonora
Zorayda Gallegos / El Universal
Domingo 14 de Agosto de 2011

NOGALES, SON.- La humedad de la pared se confundía con los orines de su ropa; no pudo aguantarse el miedo. Con las palmas de la mano recargadas en el cemento agrietado y la cabeza hacia un lado, podía ver poco. Sólo lograba escuchar.

En el cuarto contiguo oía los gritos de una niña de 13 años. Atrás de él y del resto de 25 cuerpos recargados en la pared, escuchaba más gritos, más golpes, más risas. Esa mezcla de frases y expresiones retorcidas que usan los hombres malos para intimidar. “Bájense los pantalones”, les dijo uno de los hombres de tez morena, arma en mano y palabras rabiosas.
 
Juan cuenta su testimonio en un albergue en Nogales a donde fue canalizado temporalmente por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) para recibir ayuda. Su rostro moreno es como un volcán en erupción: las comisuras reventadas, las cejas zurcidas y el cráneo descalabrado cubierto con retazos de algodón.
 
Él fue secuestrado en el municipio de Altar, Sonora, considerada una de las 16 entidades que representan zonas de riesgo para la comisión de secuestros de migrantes, según el informe sobre este delito, elaborado por la CNDH.
 
De abril a septiembre de 2010, la comisión documentó un total de 214 eventos de secuestro en el país, de los cuales, según el explicaciones de las víctimas y testigos de hechos, resultaron 11 mil 333 víctimas. Aunque pueden ser más, según reconocen autoridades que refieren que los indocumentados no denuncian. Según la CNDH, 29.2% de los plagios se cometieron en el norte del país.
 
Arturo Zárate, coordinador general de Comunicación y Proyectos, encargado de la oficina de la CEDH en Nogales, explicó que a pesar de que sí tienen conocimiento de este delito, la mayoría de los migrantes no denuncian por miedo a represalias.
 
“Se muestran herméticos en ese sentido, tienen miedo, nos comentan las inconformidades, pero no se atreven a poner una denuncia por miedo a las represalias”, afirma. Además son personas que no tienen un domicilio en dónde les lleguen las notificaciones.
 
Los plagian a un paso de su destino

En Sonora, a diferencia de las vejaciones que sufren en el sur y centro de país, los migrantes son secuestrados cuando ya pensaban estar a un paso de su objetivo. Cuando están en casas de huéspedes para salir a andar por el desierto con un “pollero” contactado.
 
El Informe Especial sobre Secuestro de Migrantes detalla que en 44.3% de los casos son hondureños, 16.2% salvadoreños, 11.2% guatemaltecos, 10% mexicanos, 5% cubanos y 4.4% de nicaragüenses. Según este documento, en Sonora se pueden identificar las zonas de Santa Ana, Altar, Caborca y Sásabe como peligrosas. El estado ocupa el segundo lugar de deportaciones, con 121 mil anuales, en 2011.
 
Juan, uno más de las cifras en los informes, cuenta que obedeció la orden de bajar sus pantalones. Y ahí comenzó este infierno que inició con pocos pesos y muchas ilusiones; pero por un camino que no fue el correcto. Porque para los migrantes ninguna ruta es certera, ninguna carretera o vagón es seguro, y eso, no sólo lo dice Juan, lo repiten los cientos migrantes que han sido plagiados en su recorrido.
 
Lo dicen las voces que recogió la CNDH de enero a diciembre de 2010 en las más de 2 mil visitas realizadas. En esas inspecciones se recabaron testimonios relacionados con el fenómeno, se brindó atención a 68 mil 95 personas y se advirtió que la violencia en perjuicio de este grupo no presenta una disminución, y que los grupos que cometen violaciones en su perjuicio se han especializado y han diversificado sus estrategias. Tal y como lo cuentan las historias de gente que quedó marcada para siempre.
 

 
 

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